003 | #DESPRECIADA

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El malware está listo. Lo descargo mientras bajo del Uber y lo dejo encriptado en mi cuenta de HardDeep.

He visto que Jefferson tiene un portátil en su consultorio que muy poco usa. Sólo para llenar planillas y enviar amenazas por mail a sus alumnos practicantes de que les va a reprobar por ser unos inservibles y no estar a su eminente altura. No espero menos de él. Debo enviar el malware por bluetooth aunque él lo tiene que aceptar para que yo pueda vincular mi tablet a su computador. No puedo hacerlo desde mi móvil personal ya que ahí no uso HardDeep, de hacerlo ha de predominar el soft anónimo.

Mientras paso por el pasillo del hospital de Yorkshire, percibo algunas miradas que me cruzan, personas que me ven como si fuese un bicho raro. O es que yo estoy paranoica por mi tardanza.

¿Será que Jefferson se ha encargado de que todos sepan lo ineficiente que soy? Por favor, aún no son las 8AM y ese es mi horario diario.

Dos patanes de las prácticas a quienes reconozco como Sanders y Chuck, me miran y ríen también. Los he sumado a mi lista negra, no obstante alguna vez les revisé el historial de Internet. Sólo porno del corriente, nada que pueda evidenciar francas tendencias criminales o que pueda avergonzarles.

—Qué tal, Hale. ¿Te enjuagaste la boca hoy?

El otro lo empuja y acompaña con una risotada.

Malditos imbéciles. Algo encontraré, estoy segura.

No termino de entender del todo su horrible broma pero es probable que me haya juzgado de quedarme dormida. Hecho que no fue así, ¡sólo olvidé que hoy debíamos estar presentes una hora antes!

Hasta que entro a la antesala de la morgue, me cierro la bata, lavo las manos, coloco guantes con la proflaxis adecuada, recojo el cabello y antes de colocarme el barbijo, entra Sophia desde el interior de las "mesadas" como le llamamos a la sala donde se hacen las disecciones.

—Hey—me dice. Es mi mejor amiga desde primer año de la universidad. Es delgada, más alta que yo, rubia de ese castaño oscuro que es difícil distinguir el límite entre lo rubio y morocho, de ascendencia holandesa y su semblante de inocencia es mucho más sutil que sus comentarios—. ¿Estuviste haciendo cosas indecentes antes de llegar?—me pregunta.

Frunzo el entrecejo.

—Solo olvidé que debíamos llegar antes—me explico—. ¿Jeff está furioso con los que hemos faltado hoy?

—Jefferson siempre está furioso—dice ella mientras se quita los guantes sucios, lava las manos y saca un espejo diminuto del interior de la bata donde suele llevar también cosas de maquillaje—. Y eres la única que aún no llega, así que ya sabemos a quién puede dirigir su furia de hoy.

—Ay, no.

—Sí, eres la única que faltó.

—¡No lo digo por eso!

Cuando me miro al espejo, encuentro con la enorme mancha de pasta de dientes que tengo en la boca. Me quito los guantes y me lavo hasta no dejar nada.

—No es tan grave—dice ella.

—Pero parece que tuviese una acab...

—¡Cállate! ¡Es repugnante!

Me encojo de hombros.

—Sólo lo sugieres pero se entiende que no—dice ella y guarda su espejo diminuto—. Vamos adentro antes de que nos repruebe por completo.




Una vez que estamos en "la cocina", nos encontramos con varios practicantes higienizando el sitio donde estuvo el cuerpo. Ya se lo llevaron. Literalmente he llegado tarde.

+18 Los Juegos del JefeWhere stories live. Discover now