II.

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────Narración Por Natsu────

Había pasado ya una semana.

Una semana sin verla, una semana desde que me di cuenta que dejé de verla como a mi mejor amiga.

Estaba tumbado en mi cama, Happy se había ido ya hace rato, se había cansado de intentar convencerme de salir. Y si, no había salido de casa desde eso, había intentado reflexionar. Por más que daba vueltas al asunto aun no conseguía dar con el momento exacto en que todo comenzó.

De pensar en cómo comenzó todo, comencé a explorar más mi sentir hacía ella. ¿Qué era lo que me gustaba exactamente? Me encantaban sus ojos, lo que podía llegar a reflejarse en ellos, podía ver hasta la más pura ternura hasta el enfado más grande, me admiraba siempre de verlos, siempre había algo nuevo. Su larga cabellera, algunas veces al quedarme a dormir con ella solía despertar con la sorpresa de que me había enredado con su cabello, ella solía cuidarlo de forma tan minuciosa y vaya que daba frutos, tenerlo en mis manos era una sensación agradable, era tan sedoso y su olor...me encantaba. Su piel, tan blanca y tersa, a veces me daba la impresión de que, al tocarla, esta se rompería. Su rostro, en conjunto a sus grandes ojos, sus delgadas cejas, sus labios rosados de apariencia suave, y cuando sonreía...joder, eso era lo que más me gustaba.

Su personalidad, siempre caracterizada por una gran alegría, siempre tan positiva, aunque no hubiese esperanza, ella solía ser aquel rayo que impulsaba a seguir adelante. Su manera de enojarse era tan peculiar, podía escandalizarse hasta por la más mínima cosa, pero de igual manera, con el más mínimo detalle, aquel ceño fruncido podía ser reemplazado por su sonrisa. Incluso cuando estaba decaída intentaba dar lo mejor, ella siempre iba con la cabeza en alto. Esa manera de reír, a decir verdad, es muy fácil hacerla reír y eso es algo que me fascina, ser siempre el causante de ello. Esperaba ser el único en despertar tanto en ella, no, quería ser el único.

Suspiré.

Si, estaba totalmente loco por ella.

¿Y ahora qué?

Evidentemente no conseguiría nada estando aquí nada más. Muy a mi pesar comencé a levantarme. Tenía que salir del encierro.

Fue un poco difícil el salir, no tenía prisa de llegar al gremio. Ante cada una de mis reflexiones tenía miedo de encontrarme a Lucy ¿cómo actuaría frente a ella?

Sacudí la cabeza intentando distraerme y admirar por una vez lo que era Magnolia. Aunque...creo hubiese preferido mejor ir con prisa.

¿Por qué justamente hoy? Las calles en su mayoría estaban repletas de...parejas. A donde mirase solo veía a parejas tomadas de la mano, caminar abrazadas y algunas besarse.

Mierda.

Apreté el paso, maldita sea ¿por qué tuve que ver eso? Ahora venía algo peor, una fugaz idea surco mi mente, quería recrear aquellas acciones junto a Lucy.

Malditos exhibicionistas.

Me abofetee varias veces intentando salir de mi trance de idiotez.

Por fin, después de ver tanta tortura ─o quizás no─ llegue al gremio. Solo había una forma de decidir qué hacer, y, por mucho que no me agradase la idea, la única persona con la que podía hablar de esto era con la persona más informada ─chismosa─ del gremio: Mirajane.

No fue difícil verla, para mi buena ─o mala─ fortuna estaba sola en la barra. Trague saliva, hablar con ella podría ser un arma de doble filo, estoy seguro que si se le "escapa" decir algo, en una hora todo el gremio sabría sobre mi problema con Lucy.

"Era Mi Mejor Amiga"Where stories live. Discover now