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Me mató, cada vez que fuiste mi jodida inspiración. Que no tenía nada que me impulsara a coger un lápiz de nuevo, salvo el dolor. Que seas la causa de mis noches de insomnio porque ideas no dejan de llegar a mi cabeza y en ella llueven constantes palabras que necesito sacar como sea. Cada vez que leía otro precioso verso de amor (y con toda la envidia que pueda contener una flor tan podrida como yo) trataba también de plasmar ese sentimiento para darme cuenta que, simplemente, no puedo. Me mató cada vez que la tinta era negra, cuando yo quería que fuese multicolor y sé que tú cambiabas el color.

100 Veces MuertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora