12 EL DRAGÓN ESCARLATA EMERGE

58 10 0
                                    

— ¿Y qué hizo tu mamá?—preguntó Tifanny

Ella paso una mano para desenredar su pelo castaño

—Nada, sólo se quedó callada y no habló con Elthon durante el resto del camino.

Acaricié el borde de mi vestido acampanado amarillo. El vestido hace juego con mis zapatos negros de tacón abiertos.

Le estaba contando todo lo ocurrido en la cena, ya habían pasado algunos días después del incidente en casa de Simone y mamá se comportaba extraña. Las clases habían terminado por hoy, caminábamos por el pasillo.

—Yo hablaría con Elthon inmediatamente—sugirió—Pero no me quedaría sin hacer nada

—Ya sé, yo tampoco, pero si mamá está bien así creo que es su problema; sería bastante raro que una hija aconsejara a su madre en cosas del amor—concluí

— ¡Wuak!—exclamó—Tienes razón, no me gustaría que mi mamá me pidiera consejos sobre problemas con mi padre. Jordan no te ofendas pero tu vida parece una serie de televisión, lo más increíble que he llegado a hacer en este tiempo ha sido encontrar unos zapatos que combinan perfecto con mi barniz de uñas verde.

—Ahora el mundo puede descansar en paz—bromeé

— ¡Claro que sí!—exclamó—Aunque ahora tengo que encontrar otros zapatos que hagan juego con los otros colores de barniz que compré, mi vida es tan complicada—se quejó

Miré el atuendo de Tifanny. Ella usaba un vestido corte túnica de color naranja durazno y sandalias color café claro.

No tienes idea de cuánto deseo ser mi mejor amiga en este momento.

— ¿Quieres cambiar de vida conmigo?—pregunté

—Puede ser, me divertiré bastante, aunque ¿Podré ir de compras siempre que quiera?—su expresión se volvió preocupada

—Temó decirte que no—confesé

—Eh...cambiemos de tema—sugirió

—Eso fue no—aseguré

La brisa sopló y percibí el aroma a lirio y fressias del perfume que usaba Tifanny.

—Acertaste, ¿Cómo vas con Dr...—se detuvo al instante.

¿Cómo iba con Drew? Eso es lo que iba a preguntar. No sabía nada de Drew desde ese día en el que lo vi pasar frente a mí con Theresa, había nuevos rumores sobre los lugares nuevos que ha visitado con Theresa pero nada que fuera relevante. Tal vez todo había acabado con él.

—Olvidemos que dijiste eso—sugerí

—Está bien—ella sonrió

Seguimos charlando hasta que llegamos a la curva en donde ya estaba listo su transporte.

—Nos vemos mañana—dije mientras abrazaba a mi mejor amiga.

—Claro Jordan, ¿me avisas si un dragón se cruza en tu camino?

Bromeó haciendo referencia a mi inusual vida

—Mejor te lo traigo—contesté

Tifanny subió a su camioneta, cerró la puerta y se fue.

Salí a la calle. Yo tendría que esperar a mamá, hoy salía temprano del trabajo y quiso pasar por mí. Así que decidí reflexionar un poco. Comencé a pensar en la alta sociedad y los menos afortunados de Cristal y me pregunté ¿Por qué los humanos no somos felices con lo que tenemos? Siempre queremos más o algo diferente a lo que poseemos, no encuentro razón alguna para ese hecho. Te diría que encontraría la respuesta, pero hasta yo sé que algunas preguntas no tienen respuesta.

Tras varios minutos divisé a mamá en la acera.

—Hola Jordan—saludó mi mamá mientras limpiaba sus ojos.

Ella usaba un vestido blanco plisado y zapatos azul turquesa.

—Hola... ¿estás bien?—cuestioné

—Sí, sí es la contaminación, a veces me irrita los ojos, es lo único que aborrezco de vivir en una ciudad tan grande—comentó

—Suele pasar—repuse

—Sí, vamos. Tenemos que tomar el autobús.

No quería insistir más pero es obvio que algo le pasa, los hijos e hijas también nos damos cuenta cuando nuestros padres nos mienten, la mayoría de las veces fingimos creer lo que nos dicen porque es probable que nos estén protegiendo de algo que no tendrá piedad con nosotros. La verdad.

Al fin llegamos a casa, abrí la reja blanca de la entrada con mi llave, el cielo se había tornado gris y varias gotas pequeñas de lluvia comenzaban a caer. Olía a tierra mojada. Cruzamos el patio. Introduje la llave en la puerta de madera, giré el pomo dorado. El olor a nuez y madera habitual de la casa me recibió.

El pasillo de entrada tenía todas las luces encendidas, en cualquier casa eso es normal pero no en la de Robert, tenemos la regla de no encender las luces de las habitaciones que no ocupemos, un ejemplo era el pasillo. La regla anterior se veía rota cuando había alguna fiesta o visitas en la casa.

No tengo mucho humor de ver a alguien. A veces la escuela es muy demandante: materias, amigos, presión social y relaciones amorosas fallidas. Tratárselo de explicar a un adulto sería como hablar con una pared, parece que nunca fueron a la escuela y no vivieron lo mismo que tú o yo. Supongo que los tiempos cambian y por eso no pueden entender a lo que nos enfrentamos al ir a la escuela.

El sonido de voces provenientes de la sala llamó mi atención.

— ¿Invitados?—dije en voz baja. Miré a mi madre

—Creo que sí— su expresión era de desagrado, sucedía cuando estaba cansada como ahora.

Avancé, mis tacones repiqueteaban contra el piso de loseta amarillo oscuro. La luz proveniente del candelabro de cristal de la sala estaba encendida. A primera vista observé que Robert tenía compañía, estaban sentadas en los sillones de terciopelo azul. Una sensación extraña me invadió. Sus acompañantes eran Beth y Simone ¿Qué hacían aquí? ¿Había olvidado que hoy había alguna reunión en la casa? Era temprano así que Beth tendría que seguir trabajando, Simone tendría que estar en su casa y Robert en su clase de pintura.

—Ella siempre ha sido...

Beth notó que habíamos llegado y dejó de hablar.

—Hola—inicié—Sentimos llegar tarde a la reunión—me disculpé

Volteé a ver a mamá para saber qué estaba pasando pero su expresión era de sorpresa ¿Habíamos olvidado algún cumpleaños? Ella no lo sabía al igual que yo.

—No te preocupes querida—dijo Simone. Ella usaba un vestido blanco con obeliscos naranjas como decorado y unos tacones blancos. —Siéntense.

Mamá y yo nos sentamos en el otro extremo del sillón largo en forma de L.

— ¿A quién esperamos?—pregunté. Comencé a alisar mi vestido amarillo.

—Todos las esperábamos a ustedes—respondió Beth que usaba un traje sastre color olivo y zapatos del mismo color. La forma en la que pronunció esa frase me dio un mal presentimiento. Era un tono amenazador.

— ¿Para qué?—finalmente mamá habló

Supongo que querían reprendernos de nuevo por salir todos los fines de semana. Era un ataque grupal.

—Hablar—respondió Robert

Él usaba un suéter negro estampado con rombos de color vino, debajo una camisa negra, un pantalón formal color marrón y unos zapatos negros perfectamente lustrados.

— ¿De qué quieren hablar? —sonreí

Comencé a mirar los cuadros que estaban colgados en la sala, Robert los había pintado casi todos. Había demasiados.

—Elthon Cranb—respondió Robert

Era el fin. 

Las flores sombrías    #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora