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Dicho y hecho. Él la volvió a ver. Y ella mantuvo su mirada, quería destruirlo. Él se acercó, ¿estúpida decisión o no? Ella volvió a ser su sumisa para luego convertirse en dueña del dolor que recorría las entrañas de aquel hombre tan utópico.

Ella, la rosa amarilla.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt