8. La chica de ensueño.

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Estaba sentado en una mesa de aquella plaza, y ahí la encontró, la chica de sus sueños.

La chica estaba con ropa ligera, una falda azul un poco más arriba de las rodillas, con una blusa beige con mangas hasta los codos, traía un bolso celeste cielo hermoso. Su cabello estaba suelto colocado delicadamente a un costado, el izquierdo para ser exactos. Sus ojos se encontraron y se sonrieron mutuamente. Una sonrisa de amor.

Se acercaron y se tomaron las manos con cariño y afecto. Se volvieron a sonreír.

El día era perfecto, un sol brillante, una temperatura agradable, algunas nubes decorando el hermoso cielo, mariposas que pasaban por el camino, parejas felices caminando por los alrededores, el ambiente perfecto.

Empezaron a caminar, iban charlando de temas triviales, y uno que otro halago. Llego la hora, ya se debía marchar la joven señorita, se despidió amable de él, antes de tomar un camino de reversa para volver a su hogar, el joven solo se quedó callado viendo cómo se marchaba, pero antes de que la joven se perdiera de su campo visual, el corrió y llamo a la joven, había olvidado preguntarle su nombre, otra vez. Intento llegar hasta ella, pero ya era tarde.

Todo se empezó a ver borroso y ahí fue cuando abrió los ojos. La luz del sol entraba por la ventana, algunos rayos se posaban sobre sus ojos despertándolo, sin olvidar la alarma que sonaba como loca para despertar al muchacho. El solo se levantó con pesadez y vagancia, no tenía ganas de asistir al colegio, pero no debía faltar hoy tenia examen de química, y su profesora no permitía que nadie la volviera a hacer si no era justamente ese día.

Miro sus dibujos que se encontraban en la mesita de luz, y busco uno en especial, bueno, varios para ser específicos, donde se encontraba algo o alguien especial para él, y ahí los encontró.

Sus dibujos donde se encontraba la chica de sus sueños, la chica con la cual soñaba desde hace mucho. Era hermosa de eso no había duda, pero había un problema, ella no era real.

El solo miro sus dibujos pensando en lo hermosa que era, hasta que se levantó y se fue al baño para bañarse y lavarse.

Llego al salón, y se encontró con sus amigos, se sentó al lado del moreno, quien hablaba tranquilamente con la morena, su amigo se caracterizaban por ser positivo y animado, aparte de ser un gran confidente en sus secretos. Y su amiga, bueno ella era muy buena para guardar secretos, aparte de dar los mejores consejos.

La profesora entro al salón con absoluta seriedad y se sentó en su silla saludando a sus alumnos.

Estaban todos a punto de empezar la evaluación de no ser por unos golpes en la puerta la interrumpieron. Ella salió afuera a ver el motivo por el cual era el motivo de la interrupción tan repentina.

Después de un rato de charla, entro de vuelta, pero acompañada de una joven chica de pelo azabache oscuro, ojos azulados como el cielo, tez blanca como la porcelana. La joven llamo la atención de varios chicos, bueno, para ser exactos, dos, un pelirrojo y un rubio, el rubio que estaba enfrente se le quedó asombrado, y rápidamente empezó a buscar en su bolso unos dibujos, y ahí los encontró, miro sus dibujos y ahí estaba ella, la misma chica, algo raro estaba pasando dentro de la cabeza de él, pero por fuera, solo desvió la mirada de la azabache para ver un punto en el vacío. Mientras que la azabache solo tenía los ojos puestos en el pelirrojo de atrás de todo.

La maestra la hizo sentarse detrás del rubio, sin que este se diera cuenta, pero una voz lo saco de sus pensamientos y esa era la voz de la profesora anunciando que no abra examen a causa de la nueva alumna. Esto alegro a la gran mayoría de los alumnos que no habían estudiado, mientras que a otros los indigno porque se habían matado estudiando para una prueba que al final no dieron.

One shots miraculersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora