Me gusta ser aguja,puntiaguda y afilada.
Que me abraces y mi figura
se clave en tu pellejo,
y que el mío sea tan fino
como como la piel muerta
que queda después de estar quemada por el sol.
Como la piel en la que habito.
Me gusta sentirme como una espina,
como las que tengo clavadas en cada esquina
de la boca,
que me detiene,
que hace que duela todo lo que toca.
Me gusta sentir cómo me clavo en la tierra,
cómo se siente el suelo tocando mis vértices.
Me gusta sentirme pequeña
y punzante, como el cristal
que sujeto entre los dedos
cada vez que me siento en la mesa
y empiezo a masticar
y sangro
y los dientes se desprenden de mi mandíbula
y yo me desangro.
Me gusta ser aguja,
a
g
u
j
a.
Pero el cajón de-sastre donde habito
ha empezado a coger demasiado polvo
que hasta los carretes de hilo con los que vivo
se están empezando a quejar de mi aire incisivo.
Ojalá poder ser siempre espina,
ojalá no volver a ser nunca, nunca
un ovillo de lana.