Capitulo 3

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Mientras caminaba por la solitaria calle Valerie volteaba cada dos minutos para ver si un auto se acercaba, era una noche fría, con una luna plateada iluminando el pavimento y un cielo despejado con estrellas en el que podías acostarte y durar toda una vida tratando de contarlas todas, vio unas luces amarillas, volteo y se acercaba un auto con las luces altas, saco la mano para poder pedir un aventón y el automóvil fue disminuyendo la velocidad, llego al lado de Valerie y se detuvo, bajó el vidrio y adentro yacía un hombre obeso con una barba espesa larga, negra y descuida, un olor a cigarrillo mareo a Valerie, el hombre obeso sonrió y mostró unos dientes amarillos y torcidos.

— ¿A dónde te diriges pequeñita? —hablo con voz grave—

Ya estaba acostumbrada a hombres como esos, cuando eres prostituta la mayoría de tus clientes son obesos, también sabia como controlarlos, solo hacía falta una linda sonrisa y unos ojos provocativos, y por suerte los tenía a ambos.

—Mi auto se quedó atrapado contra los arboles—la voz con la que Valerie hablo era la de una niña rica quejándose— es que iba viendo mi teléfono y por accidente me desvié—hizo pucheros— podrías ayudarme por favor—rogó—

El hombre de dientes feos la miro un rato con los ojos entrecerrados, Mierda, se dio cuenta de que era mentira, pensó Valerie, pero luego apago el auto saco las llaves y la guardo en el bolsillo trasero, aquel hombre obeso era pequeño, y se veía mucho más gordo cuando estaba de pie, caminaba con un andar extraño, se situó al frente de Valerie sonriendo.

—Por supuesto que te puedo ayudar mi pequeñita, solo dime donde está tu auto.

Valerie vio el bosque que estaba a su derecha y se le ocurrió una magnífica idea.

—Está por aquí.

Dejaron la calle y empezaron a caminar por aquel césped descuidado, el cual le llegaba casi a la rodilla, entraron en el bosque y los arboles altos silbaban con el frio de la noche, Valerie volteo para ver si el gordo la seguía, y ahí estaba, haciendo un esfuerzo por caminar entre aquellas ramas.

— ¿Está muy lejos? —Preguntó con voz ahogada—creo que ya nos hemos alejado mucho cielito...

Se está dando cuenta, pensó Valerie, tenía que hacer algo para poder disimular.

—No, tranquilo, ¡mira!, ahí está—mintió—no se ve casi porque tiene las luces apagadas, ¿cómo me dijiste que te llamabas?

—Pedro, me llamo Pedro, ¿y tú?

—Mi nombre es Anastasia—volvió a mentir Valerie, se volteo y vio directo a los ojos a Pedro. Con una mirada de deseo se acercó a él— Anastasia Collins, y te tengo que confesar algo Pedro...

— ¿Que sucede? —El pánico se asomó en la cara regordeta de Pedro—

—No hay ningún auto aquí—agarro la parte baja de su franela del gimnasio y la levanto para quitársela, dejando afuera sus senos con un sostén rojo— solo estamos tu y yo, y en estos momentos te deseo—camino lentamente tomando la tira izquierda del sostén y bajándola por su hombro— ¿tú no me deseas Pedro?

Una risa nerviosa salió de la boca de Pedro, y empezó a sudar a mares, estaba nervioso, Valerie estaba acostumbrada a causar ese efecto en los hombres, llego al frente de Pedro y atrajo su gorda cara para poder besarla, pudo sentir un pequeño pene erecto en los pantalones de aquel obeso hombre, trato de recordar donde había guardado las llaves de su auto y la idea llego, la lengua de Pedro entraba asquerosamente en la boca de Valerie, con su mano derecha Valerie fue acariciando la espalda de Pedro, y bajo hasta el bolsillo del pantalón, metió la mano y cuidadosamente saco las llaves del auto, se separó de aquel asqueroso beso y vio a los ojos a Pedro, el cual ya estaba desabrochándose el pantalón para poder penetrar a Valerie. O al menos eso creía el que haría.

Desperate SoulsWhere stories live. Discover now