El comienzo

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Había una vez, en un pueblo con el nombre de Hanamura en Japón. Una linda región con árboles de cerezo por todas partes, un lugar muy tranquilo y espiritual. Pero lo más importante era que un niño vivía ahí con su familia, quiénes se dedicaban a los negocios turbios. Genji Shimada era el nombre del pequeño. Un infante no fuera de lo normal. Era el consentido de la familia por ser el menor, siempre alejado de los negocios de su padre y siempre a el lado de su hermano mayor, Hanzo.

Genji admiraba mucho a Hanzo, era su héroe, y como todo hermano menor, él también quería ser como el Shimada mayor. Seguir sus pasos para algún día ser igual de perfecto y admirado por los demás. Genji era curioso por naturaleza, pero también era miedoso y muy confiado a la vez. Pero nunca cuando debía, aunque aún así era especial y era querido.

Su padre, Sojiro Shimada, lo consentía demasiado, cada cosa que el menor de los Shimada señalara él lo compraría, fuese ropa, juguetes, no importaba en realidad. Para él lo único que valía era la felicidad de su hijo, claro que, también estaba Hanzo. Hanzo no pedía mucho en realidad, tampoco era muy social, era casi todo lo contrario a Genji. Él prefería el silencio, el orden, y hacer con delicadeza las cosas. Siempre el niño perfecto, pero tenía que serlo considerando la familia en la que había nacido.

...

Un día Genji salió a jugar afuera de los muros de su casa. Hablaba con los perros de la calle y las personas que pasaban por ese lugar. Incluso a veces ayudaba a los ancianos con tareas fáciles como barrer hojas, o espantar a las aves invasoras. Los mayores le agradecían por sus esfuerzos. Todos ellos realizados con un propósito: obtener favores.
Genji podría ser un menor de edad, pero no era tonto, bueno, no, no demasiado. Él sabía que hacer ciertas tareas sin recibir nada a cambio en el momento tendrían retribuciones gratuitas con el paso del tiempo y usar esas oportunidades para lo que quisiera.

Fue así que cuando caminaba por las calles de aquel pueblo sus ojos de posaron sobre un ardilla, no era un canino pero comenzó a seguir la. La correteó por todos lados hasta adentrarse a un bosque desconocido por el infante. El clima se tornaba frío y oscuro, con un viento que viajaba algo rápido haciendo que las hojas del suelo se levantasen y siguieran el mismo camino que el viento. Esto a Genji no le preocupó pues iba muy bien abrigado. De lo único que no se dio cuenta fue que las nubes estaban oscuras y se juntaban entre ellas.

Eran claras indicaciones de lluvia.

El Shimada decidió adentrarse aún más al bosque, buscando a la ardilla que en primer lugar lo guió hasta donde se encontraba ahora. Pero no hubo rastro del pequeño roedor.
Al no tener éxito buscando al peludo animal, Genji decidió ir a casa pero... ¿Cómo? Si no sabía donde se encontraba. Estaba sólo un poco angustiado. Aún había algo de luz y eso lo mantenía tranquilo. Trató de recordar por donde había llegado y siguió su camino por donde creía que era, pero lo único que logró fue perderse aún más adentro que antes. Ahora se estaba preocupando. ¿Qué hará ahora? Hanzo no estaba ahí para ayudarlo y sacarlo de sus problemas una vez más. Tenía que arreglárselas él solo.

Pero en lo que Genji decidía qué hacer, pequeñas gotas de agua amenazaban con caer cada vez más seguido, más fuerte, y en más cantidad. Y también ligeros relámpagos sin estruendos se alcanzaban a ver entre las nubes.
Al final, cayó la lluvia mojando todo a su paso y no tardó mucho para que los rayos y truenos se hicieran presentes. Los estruendosos sonidos que emitían alteraban al pequeño. El bosque parecía estar más oscuro que de costumbre, esto era debido a la humedad del ambiente y la poca luz que traspasaba las hojas de los árboles.
Genji, asustado, decidió correr con todo lo que sus pequeñas piernas podían rendir. Se cayó múltiples veces tratando de huir del fuerte sonido que emitían los rayos. Lágrimas amenazaban con salir, pero él no iba a llorar, no ahora, en estos momentos tenía que ser fuerte, como su hermano o su padre. Pero claro, eso no bastó para motivar lo al cien por ciento.
Sus piernas adoloradas, y sus rodillas raspadas hicieron que ya no pudiera pararse más. Pero Genji no quería quedarse ahí en el suelo, menos cuando había mucha oscuridad a su alrededor y se escuchaban ruidos de animales extraños. Se apoyó en sus pequeñas y delicadas manos, y con la poca fuerza que le quedaba volvió a correr. 'Soy fuerte, soy fuerte' se repetía a sí mismo en su cabeza.

Por otro lado, Hanzo estaba demasiado preocupado por la repentina desaparición de su hermano menor. No podía parar de pensar en lo peor. Su cabeza daba vueltas, no quería creer ciertas cosas que, por más rebuscado que pareciera, podría ser real.
Su hermanito pudo haber sido raptado y ¿por qué no? Era uno de los hijos del jefe del clan Shimada.

Sin dar aviso a su padre o cualquier guardia del palacio salió en la búsqueda de su hermano menor. El clima amenazaba con llover, por lo tanto se llevó una sombrilla y otra a parte que guardó en un bolso que llevaba consigo.
Primero buscó a los alrededores de su casa, luego partió a los locales que a Genji usualmente gustaba visitar. Incluso preguntó a los ancianos si le habían visto. Sólo pocos fueron testigos de la presencia del infante, y ninguno sabía su paradero. Esto preocupó aún más a Hanzo. ¿Cómo era posible perder de vista a un niño tan adorable como lo era su hermano? ¡Era casi imposible! Y con esa bufanda naranja que siempre llevaba consigo... Era muy llamativo.

Habían pasado varios minutos desde que comenzó a llover, pero al principio no le importó mojarse. Ahora podría usar la sombrilla que trajo de casa y seguir en la búsqueda de su hermano. A pesar de lo serio que Hanzo fuera, cuidaba mucho de Genji, incluso aunque no estuviera del todo presente. Le daba consejos para que los siguiera en caso de que una situación similar a sus palabras se presentara. Y vaya que el pequeñín en varias ocasiones ha seguido sus concejos.

El arquero ya no sabía en donde más buscar. Y eso lo llevó a planear alguna venganza... Bueno, así era hasta que recordó el único lugar en el que olvidó buscar, y dándose una patada mental se dirigió al bosque. Era un punto en donde cualquier niño pequeño podría perderse. Y más cuando no acostumbraba a circular por esas zonas.

...

Pasó algo de tiempo cuando Genji dio al fin con un sitio seguro. Lo contempló con asombro. Era una estatua de lo que era al parecer un ómnico, con un techo de paja y madera encima, pero había algo en él que lo distinguía de los demás. Tal vez podrían ser esos 9 puntos en su cabeza, la forma en que sus piernas estaban cruzadas o la vestimenta que utilizaba. No lo sabía bien y tampoco era como que quisiera averiguarlo en ese preciso momento.
Con dificultad y gracias al suelo un poco resbaloso escaló el monumento y se acurrucó entre los fríos brazos de la dura roca. Se había hecho varios raspones en sus manos, rodillas y codos mientras que en su cara sólo había suciedad.

Genji cerró sus ojos esperando quedarse dormido paro no tener que presenciar la horrible tormenta. Cosa que le fue concedida como por arte de magia. El joven ninja se había quedado dormido en los brazos y piernas de aquella extraña escultura.

...

No pasó mucho tiempo para que Hanzo se adentrara a lo profundo del bosque, y de hecho, pudo notar pequeñas huellas desfiguradas debido al agua. Sin duda su hermano había pasado por ahí. Alrededor como de una hora y media Hanzo diera con el paradero del joven Shimada. Se le achicó el corazón al ver a su hermano dormido en tales condiciones. Con cuidado guardó su sombrilla ya que ahora sólo pequeñas gotas sincronizadas caían.

— Genji... Despierta, tenemos que ir a casa. Padre podría estar preguntándose a donde fuimos —. Comentó Hanzo hacia su pequeño hermano quién no daba señales de querer levantarse.

Poco a poco y con la ayuda y algunos toques del mayor de los Shimada, Genji despertó al fin algo somnoliento. — ¿Hanzo? —. Preguntó no creyendo se lo que veía.
Sin pensarlo el pequeño salió corriendo a los brazos de su hermano y se dispuso a contarle todo. Aunque antes de que se fueran le dio un último vistazo a la estatua que le había dado refugio. Era muy linda, además creía que ese monumento le salvó la vida y lo protegió mientras el clim hacía de las suyas.

Ambos se alejaron de aquel lugar con paciencia y Genji se despidió de la forma más dulce y agradecida que pudo antes de correr de nuevo hacia su hermano, tomarlo de su mano y caminar hacia su fortaleza que ellos llamaban casa.

— ¿Qué fue lo que te pasó Genji? —. Preguntó Hanzo de nuevo al ver los pocos rastros de sangre en su débil cuerpecito.

— Me caí persiguiendo una ardilla.

Fue lo único que contestó y era tal vez lo único que Hanzo necesitaba oír.

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Bueno chicos, en general.
¿Qué les pareció? Es mi primer fic, quisiera recibir críticas constructivas y ver sus opiniones respecto a la historia, ya saben, si le faltan más elemento o cosas por el estilo.

La Estatua y Yo (Genyatta)Where stories live. Discover now