Capítulo 4: Calma...

Start from the beginning
                                    

-¿Y acaso eso me ayudará al adquirir conocimiento? –"Oh, Santísimo..." Expulsaba de sus labios a la vez que parecía que se arrancaría la cara el Maestro que se hallaba frente a él–

-Lo primero que digo y... Bueno, supongo que a los perros no se les puede controlar a la hora de empezar a ladrar.

-Eso no responde a mi pregunta, Maestro.

-No, claro que no te ayudará al momento de adquirir conocimiento, pero sí al momento de entenderlo.

-¿Cómo dice? –Una ráfaga de viento tumbaban ligeramente los lentes del joven de ojos azul relámpago, haciendo que se viera aún más intrigado–

-¿Cómo piensas obtener conocimiento, y sabiduría sobre todo, si no maduras de una buena vez? ¿Cómo piensas, en realidad, que el ser humano madura en esta vida?

-Bueno... A través de los años, claro está, yo no tengo la misma manera de pensar que hace 2 o tres años.

-¿Y no te has puesto a pensar, sabelotodo, por qué?

-Por las experiencias, Maestro.

-¿Y eso no te da una pista? Las experiencias, mi querido discípulo, traen enseñanza, todo en esta vida...

-Lo es –Dijo Rigel sin saber bien el porqué de esa repentina conexión–

-¡Exacto! Y a medida que pasan los años, maduramos, nos volvemos Maestros en lo que hacemos, y es por eso que ese es el rango más grande en todos los demás –Terminó el Maestro Klaüde con la segunda parte de la Pruv, añadiendo una sonrisa a la frase–

-Aún así...

-Sí, no crees que pertenezcas allí, lo entiendo, no hay problema. Sin embargo, precisamente por eso, sé que eres el más apto para estar entre ellos, Ziderano.

-¿Y eso a qué se debe? –Dijo casi sarcásticamente su discípulo que ahora se colocaba en la misma posición que su Maestro–

-Sencillo: Buscas respuestas, y las hallarás sin pensarlo, sin entenderlo siquiera; en eso no hay mucha diferencia con nosotros.

-¿Qué es exactamente lo que quiere decirme con todo esto Maestro?

-¿Qué es lo que buscas, Zid Aulerx? Realmente, ¿qué buscas aquí? –Rigel tragó saliva, no había otra forma de contener lo que tanto había estado esperando decirle, más aún no podía– ¿No dirás nada? Bueno, entonces es momento de irnos, espero que no lo dejes aquí de nuevo –Y con una leve mirada al rincón donde Rigel había estado reclinado tanto tiempo, el joven discípulo observó casi escépticamente el pequeño cuaderno marrón, algo curtido por el pasar del tiempo, y abombado por la pluma que había dejado adentro, que él mismo había dejado en la Fuente Circular–

-¿Cómo...?

-Arréglate, es momento de ver a los seres. –Dijo cuando, de repente, se echó completamente hacia atrás, dejando a Rigel como una estatua al observar cómo su Maestro, un poco confundido entre sus ropajes, caía por los otros dos niveles del Mirador y lo que restaba de este, y caer como todo un exhibicionista y saludarlo con una grata sonrisa desde el punto más bajo, limpiando únicamente algunas partes donde parecía, se había ensuciado–

-Te recomiendo que saltes, Zid. No va a esperarte toda la vida -Escuchó de repente Rigel de una voz algo tensa y sonora-

-¿Cómo...?

-No, ni idea de cómo lo hace -Dijo sonriendo la Guardia del Tercer Nivel que, extrañamente, le daba la espalda al joven zider- Es como una costumbre.

-¿Cómo dices? ¿Ya lo ha hecho antes?

-Cada vez que sube aquí. Aunque, a veces, lo hace desde el techo -Dijo mirándolo de reojo- Por eso te recomiendo que saltes también, han de quedarte pocos minutos antes de que se vaya; por lo que he visto, has de ser su apadrinado, pues no se permite la entrada de estudiantes a este nivel.

-¿Tú no lo eres también? -Respondió fríamente Rigel, guardando su libreta por detrás de su pantalón-

-No, estar aprendiendo no siempre se logra a través del estudio. No entiendes la diferencia entre tu rango y el mío.

-¿Es por eso que no me has dirigido la mirada desde que entré al Nivel?

-No, eso es ridículo, y no es de tu incumbencia todavía -Dijo sonriendo más ampliamente que antes- Aunque, supongo, da igual si lo sabes o no, igual lo descubrirás en poco tiempo; poco más de un trimestre, eh... Vaya que eres rápido.

-¿Cómo dices?

-Rigel Aulerx, todo se develará a su debido tiempo -Dijo volteándose fugazmente y extendiendo su mano derecha, la cual tenía un extraño tatuaje en sí- Rin-Harlot, búscame en el Gremio de la Lucha, cerca del Valle del Calor, cuando acabes de presentar tu Scöh; ha sido todo un placer.

-No podemos entrar en los Gremios sin autorización, es una de las primeras reglas de la clase de integración.

-No, los zider tienen prohibido hacerlo, pero tú amigo... -Calló con una mirada semiabierta y casi irónica al decir: - Espero hallas disfrutado tu calma.

-¿Mi calma?

-¿No lo has entendido? Esta es la calma antes de la tormenta. Ahora vete, en serio, se está desesperando, y no te olvides de buscarme, por cierto, no me gusta decir perdón tan rápido.

-¿Perdón por qué?

-¡Por esto! -Soltó con una risa y un fuerte empujón hacia Rigel que lo hacía caer por el Mirador, rápida, sutil, fríamente, junto al aire congelado que llevaba una única dirección que ahora vislumbraba el joven cara pálida: El Gran Salón-

ElementalesWhere stories live. Discover now