Capítulo 11 (2a Parte)

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A pesar de que la oscuridad de la noche no ayudaba demasiado para poder admirar el llamativo color de el agua, el reflejo del brillo de la luz de la luna era suficiente para ayudarnos a notar la clara transparencia de la misma; solo que... Aún quedaba un inconveniente más que me impedía otorgar mi total atención al lugar. Algo más llamativo y mil veces más precioso que cualquier lugar del mundo que se veía deslumbrante a la luz de la luna...

- Este lugar es fascinante. -expresó ella con admiración evidente. Mi bella Reina reluciente no podía apartar sus ojos del extenso mar; así como yo no podía apartar mis ojos de su rostro.

- Deslumbrante y hermoso. -balbucee, y ella me miró. Inmediatamente se dio cuenta de que yo no lo estaba diciendo por la bonita playa, sino que se lo estaba diciendo a ella, y por eso se negó a sostenerme la mirada durante demasiado tiempo.

Detesto que siga sintiendo pena de mantener el contacto visual. Yo adoro sus ojos y deseo admiramos durante cuanto tiempo me plazca, por ello me atreví a colocar mi dedo índice bajo su mentón y la obligué a elevar la mirada.

- Eres molesto. -se quejó, alejándose un poco de mí.- No seas tan cargoso conmigo. -comenzó a caminar hacia el agua, alejándose de mí, pero de todas formas la seguí.

- Ya te he dicho más de una ves que no me agrada que me niegues la mirada. -dije, tomando su mano antes de que se volviera a alejar de mí, y si un tirón para atraerla nuevamente.

Ella no sé negaba a mí, en realidad. La maldita quiere jugar conmigo. Lo puedo ver en sus ojos y en su sonrisa traviesa, ella me corresponde completamente. Es sólo cuestión de tiempo para que se deje llevar por mí definitivamente.

- Eso a mí no me importa. A mí no me gusta que me miren a los ojos. -intentaba escaparse de mí, pero yo no pienso dejarla ir tan fácilmente. La rodee con mis brazos en un abrazo y aproveché para inhalar el delicioso aroma a limón fresco de su cabello suave y ondulado.

- Lo sé, pero yo volveré a quitarte la timidez. -murmuré cerca de su oído, y pude sentir su corazón latir con más fuerza.

- Ya, suéltame idiota. -se libró de mí agarre y comenzó a correr. Obviamente yo la perseguí, pero en un instante se detuvo para agacharse junto a la orilla...

- No... ¡Mi ropa no... -intenté decir, pero la maldita me salpicó.

La maldita desgraciada comenzó a reír, burlándose de mí en mi cara por lo molesto que estaba. Eso hizo que mi enojo por haberme mojado mi sacó preferido se convirtiera en algo más; y por eso me lo quité, fui a colocarlo sobre una roca a lo lejos junto con mis zapatos y me dirigí hacia ella con paso firme.

- ¿Qué piensas hacer, Hudson? - me provocó, saltando junto a la orilla porque ya no tenía puestos sus zapatos altos. Estaba descalza, igual que yo...

- No me estoy riendo, Coraline. -fingí una voz ruda y molesta mientras caminaba hacia ella. Ella retrocedía rápidamente porque sabía que yo tenía algo malo en mente.

- Huy, que seriedad. -volvió a burlarse de mí y comenzó a correr a toda velocidad, aún más rápido que antes.

La perseguí durante un par de minutos solamente porque, a pesar de que ella es bastante rápida, yo fui entrenado para superar a todos. En las y entrenamientos siempre fui el favorito de los instructores. Es uno de los dones que posee alguien que es mitad Portento, y mitad Cazador...

Cuando la atrapé, la llevé hacia el agua conmigo y quise empujarla para que callera y se empapara, solo que al parecer tropecé por haberme enredado con ella y ambos caímos al agua. Dejé de lado el que mi ropa estaba completamente empapada y no pude evitar reír, como nunca lo había hecho en mi vida. Ella también reía conmigo, y al ser tan malvada tomó una gran cantidad de arena húmeda y me la metió dentro de la camisa. Claro que yo no pensaba quedarme atrás, tomé una gran cantidad de arena y se la coloqué sobre la cabeza.

Ella me seguía poniendo arena y otras cosas que el agua había arrastrado hacia la orilla, y yo le tiraba en la cabeza. En un momento me cansé de sentir esa incómoda comezón, y decidí poner las cosas más parejas; le puse arena dentro de su camiseta negra por el cuello, detrás en su espalda.

- ¡No! -chilló, mientras yo reía marcadamente por haber logrado obtener mi venganza.

Ambos aprovechamos el fin del juego para quitarnos cualquier resto de arena de la ropa y él cuerpo. Ella intentaba sacudirse, a diferencia de mí que opté por hacer las cosas más fáciles. Salí del agua, y comencé a quitarme la ropa.

- Oye, pervertido. ¿Qué estás haciendo? - Me preguntó horrorizada, pero permanecía inmóvil en el agua sin poder dejar de observarme mientras me quitaba la camisa.

No es la primera ves que ella me ha visto utilizando poca ropa, pero en realidad no lo recuerda.

Debo admitir que he cambiado en algunos aspectos. Después de tanto tiempo, he madurado aún más, y para bien. Estoy orgulloso de mi estado físico; a pesar de que no tengo unos súper brazos como T.J., tengo mis lados fuertes, y estoy seguro de que ella querrá probar muy pronto...

- Para lavar la ropa, no debes tenerla puesta. -dije con una sonrisa en mi rostro, pues me causaba bastante gracia el que ella me comiera con la mirada.

No la culpo ni me ofendo, porque admito que yo también la he mirado así muchas veces...

- Eres desagradable. -negó con la cabeza, aún dentro de el agua intentando quitar el arena de su cabello.

- Delicada. - me burlé de ella y la empujé para que cayera de espaldas en el agua, y luego me adentré rápidamente hacia la parte profunda.

No soy idiota, seguramente me iba a golpear si salía del agua y yo aún estaba allí a su lado.

- ¡Edmund! -gritó molesta al salir e intentó lanzarme un caracol, pero yo ya estaba suficientemente lejos.

- Ven por mí, Reina. Ven y nada conmigo. - la llamé mientras nadaba tranquilamente en el agua transparente y deliciosa.

- No. Algún día deberás salir de allí y yo estaré aquí esperándote para pegarte con tus propios malditos zapatos. - me respondió a distancia y salió del agua para estrujar su ropa sin quitársela.

- ¡Cobarde! -le grité, y ella fingió no haberme oído.- ¡Hey, Moune! ¿Acaso temes que los tiburones te ataquen? Aquí no hay de esos, tonta. -comencé a burlarme aún más para provocarla. Le doy 5 minutos para que explote y venga hacía mí para darme un golpe, pero por lo menos vendrá.- Puedo ver que traes ropa interior de abuela a través de esa camiseta barata. ¿Acaso Zack se la robó a los pobre para ti, o tú misma se la robaste a un indigente?.

Ella se giró y me dedicó una mirada asesina.

- ¡Se la robé a tu madre! -me respondió, y yo no pude evitar reír nuevamente.

- Posiblemente, solo que ella podía lucirla mejor. Tenía con qué. -dije, y esa pareció ser la gota que colmó el vaso.

Punto para Hudson.

Ella se quitó su camiseta y yo tuve que morderme con fuerza, por que a pesar de la distancia puedo ver con total claridad cada centímetro con detalle... Creo que tiene un nuevo tatuaje sobre su cadera del lado izquierdo. Luce mucho mejor de lo que se veía antes. La pubertad le llegó tarde, pero llegó y arrasó completamente.

Luego de que se quitara el pantalón, vino hacia mí y rápidamente se ocultó en el agua para evitar que yo continuara admirando su cuerpo. Pero al parecer cuando estaba intentando llegar hacía mí, algo sucedió. Ella comenzó a mover los brazos de forma muy extraña; parecía que se estaba ahogando.

- Coraline, no bromees así conmigo. -dije, y ella exclamó mi nombre una sola ves antes de hundirse por completo.- ¡Coraline! -exclamé asustado e inmediatamente me sumergí para ir tras ella.

Nadé rápidamente hasta el punto en el cual ella desapareció, pero no podía hallarla. Volví a subir a la superficie y observé a mi alrededor con desesperación. Demonios... Una ves más me hundí en el agua para buscarla, pero a pesar de que el agua era transparente, mí vista se volvió borrosa debido a la desesperación. Salí a la superficie por segunda ves y comencé a maldecir, agarrándome la cabeza con una mano y manteniéndome a flote con la otra.

No puede haber desaparecido así como si nada. Espero no haber cometido un error...

Estuve a punto de sumergirme por tercera ves, y está ves tomé suficiente aire para durar más tiempo allí abajo, hasta que sentí un ruido detrás de mí y un par de brazos rodearon mí cuello por detrás. La maldita desgraciada comenzó a reír malvada mientras me tiraba del pelo.

- ¿Te asustaste, idiota? -continuó riendo descaradamente y yo la alejé de mí para poder girarme y tenerla de frente. La tomé por los brazos con firmeza y a pesar de que mi disgusto era evidente, a ella le valía y pepino.

- Eso no fue gracioso, estúpida. -gruñí. Mi corazón parecía estar a punto de explotar debido a los nervios. Y eso que yo no soy una persona nerviosa.

- Wou, realmente te asustaste. -rió burlista.- ¿Acaso creíste que me había escapado? De ti. Cuidado, Zack tiene un Submarino y está debajo de nosotros para llevarme. - se burló utilizando una voz muy estúpida y siguió riendo, hasta que yo la tomé con fuerza por la cintura para pegarla a mí; así también podía tener su rostro más cerca del mío. Eso ya no le pareció nada gracioso.

- Yo no me estoy riendo, Coraline. -murmuré muy cerca de sus labios, y pude oírla tragar con fuerza. Definitivamente, ya no se estaba riendo.

- Edmund, suéltame. -pidió con voz temblorosa y nada más colocó sus manos sobre mí pecho desnudo, sin esforzarse por alejarme.

- ¿Porqué? -exigí una respuesta de su parte y la presioné aún más contra mí.

Con su rostro tan cerca de mí puedo sentir fuego nuevamente en mi interior. Mis labios arden, deseando probar los suyos después de tanto tiempo. Pienso que deben de saber deliciosamente dulces y ácidos a la ves, por como es ella en su totalidad.

Corro el peligro de sobrepasar los límites y cometer un grave error, aún que... Ella también me desea. Puedo sentir en todo mi cuerpo que ahora mismo ella también desea conocerme con mayor profundidad...

- Porque deberás esforzarte más sí realmente quieres ganarme. -respondió ella con cierto tono divertido en su voz nuevamente y, aprovechando el que sus palabras me hayan descolocado, se hundió nuevamente en el agua, desapareciendo ante mí y volvió a resurgir a un par de metros más lejos.- Deberás esforzarte un poco más, Cariño. -me guiñó un ojo y acomodó su mojado cabello antes de comenzar a nadar en el agua al rededor de mí.

No puedo creerlo. Ella es magnífica.

Yo simplemente la observaba disfrutar del agua con total libertad. Parecía un pez que en un tiempo fue libre y pertenecía al mar, pero fue apresado y atrapado en una pecera durante la mayor parte de su vida, pero que ahora finalmente era libre una ves más. No sé si podré tener el corazón para regresar a La Central de La Resistencia. Aún si le permitieran manejarse fuera de esa estrecha habitación, estará apresado bajo tierra, igual que lo estuve yo durante todo este tiempo. Y yo tampoco quiero volver allí...

- Reina, ven aquí. -nadé hasta llegar a ella y coloqué mis manos sobre su cintura para que dejara de flotar de espaldas, y me prestara atención a mí. Húmedos mechones de cabello blanco cubrían su rostro, y yo me encargué de colocarlos detrás de sus orejas para así poder mirar bien su rostro. No pude evitar la tentación de acariciar sus mejillas, y lo disfruté con mayores razones solamente porque ella me permitía hacerlo.- Yo...

¿Porqué estropear la noche recordándole que pronto deberá volver al encierro? No, no voy a cometer ese error. Además, al paso que vamos seguramente ella logrará recuperar su memoria; y en el preciso instante que ella vuelva a ser quién es, no sé cómo pero haré lo posible por llevármela muy lejos de aquí. Planeo ocultarla de todo y de todos. Comenzaremos una nueva vida juntos, como pudimos haberlo hecho antes de que las cosas se complicaran. Ella no volverá a ser objeto de nadie, y yo menos.

- Eres sorprendente. -me dijo ella, sonriendo levemente y sin pena de admirar mis ojos y mis labios detenidamente.- Y pensar que en un principio me hicieron pensar que tú eras el malo de la historia. -rió divertida, y rodeó mí cuello con sus brazos.

- En realidad... -dije.- En parte yo sí llegué a ser el malo de la historia. Durante mucho tiempo lo fui...

- ¿Y qué es lo que te hizo cambiar de opinión? -preguntó, y con una mano comenzó a jugar con mi cabello mojado. Me está enloqueciendo.

- Una sonrisa preciosa de labios gruesos de color oscuro tentador, y un par de ojos negros brillantes llenos de fe y confianza. -expresé sintiéndome completamente inspirado por ella y su cercanía.- Me consideraba desafortunado, y llegué a auto convencerme de ello llevando una vida vacía y sin sentido porque mi orgullo también era mi mayor problema, hasta que alguien con un carácter chispeante y una inteligencia superior llegó a mi vida para hacerme ver que mi vida podía cambiar; que yo podía y tenía la oportunidad de cambiar. Desde ese día ella permaneció en mi memoria hasta la actualidad, y no existe un día en el que no desee tenerla nuevamente junto a mí.

- Y yo... ¿La conozco? -preguntó con su voz temblorosa nuevamente, y con sus dedos comenzó a acariciar cada sector de mí rostro; desde mis mejillas, mi frente hasta mis cejas, mi nariz y mis labios...

- Más de lo que tú crees. -murmuré, tomando su mano y cerrando mis ojos mientras me acercaba a ella para besarla. Pensé que este era nuestro momento. Ya podía sentir el contacto, el roce de nuestros labios, pero ella giró su rostro y yo acabé besando su mejilla.

Abrí mis ojos sintiéndome un tanto descolocado por eso, y ella me obligó a soltar sus manos para alejarse de mí nuevamente.

- Pronto va a amanecer y creo que deberíamos pensar en retomar el camino de vuelta a La Central. Si nos tardamos más de la cuenta pensarán que intentábamos escapar, y yo ya estoy cansada de que me consideren una criminal. -me dijo y comenzó a nadar hacia la orilla.

Yo simplemente la observé llegar a la playa y secarse el cabello con su camiseta, limpiar su ropa y luego colocársela nuevamente para cubrirse, mientras yo aún permanecía en el agua, intentando recuperar la poca dignidad que por lo visto me queda a estás alturas de la situación. Me tomé mi tiempo para recuperar la cordura y él sentido común, porque me cuesta aceptar que estuve tan cerca de conseguir mucho más, y aún así la perdí.

No debo desanimarme, y mucho menos pensar que todo está acabado. Es sólo cuestión de tiempo. Aún no está lista para aceptarme por completo, y yo debo respetar su decisión.

Volví a la orilla para vestirme nuevamente, y para mí gran sorpresa ella ya estaba completamente seca otra ves. Incluso su cabello se veía igual que cuando llegamos...

- ¿Tanto tiempo estuve en el agua? -pregunté confundido intentando cerrarme el pantalón, el cual me incomodaba porqué yo aún estaba mojado. Ella me observó y sonrió levemente divertida por eso.

- Es el plasma. El calor de mí cuerpo me ha secado. Si quieres yo puedo ayudarte a ti con eso. -dijo, colocando su chaqueta sobre la arena y se sentó en un extremo de ella, dejándome una pequeña punta para que yo me sentara a su lado.

Solamente me coloqué la camisa sin prender la y me senté junto a ella sobre la chaqueta colocada sobre la arena, e inmediatamente sentí que calor comenzó a emanar de ella hacia mí. No era demasiado potente, sino bastante agradable. Era cómodo estar junto a ella y observar la luna reflejada sobre el agua color esmeralda, igual que mis ojos...

- Supongo que... Zack y tú nunca tuvieron una cita tan agradable como esta ¿No? -comenté, y ella rió. Luego de un instante me di cuenta de lo que dije y quise maldecir por haber hablado de más.- Digo... no es que esto haya sido una cita. Fue solamente una salida nocturna para salir de la rutina y... yo... -si un largo y profundo suspiro. Lo mejor era que cerrará la boca.

- Zack ni siquiera sabe lo que es una cita. Él cree que basta con compartir una cena en casa de ves en cuando o... dormir en la misma cama. Es por eso que jamás pude llegar a sentir un verdadero aprecio hacia él...

Lentamente se fue inclinando hacia mí, y acabó apoyando su cabeza sobre mí brazo y aferrada a este. Yo tomé su mano, entrelazados nuestros dedos y no pude evitar cerrar mis ojos con fuerza, deseando así poder disfrutar cada segundo de este momento entre los dos... hasta que algo hizo clic en mi cabeza.

- ¿Él y tú dormían juntos? -pregunté con dificultad, pero ella no me respondió.- Coraline...

- ¿Tengo cara de haber dormido con alguien alguna ves? -me respondió con otra pregunta y yo hice una mueca un tanto extraña.

Ella durmió conmigo más de una ves. Talvez no hayamos hecho nada malo ni sobrepasado los extremos pero... ella durmió conmigo antes.

Maldito perro, me las va a pagar por haberse sobrepasado de los límites.

- Y tú... -dijo ella.- ¿Has dormido con alguien alguna ves?

- Depende en qué sentido lo digas... Si te refieres a dormir solamente junto a alguien más, sí, lo hice; pero si te refieres a algo más, no. Jamás tuve intimidad con una mujer. -confesé sin sentir pena por ello. No tengo razones para avergonzarme, sino todo lo contrario. Si lo hubiese hecho con alguien a quien jamás he vuelto a ver, eso sí sería algo realmente vergonzoso.

- ¿Enserio? -preguntó incrédula y yo la observé un tanto ofendido por eso.

- ¿Porqué te sorprende? No soy un pervertido en realidad...

- No es por eso. -negó divertida.- Es que... No eres del todo feo...

- Sé que no soy feo ¡Soy sorprendentemente atractivo! -exclamé y ella me lanzó una mirada molesta.- Pero eso no quiere decir que deba tener intimidad con cualquiera.

- Claro que no. Descuida, ahora que veo que eres " El Rey de la modestia", ya veo porque aún no has conocido a la indicada. -se burló de mí.

- Yo sí encontré a la indicada; sé muy bien quien es ella, solo que no quiero apresurar nada. -devolví mi vista al mar, pero le lancé una mirada a ella de reojo para espiar su expresión.

- Debe de ser muy bonita... -opinó. De alguna forma ese comentario de su parte me sonó un tanto extraño.

¿Con qué intención lo dijo? ¿Cuál es su mensaje?

- Coraline...

- Creo que ya estás suficientemente seco. -dijo, y se alejó de mí para ponerse de pie, interrumpiendo desgraciadamente nuestro momento.

Me di cuenta de que tenía razón, tanto mí cabello como sí ropa se encontraban completamente secos.

Ahora veo que Louis tenía razón respecto a mí peinado, hubiese sido en vano sí me hubiese tardado más por eso...

Me puse de pie frente a ella y la vi temblar un poco, eso quiere decir que su estado Transire ha sido desactivado y siente frío. Ella se siente muy a gusto conmigo. Confía en mí.

- Ten, esto te cubrirá mejor. -me apresuré a colocar mi saco sobre sus hombros. Es mucho más grande y se calienta más rápido.

- Yo no... -quiso rechazarlo, pero yo sé que lo necesita y tampoco quiere hacerlo. Ella me dedicó una pequeña sonrisa y tomó mi mano nuevamente.- Gracias. -me dijo, y yo me incliné para depositar un beso sobre su cabeza.

- Vamos. Volvamos antes de que nos envíen a buscar.

Yo llevaba su chaqueta y sus zapatos en mi mano disponible, mientras que ella solamente llevaba mis zapatos. No hablamos mucho durante la caminata, pero nuestro silencio no era incómodo. Realmente me complacería muchísimo no tener que volver allá para enfrentar nuestros problemas. Si no fuera porque no tenemos de otra, esta misma noche la habría aprovechado para huir del país directamente.

Una ves que llegamos a estar cerca de la ruta donde dejamos la motocicleta, tanto Coraline como yo no detuvimos durante unos segundos. Yo la miré y ella a mí, porque sé que ella también tiene el presentimiento de que no estamos solos...

- Que vergüenza, Hudson. Tu padre está muy molesto contigo. - oí una voz detrás de mí, y cuando quisimos darnos vuelta, alguien cubrió nuestras cabezas con una bolsa y nos inyectaron algo en el cuello. Es el suero para desactivar nuestros poderes.

No puedo sentir ni oír las mentes de todos los hombres que vinieron por nosotros, pero puedo oír que son más de 10. Me esposaron con las manos detrás de mí espalda y maldije por dentro porque sé quienes son.

Sí, Damien los envío a buscarnos... o puede que no haya sido Damien en realidad. Sospecho que Alberto no sé ha ido de viaje en realidad...

Carajo.

No ofrecí resistencia y tampoco me quejé, pero al parecer estaban teniendo algunos problemas con mi Reina y no me agrada saber que la estén maltratando.

- Quédate quita, maldita traidora...

- Cierra la boca, Gerhard. -gruñí molesto. Sí, se quién es porque reconozco su voz.- Recuerda que ella es mucho más valiosa que tú, y si te atreves a maltratarla te las verás conmigo una ves que lleguemos a la central. -lo amenacé, y luego sentí que alguien colocaba su mano sobre mí cabeza y tiraba de mis brazos con fuerza.

- Eso ya lo veremos, Hudson. Ya que la defiendes tanto, supongo que Alberto no tendrá ningún problema de encerrarte con ella. -dijo y luego me obligó a subir a un vehículo. Creo suponer que estamos dentro de una de la camionetas de la Central...

- Te vas a joder en el maldito infierno sí me vuelves a poner una mano encima. -oí pelear a Coraline y luego que la sentaron junto a mí.

- Tú te joderás mucho antes que yo, maldita rebelde. -le respondió uno de los guardias y yo no pude evitar reír al oír eso.

- ¿Edmund? -preguntó Ella, reconociendo mi voz.

- Es más probable que ella te llegue a joder a ti antes de que intentes hacer lo que sea. Veamos si son tan fuertes para hablar cuando recupere sus poderes. -dije y nadie me respondió, porque todos saben que es cierto.

Sentí que ella se apegó más a mí, en busca de un cuerpo que le pueda brindar presencia conocida y confiable.

El viaje no duro demasiado, en unos minutos ya nos encontrábamos fuera de la camioneta y sentados en un extremo de la gran mesa que se encontraba en el salón de juntas de El Cuerpo, rodeados de guardias mientas esperábamos a que llegarán esos malditos viejos idiotas para gritarnos y acusarnos de hasta lo que no hicimos. Por lo menos ya no teníamos esas malditas bolsas cubriendo nuestras cabezas. Coraline no se veía muy feliz que digamos, debido a que la bolsa hizo que su cabello tuviera estática y se erizara; al no tener sus poderes no podía absorber esa energía extra para evitar el problema.

Yo la observé durante un par de segundos y quise reír. Su expresión parecía ser la de un gato malhumorado que acaba de ser sumergido en una piscina en contra de su propia voluntad y metido en un secarropas. Solo que seguramente su mordida y sus rasguños serán aún más dolorosos y venenosos que los de un gato...

La entrada se abrió de golpe y primero entraron los menos importantes, los tontos que solamente están de relleno (así le decimos los chicos y yo) entraron antes, y luego lo hicieron Damien y Alberto quienes al parecer venían discutiendo en el camino.

- ¡Tú! -exclamó Alberto, señalándome a mí, y yo hice una mueca un tanto extraña por es fingiendo inocencia total al respecto. Él dirigió su paso furioso hasta mí y al parecer pensaba ponerme una mano encima porque Damien se apresuró en sujetarlo antes de que hiciera algo.

- Cálmate, Alberto. -gruñó él en nuestra defensa, y yo observé a Coraline de reojo. Ella parecía estar estudiando detenidamente el comportamiento de todos los presentes, porque se inmutable, inexpresiva ante la situación.

