En el Medio Pt. II

Začať od začiatku
                                    

Su parte era haber ido a Córdoba mintiéndose a sí misma. Su parte era haberse conformado con el puesto de mejor amiga creyendo que era suficiente para que, un día, Gianmarco simplemente comprendiera que la amaba. Su parte era haberle dicho que quería conocer a Fátima cuando, en realidad, lo que quería conocer era lo que lo atraía a él.

Pero no iba a conocer un conjunto de características de las cuales podía aprender. Lo que iba a conocer era una persona.

Una persona que ella odiaba, la que acaparó a su mejor amigo, la que se ganó su corazón sin siquiera merecerlo.

Ojalá Olivia hubiese amado a otra persona, ¿por qué tenía que ser Gianmarco? ¿Por qué no podía mirar a otro lado y simplemente olvidarlo de una vez?

Se dirigió a la sala de estar y se dejó caer en el sillón, mirando al cielo raso.

Se veía a través de sus recuerdos, contemplando a Gianmarco en silencio son esas ansias de que, un día, ocurriese algo increíble. Algo que ella no se animaba a comenzar. Algo por lo que se había esforzado desde que lo conocía, acompañándolo a cada momento, secando sus lágrimas, ofreciéndole su mano y su hombro.

No se arrepentía de ninguna de esas cosas, pero, mierda... ¿Por qué tenía que ser tan doloroso querer a alguien?

Se llevó las manos al pecho, pues le dolía y se preguntaba cómo repondría su corazón después de aquello. Quería pedirle perdón por no ser más fuerte y también quería insultarlo por haber elegido a Gianmarco como motivo de cada latido.

Nunca debería haberse mudado a Córdoba. Él no la quería allí.

Ahora le quedaba una sola opción: Conocer a Fátima, esperar que fuese lo mejor para él así le doliese, y regresar a Neuquén. Sus padres lo entenderían.

Despertó temprano al día siguiente repasando su plan en un intento de creérselo, y se metió bajó la ducha. Aflojó sus músculos y permitió que el agua caliente golpeara la piel de su espalda y su cabello. Intentaba convencerse de que no le importaba cómo mirara Gianmarco a Fátima: Su única misión como mejor amiga era asegurarse de que él tuviese una buena persona a su lado.

¿Importaron sus sentimientos alguna vez?

Se dijo que no y se dedicó a lavar su cabello con las comisuras de sus labios tirando hacia abajo.

Se sentó a estudiar para los finales que se aproximaban velozmente con la única finalidad de que el tiempo pasara rápido: Toda aquella información ya estaba en su cerebro y ni siquiera necesitaba repasarla. El reloj acababa de dar las ocho cuando salió de su departamento. Era muy temprano, pero quería ir con tiempo para poder apreciar la belleza de aquella ciudad ahora que había decidido dejarla en el pasado, junto con Gianmarco.

Contempló cada pequeño rincón que extrañaría con locura, aunque más se debía al hecho de con quién compartió los momentos allí que la ciudad en sí.

Tomó asiento fuera del bar que Gianmarco eligió y pidió un batido helado para pasar la amargura. El calor había regresado. Haría frío en Neuquén.

Bebió un sorbo de su batido y sintió que quedaba aferrado en su garganta. Ni siquiera sabía cómo lograría mantener la compostura aquel día. Todo el tiempo temía echarse a llorar, y era algo que no podía hacer frente a su mejor amigo y su novia.

Los vio aparecer por la esquina, aproximándose hacia ella. Ninguno de los dos la notó. Iban tomados de la mano y Gianmarco sonreía con orgullo como si quisiera mostrarles a todos allí con quién estaba, así como Olivia había soñado que algún día haría con ella.

La chica era delgada y un poco más alta que Olivia. Llevaba el largo cabello castaño recogido en una trenza que se balanceaba en su espalda. También sonreía, aunque se notaba de lejos que en realidad era una persona seria y que aquella mueca en su rostro no era muy frecuente. Quizá Gianmarco le hizo una broma. Quizá le dio un beso antes de doblar en la esquina. Quizá le dijo cuán hermosa lucía.

Hija de la Muerte -Ganadora de los Wattys 2018-Where stories live. Discover now