Capitulo 44 "La reina malvada"

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Las llamas se apoderaban de todo, el calor derretía su piel sin permiso, y sus intentos inútiles de salir de entre las llamas lo arrastraban abajo cada vez más. Sus oídos se cegaron de oír gritos, el fuego siempre fue una parte suya. La parte que la mantenía a salvo, pero ahora mismo estaba arrasando con todo lo que conoció. 

La sangre bañaba el suelo blanco mientras veían como los pocos sobrevivientes huían de las llamas. Los gritos de terror no eran humanos. La carne viva brillando bajo el reflector del sol. El humo formaba nubes sobre sus cabezas. Su corazón latía lentamente, en momentos como estos simplemente no podía moverse.

Habían muerto ¿verdad?

Giro sobre su eje, era la primera vez en años que lloraba por algo. La reina malvada no llora, ella causa las ganas de llorar ¿cierto? su vestido pesaba sobre su cuerpo, miro de reojo a Blancanieves, gritando entre los brazos de su príncipe azul. Observando como el la llevaba a la fuerza a un carrusel. 

Trono sus dedos hasta aparecer en su propio castillo, frente el camino de piedra que la llevaba hasta la puerta, a cada lado, puestos simétricamente habían más de mil arboles de manzanas. Comenzó a caminar por el camino, el resonar de sus zapatos altos, los bordes de su largo vestido rojo velvet con piedras tocaban el suelo.

Movió su mano derecha abriendo la puerta a pesar de los dos guardias a cada lado de la madera blanca, miro seriamente el perímetro, observando a una mucama limpiar el suelo.

-Tu-hablo alto, los ojos de la beta miraron los suyos oscuros- asegúrate que nadie vaya a mi alcoba.

-Pero... reina yo no...

-¿Acaso quieres que te mate?-gruño, viendo a la mujer negar con miedo- entonces has lo que te pido.

Subio las escaleras con pesadez, hasta encerrarse en su alcoba con un fuerte golpe en la puerta, con sus ojos marrones miro el lugar, limpio. Sin una mota de polvo en el suelo. Su habitación no era grande, era inmensa, casi ocupaba todo piso. Había elegido el ultimo de ellos para poner su habitación, desde donde estaba podía ver casi todo el bosque encantado, podía ver todo su perímetro perfectamente.

Sus pasos lentos se movieron hasta quedar frente a su armario, buscando entre la ropa hasta encontrar un diario negro, lo tomo entre sus manos con fuerza y lo apoyo sobre el sofá que había en la habitación. Moviéndose hasta frente una pared, empujo la tela que cubría el espejo y soltó un suspiro tembloroso. 

En los pocos meses que los había conocido se encariño demasiado, el príncipe Styles siempre la impulso a ser mejor, siempre le dio la oportunidad cuando nadie más lo hizo. Fue el primero en ver el cambio en ella, en pensar en ella como una compañera, en una ayudante. Pero no iba a admitirlo, como la reina malvada que era tenía una imagen que asegurar.

-Espejito, Espejito-tomo aire- ¿Dónde esta el rey Harry Styles?

-Debes hacer una rima-observomo como el reflejo en el espejo se hacia oscuro hasta que el rostro del hombre se hizo presente.

-No tengo tiempo para hacer una maldita rima-gruño- dime lo que sabes.

-Nop

-Si no lo haces voy a asegurarme que pases toda tu vida ahí encerrado-la amenaza escapo de sus labios antes de pensarlo.

-No, ¡Por favor Regina! sabes que no me gusta aquí...-su voz deslumbraba miedo, rodo los ojos y queseo la lengua.

-Muestrame a  Harry, deja de hacerme perder el tiempo.

-Sí mi reina.

El reflejo se aclaro, hasta ver la imagen de Harry llorando entre los brazos de Louis, siendo escoltados por miles de guardias.

Estaban vivos...

Estaban bien.

-Están vivos, bien. Ya se que hacer.

-Mi reina...-su voz salía temblorosa, con miedo en sus ojos- ¿Qué va a hacer? 

-Voy a matar al desgraciado que nos esta matando-sus ojos marrones se oscurecieron aún más.



Once Upon A Time           -OMEGAVERSE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora