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El primero de madrugada

Las sábanas estaban, podría jurar, fuera de mi cama, lejos de mi cuerpo procurando no estorbar y causarme un bochorno matutino. Porque demonios, estos últimos días hacia un calor del infierno. Sin embargo, había algo que quemaba mi espalda, sorprendentemente no resultaba molesto, solo, raro. Al menos lo suficiente para despejar mi mente, pero no despertarme en un 100% Era un calor que podría decir, provenía de un alguien, una persona humana, aunque tal vez un perro también.

Restregue mi cara contra la almohada y aspire su aroma. Quería regresar a mi sueño de antes, quería dormir y que en vida real pasaran años. Y fue sencillo, el sueño me adopto como si la vida entera esperara por mi; con el calor detrás de mío, como una sombra entrometida justo sobre mi espalda, acompañándome el resto del largo y profundo viaje oscuro, obnubilado de todo.

El sueño paso de tonos grises a oscuros tonos de rojo, como un atardecer en la casa de los abuelos en Daegu. Me quedé ahí, admirando, absorbiendo los colores por cada poro de mi piel, asombrado con la cantidad de aves que volaban sobre mi cabeza. Embelesado por la familiar calidez que me robaba de la realidad y me aislaba de ese mundo en constante estrés. Todo se sentía extrañamente perfecto, y hecho para estar como algo permanente.

Pude sentir como los últimos nudos de mi alma se deshacían y me regresaban aquella tranquilidad que me habían arrebatado. El sentir esa brisa, recordar el sentirla, acariciando mis mejillas y alborotando mi cabello largo, ondeando mi ropa y quitándome de las manos con delicadeza aquel obstáculo para mi paz completa. Me di la oportunidad de cerrar los ojos y soñar, soñar dentro de mi sueño.

- ¡Es hora de despertar Min YoonGi! ¡Ni se te ocurra volver a dormirte! –

Que pésima forma de levantarse.