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La luna se lucia en el hermoso cielo estrellado, opacando la belleza del jardín. James me miraba como si fuese la cosa más maravillosa del mundo, y yo lo miraba como si mi vida se reflejara en sus ojos color cielo. No habían palabras que necesitaramos decir, solo con el silencio y el choque de nuestras miradas hablaban por si solas.

En menos de una hora descubrimos que eramos tal para cual.

Una corriente helada recorrió mi cuerpo, moviendo mi cabello y el sonar de las hojas.

—Esta comenzando a hacer frío, entremos mejor antes de que tomes un resfriado.— Hablo James mientras me ofrecía su mano. Yo la acepte con gusto y a paso lento íbamos al castillo, sin soltar nuestras manos.

A pesar de que la futura pareja estaban felices, un cierto castaño ojiverde los acechaba desde la habitación de su futura esposa mientras ella descansaba en su cama tapando su desnudez con la fina tela de una sabana blanca.


Se que fue muy corto, pero debo decir esto de alguna forma.

El colegio me esta matando de a poco, con pruebas todos los días (y eso que comencé el 28 de febrero) y de verdad que no tengo nada de tiempo. Y no se como mantendré esta historia en pie si sigo así. Ayer explote por el estrés que agarre en el colegio
D

e verdad que estoy mal y no tengo tiempo. Escribiré los días que tenga libre, los cuales son muy pocos.

Siento molestarles con esto

®La Princesa Que No Era Princesa [r.d.g.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora