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Mis ojos pesaban, no quería abrirlos. La luz molestaba y mis ojos lloraban porque si. Me tapé la cara con lo que sea con lo que me haya tapado y refregé mis ojos con mis dedos para luego bajar un poco la manta (creo que era una manta) para ver la ventana de mi...

Un momento, esta no es mi habitación.

Abrí mis ojos bien y me senté, pero al momento de hacerlo una corriente fría recorrió mi cuerpo. Miré hacia abajo y rápidamente tapé mi desnudez. Mire a mi lado y había un bulto que se movía de arriba hacia abajo, la ropa de la cama cubría su cara pero unos mechones castaños se asomaban por debajo de la ropa.

Mi respiración se volvió agitada, me levante con cuidado pero una puntada en toda mi intimidad dolió. Y era todo lo que para mi era intimidad era lo que protegía mi ropa interior.

Todo.

Más aterrada aún busqué mi ropa que estaba esparcida por toda la habitación. Me puse lo que encontré mio y quería irme pero me detuve en seco cuando fui procesando todo el recorrido de buscar mi ropa.

Era una habitación muy grande como para ser común.

Un pequeño sonido de rechinar me alarmó. Miré en dirección a la cama y el bulto se había sentado dándome la espalda. Al igual que yo no sabia lo que pasaba. Iba a voltearse y yo justo en ese momento corrí hasta el fin de la cama escondiéndome. Me arrastre cual soldado bajo la cama.

No se porque lo hice, el pánico se apoderó de mi.

El bulto se levantó y se estiró. Caminó por toda la habitación y se alejó hasta llegar a la puerta donde estaba apoyándose con su espalda.

Yo solo trataba de no mirar su entrepierna..

—Se que estás debajo de la cama. Sal ya.— Sentenció. Un sudor frío recorrió mi cuerpo mientras salía debajo de la cama.

— Hola...— Reí nerviosa mientras miraba a otra parte un poco sonrojada.

— Quédate en la cama, dándome la espada hasta que yo me vista.— Su voz sonaba molesto y furioso. Yo solo obedecí e hice lo que dijo.

Luego de un par de minutos Rubén se sentó a mi lado apoyando sus brazos en sus rodillas.

Nos quedamos en silencio, un muy pero muy incómodo silencio. La habitación no emitía ningún ruido, ni de afuera. Era silencio puro.

—Bueno...— Decidí romper la tensión, quería saber lo que había pasado anoche.— esto es incomodo... Sabes lo que pasó anoche?

Mi trasero dolía un huevo. Y todo a lo que puedo llamar intimidad.

—Es muy obvio no crees..— Su voz no tenia expresión, era neutra. Sin enojo ni nada. Su mirada estaba perdida. —No recuerdo muy bien lo que pasó, pero lo inevitable no se podía evitar entre adolescentes ebrios, drogados y con hormonas alborotadas con un libertad.

<mierda mierda mierda >

—Pero no debes preocuparte, mis padres arreglaron una cirugía para mi a los 14 para la vasectomía¹ hasta que me case. Luego tendría que volver a operarme para cuando este casado.— Explicó y yo con un alivio deje de pensar en maneras para suicidarme.

—Eso es bueno..— Sonreí incómoda mientras me movía porque el dolor era insoportable.

Rubén lo notó y rió.

—Tengo un método para recobrar la memoria, pero dolerá.

—De que hablas..

Y ahí fue cuando me golpeó en la cien.

®La Princesa Que No Era Princesa [r.d.g.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora