El Guardia Rojo.

122 11 4
                                    

Era un día frío y nublado. Un Fredas [Viernes] de Otoño. Me encontraba bebiendo leche junto a mi hermano menor. Ambos sentados frente al fogón en el que se cocinaba nuestro guiso de venado.

Alof nos sonrió con ternura cuando bajó las escaleras y se dirigió a la sala. El ambiente era cálidamente cómodo. Siempre se sentía así cuando podíamos compartir en familia.

O con lo que queda de la familia.

-¿Cómo está Maul, Christ? ¿Cuándo se casan?

No entiendo cómo soporto a este hombre.

-Ignoraré eso.- Dije sin mirarlo. Él rió.

-Me gusta hacerte enojar.

-Lo sé, creo que incluso lo sé demasiado bien. Y por tonto haré que te molestes, así que saldré.

-Oh... Así que la mocosa quiere igualar al rey de las molestias.- Dijo con un aire ufano.

-Más bien el rey de los idiotas.- Respondí, levantándome y dándole la espalda para que no viera mi sonrisa.

-Cada día más respondona la mocosa.- Dijo mientras caminaba en sentido contrario a mí. O así me lo pareció por el sonido de sus pisadas. Yo sonreí aún más, dirigiéndome a mi cuarto.

Cerré la puerta tras de mí con el pie. Con tranquilidad me senté en mi catre y me agaché un poco para tomar el pequeño libro de cuero desgastado que se escondía bajo el mueble.

-Volvemos a vernos, querido amigo.- Le dije al libro que ya tenía un poco de polvo.

En ese libro suelo escribir lo que se me da la gana, desde poesía hasta cortos cuentos que se me ocurren porque si. También es como... Una clase de diario. Pero al mismo tiempo no, es bastante complejo.

Lo mantengo escondido para que nadie, nadie lo lea. Contiene desde los sentimientos más hermosos hasta los más profundos y tristes.

Además de muchos datos muy secretos sobre mí. Pensamientos que odiaría que alguien se enterase. Fantasías de las cuales me avergüenzo de siquiera haberlas pensado.

Lo abrí con delicadeza, los años ya estaban haciendo su efecto... Tanto en mí como en el libro.

Ya no suelo escribir mucho. Lo último que tengo escrito es... Lo que pasó con Maul hace tres días.

No es mal chico, desde que me dijo lo que pensaba de mí salimos de vez en cuando, nos sentamos a las afueras de la ciudad a contemplar el cielo, a jugar en la nieve, o a simplemente caminar. Y también me ha ayudado a cazar. Es muy bueno con el hacha. Si bien no se le da bien el sigilo, es muy fuerte... Pero no muy guapo, eso he de admitirlo.

A pesar de ser bardo, no me ha dicho ninguna clase de piropo rebuscado o poético. Es más, me he dado cuenta de que es bastante tímido. Y eso es horrorosamente tierno.

Pero he de ser inteligente.

Suspiré volviendo a guardar el libro debajo del catre, con la mano cansada de tanto escribir, dejé el pequeño y desgastado lápiz a mi lado, para luego sonreír de satisfacción. Era reconfortante escribir hasta ya no poder más, llenar y llenar hojas con sólo pensamientos, de los cuales más tarde podría avergonzarme, o mantener como una norma en mi reglamento mental.

Dejé el lápiz por ahí, sobre un mueble, y me levanté. Moviendo lentamente mi muñeca, haciendo sonar mis huesos, lo que me provocó soltar una pequeña queja, no de dolor, si no de impresión.

Me estiré. Esta vez sonaron los huesos de mi espalda.

-Creo que debería hacer más ejercicio... En cualquier momento me rompo o algo.- Me dije, sonriendo por mi estúpido comentario.- ... ¿Debería salir con Maul hoy?...- Dudé.- ¿No será que paso mucho tiempo con él? Es mejor que le de un poco de tiempo a la pequeña Christer. Salir sola, observar...

Luz de Vela. [The Elder Scrolls.]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora