El Bardo.

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El sonido de las hojas y de las ramas chocándose unas con otras me tranquilizaba. La vista hacia las montañas me hacía pensar en qué clase de criaturas habría por allí...

Pequeñas hormigas caminaban sobre el tronco del árbol sobre el que apoyaba mi espalda, mientras que una rama es mi asiento. El viento, además de mover las hojas, movía mi corto cabello hacia adelante, tapando mis ojos, tapando la hermosa vista que tenía de las nevadas montañas.

-Si caigo...- Comencé a hablar conmigo misma.- Mh... No moriría pero si me haría un daño importante.- Miré hacia abajo, con cuidado.- Christ, el brazo ya sanó, ahora no tienes que rompértelo.- Volví la mirar a las montañas.- Pasando estas bellezas... Muy lejos, está Soledad, la ciudad Imperial... Y ahí, se encuentra el colegio de Bardos... Me encantaría ir a aprender allí... Ya no tendría que esconder mis escritos...- Seguí hablándome. Mientras recordaba en una pequeña y desgastada libreta en la que escribía historias en versos. Palabras simples que intentan explicar la complicidad de un sentimiento tan profundo...- Si tan sólo tuviésemos dinero...- Suspiré saltando de la rama del árbol.

Llegando a Ventalia, con el cabello desordenado debido al viento y con la nariz rojiza por el frío, abrí la enorme puerta que daba la bienvenida a la comarca, al cerrarla con lentitud, estremeciéndome levemente por un escalofrío. Mi mirada se encontró con una persona que desconocía... Eso era nuevo, yo conozco a todos en Ventalia, aunque no todos me conocen a mí. Pero ese no es el tema.

Era un chico alto, bastante alto... De cabello oscuro, al igual que sus ojos. Su piel también era de un tono más oscuro que el de los nórdicos... ¿Será un Guardia Rojo?... No... Sus facciones son toscas, pero no tanto como para ser de esa raza. El chico estaba frente a la puerta del Salón "El calor de la vela" discutiendo con la posadera. Lenta y sigilosamente comencé a caminar hacia ellos, para escuchar mínimamente lo que decían.

-Por favor señorita, sólo vengo a contar las historias de nuestra amada provincia, y a recitar los poemas más hermosos creados por mí... No debe pagarme, soy un bardo humilde...- Dijo el chico, su voz era grave, pero se oía dulce y compasiva.

-Ya dije que no. ¡Y estas son mis últimas palabras!- Dijo la posadera antes de entrar a su Salón dando un portazo.

El bardo suspiró, yo me encontraba pasando por al lado de la posada, lo miraba de reojo. Era un bardo, sabe poesía, probablemente sepa tocar instrumentos...

Necesito hablar con ese chico.

Tomé aire, di media vuelta y me dirigí a la posada, el chico me vio y me dedicó una sonrisa de cortesía.

Talos mío, ¿Qué debería decir?

-Menuda pelea ¿Eh?- Dije intentando comenzar una conversación.

-Si... ¿Nos escuchaste? ¿Tan fuerte gritó Elda?- Dijo, levemente serio, pero sin parecer descortés.

-Bastante fuerte fue... Es que justo iba entrando a la comarca y los vi discutir, y como no te conocía, me dio curiosidad saber qué pasaba.

-Ya veo... Mi nombre es Maul, vine aquí desde el Colegio a contar las historias de nuestra provincia. ¿Y tú? ¿Cuál es tu nombre?

-Me llamo Christer... Pero me gusta que me digan Christ.

-Un gusto conocerte, Christ.- Dijo sonriéndome levemente. A lo que le devolví la sonrisa.

¿Y ahora qué digo? ¿Debería invitarlo a caminar o qué?

-Mh...- Dudé.- ¿No te gustaría conocer Ventalia? Porque... Supongo que no habías estado aquí antes... ¿Verdad?

-Suena bien... ¿Por qué no? Pienso quedarme un tiempo... Ya sabes, para conocer más a fondo todo esto de la guerra.

Luz de Vela. [The Elder Scrolls.]Where stories live. Discover now