- No voy a calmarme. -expresó sin intentar ocultar su disgusto y la impotencia que sentía por lo que hice.- Tu hijo no solamente se ha tomado atribuciones que no le corresponden, sino que también se ha atrevido a violar nuestras reglas, liberando a esa maldita rebelde -señaló a Coraline- para poner en riesgo a todos nosotros. Fuimos afortunados de haberlos atrapado antes de que ella escapara.

- Yo no pensaba escapar, maldito viejo brabucón. -se atrevió a decir ella, obteniendo la atención de todos los presentes por haberlo llamado así.- Si yo realmente hubiese querido salir de aquí, ya lo hubiese hecho hace mucho tiempo. ¿Crees que soy tan estúpida como para no saber burlar a tus guardias? Si Edmund y yo salimos de aquí, fue porque él sabía que yo no tenía en mente huir de aquí. Y no soy una rebelde, ni mucho menos una amenaza. Yo soy alguien que posee tanto derecho a tener respeto y libertad como usted, quien solamente sabe mandar y dominar a los demás incrédulos como le da la gana para ocultar la realidad; usted no es más importante y mucho menos más poderoso que todos los demás que se encuentran aquí en esta jodida habitación como para poder tomarse la atribución de juzgarme y definir quién soy en realidad.

- Mocosa impertinente. -gruñó, enfrentándose a ella.- Tú eres quien no posee el derecho de decir quién soy yo. Yo soy el Principal fundador de esta Resistencia y él único capaz de...

- En realidad, -intervino Damien.- Tú no eres el Principal fundador de La Resistencia. Yo he formado parte de esta organización durante más tiempo que tú, y he sido dueño de mí puesto desde hace mucho tiempo antes que tú asumieras el cargo que tu padre te heredó, Alberto. Antes de prejuzgar a estos jóvenes, primero poseen el derecho de expresarnos qué era lo que planeaban hacer esta noche. ¿Estoy en lo correcto, señores? - les preguntó a los demás miembros, y ellos asistieron levemente sus cabezas para confirmarlo.

- ¿Quién nos asegura de que no nos mentirán? Esa jovencita posee una muy mala reputación por ser una vil araña con la capacidad de manipular. -acusó nuevamente a Coraline, y está ves fui yo quién se molestó más.

- Ella posee una mejor reputación que la suya, Señor. Todos aquí saben que usted solamente tiene miedo de ella porque es consciente de que una ves que vuelva a estar con nosotros, volverá a revelarse para apoyar verdaderamente a los suyos, lo cual hará que estemos en contra de usted porque jamás ha hecho nada que le pueda dar méritos de estar en el lugar que se encuentra ¿O me equivoco, Señor? -dije, y después de eso el silencio reinó en la habitación; muestra fiable de que he hablado con la verdad. Sí, dije cosas que no debí haber revelado en presencia de Coraline, pero supongo que ella ya debió de tener sus sospechas.

Lo que Alberto siente por Coraline es temor, temor de que ella pueda reemplazarlo porque posee las debidas cualidades que la califican para poder hacerlo; por eso la detesta.

- Coraline. -intervino mi padre para acabar con el incómodo silencio.- ¿Tú sabes quién soy yo? - le preguntó, y ella lo observó un tanto extrañada por su pregunta.

Ella no sabe quién es él porque yo jamás le hablé de él, por ello temo que pueda responder algo que a los demás no les guste.

- Creí saberlo hasta hace un tiempo. -comenzó a decir ella.- Pero actualmente creo que tengo mis dudas respecto a muchos de los que creí conocer, excepto uno. -gruñó al dirigirle la mirada a Alberto, quién se negó a corresponderle. Su orgullo no se lo permitía.

- Entonces supongo que ya eres consciente de que nosotros no somos tu enemigos. Pronto te darás cuenta de que Edmund y yo no somos los únicos dispuesto a defenderte de ciertos... asuntos. Pronto conocerás a muchos chicos que están ansiosos de conocerte y hacerte sentir como parte de nuestra verdadera organización. -dijo y todos dirigieron su atención a Damien.

- ¿Qué quieres decir con eso, Hudson? -exigió saber Alberto.

- Desde hoy Coraline ya no será encerrada como una criminal. Tendrá la libertad de formar parte de nuestras tareas e incluso colaborar en el sistema. -dijo y yo no pude evitar sonreír ampliamente.

