Capítulo 3: Humanidad

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-Ser humano es el cuarto pecado por esto: Un humano, nunca es humano-Dijo Rigel con una voz más confiada que la esperada–

El frío del día parecía hacerse aún más fuerte, una brizna de recuerdos lograba hacerlo también. El silencio de las respuestas no era nada comparado con el incesante choque de miradas entre el alumno y aquella voz que parecía ser emitida a través del cuerpo de su Tutor. Menos de un segundo, más tiempo del que uno podría imaginar, fue lo que transcurrió entre la respuesta del joven zider y el comentario de aquella simulada fonética emitida por la garganta del Maestro Klaüde. La luz de un relámpago a lo lejos, una manzana cayendo por el borde de un mesón de caoba, la sonrisa de ese alguien que entendería lo que pasó a continuación, y la respuesta ante aquella afirmación:

-Ese argumento es capcioso, estúpido, tú mismo has dicho que defenderías a la humanidad, y ahora dices que no existe –Dijo de nuevo aquella extraña voz, como un ventrílocuo experimentado que juega a ser algo que no es a través de un muñeco, esta vez no tan estático, que no entendía qué hacía –

-No, se equivoca, Maestro. Estoy haciendo justo lo que dije que haría, y aunque sé que piensa que es ilógico, es más lógico de lo que parece, y se lo demostraré –Rigel saltaba con facilidad hasta el otro lado del barranco del Klaüde...- ¿Alguna vez ha visto a un pez ser algo más que un pez? O ¿A un árbol ser algo más que un árbol? No, ¿verdad? Eso sería, además de magistral, demasiado locuaz para el hombre. Sin embargo, y dígame ahora, ¿ha visto alguna vez a un humano ser, de verdad, un humano? La respuesta es no, un humano nunca va a ser solo un simple humano: Un humano puede ser bombero, puede convertirse en escritor, puede ser un hombre de la ley, quizás un pintor o hasta músico, ¡puede ser un Maestro! Un ser que lo conoce y lo sabe todo, e incluso ir más allá, pero nunca, jamás, va a ser un simple humano.

»No se preocupe si no lo entiende a la primera, yo tampoco lo entendía hasta hace poco, a pesar de que fue la última TesBi que presenté, en la clase de Humanidad Avanzada. Fue igual de extraño para mí, nunca me dieron el resultado de esa prueba, por cierto, pero supongo que la habré superado. ¿En qué estaba? –Rigel volvía a ser ese mismo que siempre había asombrado al Consejo; empezando por su voz, calmada y serena, que inducía a la supremacía del ser a conocer los misterios del más allá– ¡Ah, sí! No lo entendía, y creo que es precisamente por el segundo de los pecados que he mencionado: Es algo tan obvio, que no lo sabemos. Los pecados, creemos, se tienen que limitar a lo que una sola definición diga, sin embargo, y eso fue lo que más me impactó, y con lo único que me quedo de este corto proceso como ziderano, no es así: Todo depende, todo cambia, si no, no fuera humano.

»Es por eso que la humanidad ha progresado, ha seguido: por su cambio. No por ustedes, no por líderes que juegan a hacer el bien, por ellos mismos, porque no nos podemos quedar detenidos en un solo punto. No estoy diciendo que no la deteste, la humanidad es una cosa terrible y patética, para mí al menos, sin embargo, me intriga, Maestro –Disculpa sincera emitió su tez– No como esa cosa, eso ni sentido tiene, sino más bien como un enamorado que despierta pensando en la alegría de su amada, sin saber bien qué o cómo se siente. Conozco a mi amada: La clase de Movimiento y Cuerpos me ha ayudado a entender cómo y porqué se mueve. Sé escucharla y hablar con la mayor fluidez posible, agradezco a Lenguaje y Conexión, me ha ayudado a entender que, incluso con un simple respirar, estoy diciéndole algo al mundo. Y no sólo sé cómo se mueve y cómo hablarle, sino que, también puedo conectarme con ella, y ver qué he, haré, y estoy aprendiendo de ella; Humanidad me ha ayudado con eso.

»Estudios Científicos, por muy tediosa que fuera la clase, me ha ayudado a no solo calcular o a preparar mezclas, no me ha empujado a ser parte fundamental de las estrellas de la galaxia nada más, ni me ha limitado a creer que solo existen unas cuantas ciencias, no, sino que me ha ayudado a ver más allá de la caja en que el ser humano vive, como se la pasaba repitiendo la profesora Mayssel, a sentir esas fuerzas que mi amada tampoco conoce, y yo quiero mostrarle, como todo buen imbécil que soy, para quedar como un perfecto sabelotodo; solo que con más gracia y florituras que los demás. Y ni se hable de Lógica y Moralidad, o la Clase de Integración, con ellas estoy seguro que no solo lograré seducir y obtener lo que busco de mi amada, sino que lo haré de una manera en la cual no tendré el más mínimo sentido del qué estoy haciendo, y aun así, lograré acercarme, como un tigre de bengala escondido entre la maleza de la selva africana en busca de una presa, aguardando al momento en que mi amada, aunque dura y muy difícil, cometa un error y ceda ante mí todo su esplendor, cual amanecer perpetuo en el Caribe del ensueño, en el que yo aprovecharé, así sea solo por unos instantes más cortos que la felicidad del hombre, y sonsacaré, entenderé, y sobrepasaré los límites de los misterios humanos, con un paso veloz y sagaz, pero a la vez, que mantenga la gracia, paso por paso, segundo a segundo, latido a latido, de mi extenso caminar hasta esta, que se hace de rogar, que me tienta, que me intriga, y sin duda alguna, es algo más que una vida.

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