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Los días eran mucho mejores con ella a mi lado, de verdad parecía un ángel y era la mejor persona del mundo.

Ahora ella era la que me ayudaba a vestirme para las fiestas, y quedaba increíble. Nunca había tenido tanto autoestima.

Nos dirigíamos al castillo del chico, mientras, hablaba con mi hermana sobre cosas estúpidas que ya era normal en nosotras. Hacíamos muecas y reíamos a voz baja ya que nuestra madre nos hacía callar al instante.

Llegamos al castillo y bajamos aún entre risas. En la entrada, pude ver al chico que nos miraba con cierto nerviosismo. Ahora que recuerdo, tendrá la misma edad que Beth.. O sea sus 17 años.

Oh no.. No me digas que esta reunión se realizó para que ellos dos se conocieran.

Subimos las escaleras para llegar a la entrada y que él saludara a cada uno cordialmente. Entramos pero yo me quede unos pasos atrás tomándole del brazo.

—Escúchame bien niño bonito, no te pases de listo con mi hermana o no tendrás desendencia alguna.—Le amenacé en un susurro mientras entrabamos a paso lento.

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La reunión consistió en hablar hablar y hablar. Mis padres, Beth y los padres de él estaban divertidos hablando mientras que yo y el muchacho..

Tengo que aprenderme su nombre.

—Como te llamabas?— Pregunté ladeando la cabeza. Él me miró y suspiro riendo.

—Me llamo Rubén que no se te olvide por Dios..— Rió mientras baja una pequeña escalera y me ofrecía su mano. Yo la tome para bajar más fácilmente.

Le sonreí arrugando mi nariz y ojos, Rubén solo se tenso un poco.

Seguimos caminando hasta llegar a una fuente, algo lejana del castillo.

—¿Cómo es posible que una Barbie como ella sea hermana de un ogro cómo tú?— Me preguntó una vez que estábamos sentados en una banca frente a la fuente.

Le miré dándole una mirada asesina.

—Cómo si tu fueras tan lindo... Cerdo asqueroso.— Lo último lo susurré mientras me cruzaba de brazos y miraba a otra parte.

—Soy una divinidad que te pasa.— Su voz mostró egocentrismo mientras fingía tirar su cabello hacía atrás.

—Lo que tu digas feo.—Suspiré mientras miraba al cielo.

—Leonor.. ¿Puedo hacerte una pregunta?— Giré mi cabeza para mirarle y asentir.—¿Que se supone que debo sentir cuando estoy enamorado?

Le miré sin expresión.

Nunca me había enamorado, siempre decía que era un sentimiento inservible. Además de que se que me casaran con un príncipe o un conde no lo se.

De que sirve el amor si sabes cual es tu cruel destino.

—Quizás... Cuando sientes que tu mundo es más colorido...— Miré nuevamente al cielo preguntándome que se sentía eso.—Si te casas con mi hermana quizás lo sientas... Sólo no le hagas daño.

—Quizás..— Se formó el silencio, uno entre incómodo y cómodo. Ambos mirábamos al cielo con una pregunta en común.

¿Qué se sentía estar enamorado y que te amen?




®La Princesa Que No Era Princesa [r.d.g.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora