Diecisiete

5.8K 548 72
                                    

Sasuke acababa de colocar las crepes en la bandeja cuando sonó su móvil. Lo recogió del mostrador de la cocina, rezando para que no fuera Sakura otra vez. Su ex le había enviado tres mensajes de texto durante la noche, que él había ignorado y borrado.

Afortunadamente, no era ella. Era su abogado.

—Sasuke, hemos localizado al padre del señorito Namikaze.

Se volvió para asegurarse de que Naru no había abandonado todavía el dormitorio. Lo había dejado durmiendo con la intención de sorprenderlo y llevarle el desayuno a la cama.

— ¿Ha aceptado firmar el contrato? —Le preguntó Sasuke—. ¿Tan fácil ha sido?

—Bueno, una denuncia a la inspección de Hacienda intimida a cualquiera. Con su firma, todas sus deudas, están saldadas. Todo arreglado.

Fue como si de repente se hubiera librado de una inmensa carga. Ahora sabía que, cuando Naruto y él se separaran, el podría continuar con su vida sin aquella opresiva amenaza, vivir sin miedo alguno. Aunque tendría que seguir fiscalizando aquel asunto durante un tiempo, utilizando para ello a su detective privado, solo para asegurarse de que su padre se atenía a los términos del acuerdo.

Cortó la llamada y sacó el frasco de sirope del armario. Ahora sí que podría agasajar a Naru con un sabroso desayuno y un beso de buenos días. Una vez cargada la bandeja, regresó al dormitorio. Naruto se removía bajo las sábanas.

—Espero que te gusten las crepes.

Se estiró perezosamente y volvió a cubrirse con la sábana, sujetándola bajo los brazos.

—Ya sabes que me encanta comer, así que seguro que me gustará.

Dejó la bandeja sobre su regazo y se inclinó para darle un beso.

—Me gusta ver a un doncel que no le tiene miedo a la comida.

—Ya te lo dije —sonrió de oreja a oreja—. Hasta ahora has salido con los donceles equivocados.

Aquella sutil broma lo dejó conmovido.

—Estoy empezando a darme cuenta de ello —murmuró contra sus labios antes de besarlo de nuevo.

No podía analizar sus sentimientos, no ahora. Quizá nunca. Aquel estado de incomodidad que lo había estado acosando durante días, semanas, lo confundía de nuevo. ¿Cómo podía expulsar a aquel doncel de su cama... y de su vida? Parecía algo imposible. ¿Realmente podría plantearse una relación a largo plazo con él?

Se apartó, profundamente afectado por el vuelco que le había dado el corazón ante aquel repentino descubrimiento.

—Cómetelas antes de que se te enfríen.

— ¿Tú no vas a desayunar?

—No, ya tomé algo de fruta y un zumo mientras se hacían tus crepes.

Después de colocarse la servilleta sobre el regazo, Naruto recogió el frasco de sirope y se sirvió un poco en el plato.

—Pareces como ausente... ¿Te encuentras bien?

—Sí, claro —se sentó en el borde de la cama—. Es que acabo de atender una llamada de negocios. No esperaba ponerme a trabajar tan rápido.

—Trabajas demasiado, Sasuke —cortó un pedazo de crepe y se lo llevó a la boca—. Yo creía que ahora mismo solo estabas trabajando en el proyecto de Hyūga.

—Era algo que no podía esperar. Me alegro de haberlo terminado, y además antes de lo que esperaba.

—De esa manera podrás dedicar más tiempo... a cosas más importantes.

Sasuke, sexy, rico y solteroWhere stories live. Discover now