–T-te equivocas...

–Entonces apártame–sus dedos se dirigieron a los erectos pezones del menor, haciendo círculos con sus pulgares sobre ellos y volviendo a atacar su cuello con su boca–Apártame si no quieres que siga.

Y es que el era su debilidad, no podía luchar contra eso por más que lo intentara, era como tratar de dejar de respirar, como oprimir su corazón y sus más grandes deseos. Su respuesta fue pasar sus brazos por detrás del cuello blanco del mayor y unir sus labios fuertemente.

Comenzando un hambriento beso, un beso que demostraba cuanto se habían extrañado sus labios.

El pelinegro lo cargo, haciendo que este enredara sus piernas en el. A tropezones por los furiosos besos lo único que vio a su alcance fue una silla del comedor en donde rápidamente se sentó, dejando al castaño encima de él con sus piernas a cada lado.

Los besos no se detenían, Eren instintivamente empujaba sus caderas hacia delante y hacia atrás formando una exquisita fricción que los dos disfrutaban muchísimo.

La ropa empezaba a estorbar, desesperado el pelinegro sacó la pequeña playera de Eren para después desabotonarse la suya rápidamente.

Paro un segundo los besos, para poder observar mejor el cuerpo de Eren, quien tenía sus mejillas sonrojadas y sus labios entre abiertos. Ese hermoso cuerpo que siempre lo volvía loco. Su bonito cuello con unas bonitas clavículas marcadas, sus ahora erectos pezones rosaditos que bien sabía eran un punto muy sensible en el, su plano abdomen con una pequeñísima barriguita que siempre había amado y le parecía adorable y su lindo ombliguito adornado con un precioso brillante. Solo con verlo lo ponía mucho.

Su boca atacó los botones rosas de Eren, haciendo que este soltara un gemido y echara hacia atrás su cabeza, enredando sus dedos en el negro cabello. Sus manos se colaban por debajo del pequeño short, tocando sin cuidado el redondo trasero.

–Mmm, levi...–gemía, siguiendo moviendo sus caderas.

Lo cargo de nuevo con desesperación ahora poniendo al castaño acostado en el sillón metiéndose entre sus piernas y dejando un rastro de besos húmedos, besando su frente, su nariz y su barbilla, bajando hasta su cuello y clavículas donde succionaba con fuerza, dejando mordidas que hacían a Eren jadear.

El ambiente estaba lleno de lujuria, lujuria que se derramaba por cada poro de su ser al no haberse tocado en mucho tiempo, sabiendo que se necesitaban demasiado, que se complementaban demasiado bien y que no podían estar sin el otro.

Deslizó sus pálidas manos por las acarameladas caderas del castaño, bajando el pequeño short por sus piernas.

Sintiendo los hermosos huesitos a cada lado de ellas, dejándolo completamente desnudo al no traer ropa interior. Que magnífica vista sin duda alguna.

Pasó sus manos por todo su cuerpo, desde sus pies, subiendo por sus largas piernas, deteniéndose un momento en su pelvis donde acariciaba tan cerca de su sexo robándole jadeos al de ojos dorados.

Continuando por todo su suave pecho, rozando sus largos brazos y finalmente acariciando la mejilla de su  hermoso rostro.

Lo tocaba como si se tratara de algo muy frágil, como un tesoro invaluable al que solo el quería tener derecho, como si Eren fuera la creación más hermosa del universo.

Y para el, así lo era.

Quería asegurarse de tocar cada maldito milímetro del cuerpo contrario, que nada se le pasara, quería recorrer con sus labios lo más profundo de el.

–Por favor, date la vuelta–dijo con su voz ronca, a lo que el castaño acató enseguida. Dejando a la vista su espalda, con esa bonita línea que se le hacía entre sus omóplatos y el exquisito redondo trasero.

¡Vuelve a Mi!Where stories live. Discover now