Pasado

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Irrumpen en el departamento ajeno, Ten guiando el camino, siguiéndole muy de cerca. Pese a que lo sostiene fuertemente de la mano, siente sus dedos agitándose con violencia.

—¿Hay... hay alguien? ¿HanSol...?

Le ve buscar con la mano libre, en la pared derecha, palpando insistentemente. De pronto, las luces se encienden y debe parpadear varias veces para acostumbrarse a la hiriente luminosidad. Cuando lo hace, lo primero que hace no es fijarse en el entorno en el que están.

Sino que se fija en Ten.

—¿Estás bien? —inquiere, al sentir su mano temblorosa. Se aferra a él con un poco más de fuerza, con una sonrisa—. Podemos dar media vuelta, ¿eh?

—No. Veré si está en algún lugar. Busca tú también, por favor.

Su voz, a diferencia de su lenguaje corporal, expresa tesón e insistencia. No hace un nuevo ademán por contradecirle y, en silencio, comienzan a recorrer la corta extensión del departamento. Pronto confirman lo que ha presentido desde el momento mismo en que entraron.

Es obvio que no hay nadie allí.

—Bien, recojamos tus cosas y vayámonos...

—...Él nunca se fue.

Vuelve sobre sus pasos, después de haber revisado en la ducha por la presencia de algún otro ser vivo además de ambos. Ten se encuentra en el único sofá de la sala de estar, al lado de una mesita auxiliar. En ella se apoya un cuadro de mediano tamaño, en posición vertical.

—Mira. Yuta nunca se fue de este departamento —los labios de Ten se alzan en una pequeña sonrisa. Sus dedos delgados apuntan hacia los rostros en las fotografías: un chico bajito y de sonrisa suave se mantiene abrazado a otro mucho más alto, sonriendo también. Detrás de ellos, se emplaza la ribera de un rio—. Tenía el presentimiento de que así había sido, pero...

—No tiene sentido lamentarse por algo así. HanSol es un idiota, ambos lo sabemos —es la primera vez que lo ve, y es solo una fotografía, pero la sangre se le agolpa en los nudillos, listo para golpear al imbécil que ha hecho de Ten una persona insegura y melancólica. Solo puede tranquilizarse cuando cae en cuenta, una vez más, que lo está sacando de aquel abismo. Lento, pero seguro—. Vamos, Ten. Reunamos tus cosas y larguémonos de aquí.

—Ese es el problema —la mano de Ten se apoya en el cuadro y con fuerza lo empuja contra la mesa, dejándolo boca abajo—. Algo me dice que ya no hay nada mío acá. Como si nunca hubiera existido en primer lugar.

—Si botó tus pertenencias, entonces...

—No es necesario ni que lo menciones. El más enojado acá seré yo. Entiendo que quiera reconstruir una vida perfecta con el otro idiota de Yuta, pero, ¿debía botar mi ropa? ¿No se da cuenta de que me costó meses de trabajo comprar el equipo de música estéreo? ¡Maldita sea!

Verle enojado causa una sonrisa en su rostro, y cuando Ten se da cuenta de ello, lanza una pequeña carcajada. La verdad, difícil sería explicar lo mucho que alivia a su alma el verle enojado por ropa, o incluso herido por el hecho de no encontrar sus objetos, y no por...

—HanSol fue siempre tan egoísta.

Las esperanzas de no verle sufrir por él se desvanecen cuando le ve pronunciar aquellas palabras, cabizbajo, con una pequeña sonrisa entre labios. El instante, sin embargo, dura poco; no alcanza a hacer nada cuando Ten se levanta del sofá y se pone de puntillas, alcanzando sus labios en un corto beso.

—Hey, estoy bien. No pongas esa cara, ¿sí? —el corazón le late con fuerza, porque Ten sonríe cálidamente, como si realmente no le afectara nada—. Mejor apresurémonos, así te puedo mostrar Bangkok mientras todavía es de día, es realmente precioso.

Don't Answer // JohnTen - NCTWhere stories live. Discover now