Se separó momentáneamente, en sus ojos, surgía una chispa de comprensión. 

Mi resolución era firme, no iba a cambiar de opinión y Lauren lo sabía. El celo podía transformarme en una criatura necesitada, volverme más predispuesta a aceptar sus avances subidos de tono, y hacer que no fuera capaz de negarme a sus propuestas indecentes, por lo que, cada que ella me tocaba, yo sólo me entregaba, gustosa. Se sentía rico, y más que eso, alucinante, sí, pero teníamos que aprender a ponerle un límite. Ya no estábamos bajo los efectos de las feromonas que nuestros cuerpos liberaban durante el estro.

"Shh, tranquila, no lo haremos. Sólo estoy tratando de calmarme." Y así, regresó para continuar, el ritmo lento, sus caricias delicadas. Los cortejaba con una dedicación impecable, venerándolos con cada suave lamida, haciéndome gimotear hasta que consiguió saciar, al menos temporalmente, su sed. Dejó dos últimos besos, y me abrazó. 

Permanecimos así por otro largo rato, en el que los débiles rayos de sol comenzaron a colarse por entre las cortinas de mi ventana, y las yemas de sus dedos relajaron los músculos de mi espalda hasta éstos tornarse laxos. En tanto no se propasara y perdiese el control de su propia libido, podía permitirle algo de manoseo, ¿no? 

"Creí que... Que eso sólo funcionaba con el celo." Dije, refiriéndome a aquella táctica que constaba de abrazarme hasta que las dos nos sintiéramos lo suficientemente... apaciguadas. Mi acotación, aún siendo tardía, no la desconcertó.

"Descubrí que siempre lo hace. Ya sabes, tenerte así." Gesticuló a nuestra posición, donde mis senos se presionaban estrechamente contra su abdomen y mis pezones reaccionaban endureciendo al roce de su cálida, áspera piel. 

"Eso es... tierno." Murmuré. Una incrédula Lauren me miró. 

"¿Lo es?" 

"Mhm." Alcé la cabeza de su pecho, asintiendo, y planté uno, después dos, y tres sonoros besos en sus labios. "Iré a ver si mis padres ya están despiertos, tú quédate aquí y no hagas ruido." Di gracias a la alfombra, que contribuyó a que mis pies no se congelaran en cuanto hicieron contacto con el suelo. 

"¿Saldrás así?" Divertida, señaló mi semi-desnudez, tan solo cubierta por un par de bragas grises. 

"¡C-claro que no!" Mi rostro enrojeció ante el recuerdo de su previa demostración de afecto, y me apresuré hacia el segundo cajón de mi armario para buscar un sostén cualquiera y unos pantalones de piyama. "Enseguida vuelvo, tú..." Guardé mi celular en los confines de mi bolsillo, abriendo la puerta. "Vístete, ¿sí?"

"Como usted ordene." Su sonrisa se ensanchó y cerré la puerta detrás de mí. Era consciente de que si no salía pronto de allí, el monstruo toquetón en el que se transformaba la ojiverde por las mañanas, me mantendría en cautiverio hasta que se nos hiciera tarde. 

Uff.

Pispeé por la abertura en las cerraduras del cuarto de mis padres y el de Sofi para asegurarme de que no habría moros en la costa. Una vez en la sala, verifiqué la hora en el reloj de pared. Papá ya se había marchado a hacer su patrulla de las seis, y era miércoles, lo cual significaba que mamá no se levantaría hasta dentro de otra media hora. Coloqué el café molido en la máquina y saqué mi teléfono del bolsillo trasero de mis pantalones.

[6:21 a.m.]

Camila: Ya puedes bajar, pero haz silencio

En menos de lo que canta un gallo, el característico chirrido de la puerta se oyó y los sigilosos pasos de mi novia descendieron por las escaleras. Tuve que contener una risita al imaginarla con sus pesadas botas de combate, intentando no hacer crujir los escalones. 

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⏰ Last updated: Apr 07, 2018 ⏰

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Mates (Camren G!P)Where stories live. Discover now