- ¡¿Y quién te dio el derecho de tomar esa decisión?! -gritó molesto, por ello Damien se apresuró a levanté su mano exigiendo silencio de su parte.

- Sé que el resto de los miembros de El Cuerpo están de acuerdo conmigo, porque son conscientes de que ella es demasiado importante para nosotros como todos los demás chicos que, al llegar a este lugar, no sabían quienes eran en realidad hasta que nosotros nos encargamos de mostrarles que sí tienen un buen propósito en este mundo. ¿Porqué hacer una excepción por ella? ¿Por la calidad de sus poderes? Todos somos Portentos en este lugar; y si es eso lo que en realidad te preocupa, estoy seguro de que Coraline estará dispuesta a soportar un pequeño periodo de prueba en el que podrá formar parte de nuestros grupos con libertad sin la posibilidad de utilizar sus poderes. ¿Cierto, Coraline? -le preguntó y ella hizo una mueca dudosa. Sé que no le agrada la idea, pero con tal de salir de su encierro...

- Sí. -aceptó.- Supongo que no será por mucho tiempo...

- ¿Porqué? -exigió saber Alberto.- ¿Acaso ya estás planeando lograr que los pocos jóvenes que aún conservan una buena mentalidad se unan a tu revolución? -la acusó falsamente y yo me puse de pie inmediatamente.

- Edmund. - me advirtió Damien, y miré a Alberto amenazantemente. Él sabe que no le conviene meterse conmigo.

Debería agradecerle a Damien de que aún pueda detenerme...

- ¿Qué hay de tu hijo? Estás siendo parcial al permitir que su falta pase desapercibido. - me acusó.

Maldito.

- No, no pasará de desapercibido; es por eso que desde hoy le voy a asignar tareas extra. Una de ellas es encargarse de la próxima salida de investigación en la que debería ir su hermana, y hasta eso también será responsable de Coraline.

Eso no me pareció del todo malo; es más, no me parece malo en lo absoluto. Incluso la miré de reojo y le obsequié un pequeño guiño de ojo, y ella me lo devolvió con una leve sonrisa divertida.

- ¿Ese es tu castigo? ¿Otorgarle más privilegios y trabajos para los cuales no está calificado?

- ¿Qué no está calificado? No hay nadie más calificado para hacer esto que alguien que fue miembro de una organización tan completa como Los Cazadores. No lo digo porque sea mi hijo. Pero si tu plan es que no haga nada y tenga la libertad de no hacer nada como si estuviese de vacaciones aquí. Ni que hubiese cometido un error tan grave como para ser expulsado de la Central. Por favor, Alberto...

- Bien. Has lo que quieras, Hudson. Pero luego no te arrepientas de las consecuencias. -dijo, y luego quiso dirigirse a Coraline, y por ello volví a ponerme de pie en caso de que se le cruce hacer "quién sabe qué" por la cabeza.- Y tú, no te confíes demasiado. No eres más que una rebelde que pronto recibirá su merecido. - la amenazó.

Luego de su ridículo comportamiento, se retiró de la habitación. Volví a ver a Coraline y ella hizo una expresión de espanto, como diciendo "está loco", y yo la apoyo en eso...

- Muy bien. -dijo Damien dando un largo y pesado suspiro. Se ve agotado.- Quítenles las esposas y debemos ir a descansar. Podrán saltarse el desayunos, pero quiero verlos durante el almuerzo ¿De acuerdo? -nos dijo a ambos y asentimos inmediatamente.

En el instante que nos liberaron de esas malditas esposas y nos devolvieran nuestras pertenencias (saco, chaqueta y zapatos), nos despedimos rápidamente de ellos y Coraline le agradeció a mí padre; luego, nos retiramos de allí.

Corrimos de vuelta a su habitación, y al salir del elevador llegando al pasillo, ella me detuvo tomando mi brazo y dio un gran salto para obsequiarme un fuerte abrazo. Ni siquiera pensé en dudar al corresponderle. Le devolví el abrazo compartiendo su emoción y  felicidad.

- Gracias. -me dijo, y yo sonreí ampliamente.

Cinco puntos para Hudson...

😭😭😭 ¡Qué emoción! Ahre 😂 Ahora veamos que piensa Coraline 😎

Geschraubt 3.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora