Capítulo 1: Encuentro

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Sesshomaru observó atentamente el ir y venir de la casa desde su puesto en uno de los sofás de la mansión. Intentaba leer, rodeado de la tranquilidad usual que le proporcionaba el estar solo, en silencio, pero su intento parecía volverse un imposible cuanto más lo intentaba, pues en la casa se esperaba una visita y su madrastra había dado orden de que todo estuviera perfecto.

Cerró el libro observando a Myoga, el mayordomo de la familia, quien se aseguraba de que todo estuviera como lo había ordenado su señora, y su mal humor se incrementó.

No entendía por qué se había formado tanto revuelo simplemente por la llegada de una maldita niña huérfana, una familiar de los Higurashi.

Los Higurashi eran una familia que vivía en el templo cercano a su mansión y nunca habían tenido relación con ellos, estaba bastante claro que no eran personas de su posición, pero desde que su maldito medio hermano se hizo amigo de la hija mayor de esa familia, cada dos por tres los tenían a todos en su casa y la vulgar de su madrastra estaba la mar de feliz, no por nada eran de su misma condición, unos simples muertos de hambre que vivían en un templo.

A sus trece años, Sesshomaru aún no había aceptado a su madrastra, siempre la había visto como una mujer de clase baja, molesta, entrometida, en resumidas cuentas, una mujer que solo intentaba ganárselo para contentar a su padre, lo notaba. Su madre se lo había dicho, por culpa suya lo habían separado de ella cuando solo tenía tres años, y esa mujer enseguida se había hecho la ama y señora de su casa, había engendrado un maldito bastardo y lo había intentado llevar a su terreno, pero él sabía cómo era esa mujer de verdad, solo una oportunista que se había aprovechado de su padre y le había quitado el puesto de señora de la casa a su madre. Una arribista que no valía la pena.

Ahora su disgusto no era con ella, sino con su padre, por acoger a esa maldita niña zarrapastrosa y huérfana y a su maldita abuela, Kaede. Al parecer sus padres habían tenido un accidente de coche y ellos y su hermano habían muerto, dejándola sola con su abuela. A su vez, la abuela de la niña había resultado ser cuñada del abuelo Higurashi y debido a la reciente amistad de su medio hermano con la hija mayor de los Higurashi, su madrastra se había enterado de que la anciana y la niña estaban a punto de quedarse en la calle debido a las deudas del desmanotado padre de la niña, y los Higurashi no tenían más espacio en su casa para acogerlas a ambas hasta que encontraran algo mejor, así que su madrastra, por hacerse la santa delante de su padre, le había suplicado que las acogieran hasta que pudieran valerse por sí mismas.

Meter a unas completas extrañas en su casa por simpatía a una familia que se ocupaba de un cochino templo... no podía tener otro nombre que despropósito, y lo peor era que su padre había accedido. Al final tendrían a todos los Higurashi del país en su maldita casa.

—Sesshomaru, ¿no te pones lo que preparé para ti?—Dijo Izayoi con una gran sonrisa.

El muchacho de cabellos plateados observó a la mujer, intentando que su medio hermano de 10 años se quedara quieto para arreglar su siempre desastrado cabello.

Izayoi era una mujer de mediana edad, de pelo negro y largo, estaba considerada por las revistas como una auténtica belleza nipona y Toga Taisho, o Inu no Taisho, como lo llamaban en el mundo de los negocios, se había enamorado de ella en su empresa, debido según él a su simpatía y a su radiante sonrisa. Un Taisho enamorado de una simple recepcionista, menuda vergüenza.

—No...—Respondió secamente.

La mujer se le quedó mirando extrañada y su gran sonrisa se esfumó, creía que había hecho una buena elección de ropa para él, ropa parecida a la que él mismo se ponía cuando tenían una cena o una celebración, sin embargo había copiado un estilo similar para su hijo Inuyasha y el menor no estaba muy dispuesto a ir tan arreglado, al contrario que su hermano mayor, el menor de los Taisho era mucho más desastrado con la ropa.

El día que llegaste a míWhere stories live. Discover now