Capítulo Dieciocho: Citas

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KHALESSI

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KHALESSI

¿Cómo puedo decirle que «no» a ese hermoso ángel al que tengo por hija? Ella que es toda mi inspiración y lo único que necesito para salir adelante por completo. Jhalessi es mi motor y motivo para continuar en el largo camino de la vida, no dándome por vencida.

Mi corazón late con fuerza al verles a ambos juntos, los dos jugando en el gran salón, llenándolo de alegría con sus bellas risas. La forma en que ambos se miran, se observan y se acarician, es única y especial. Es como poder a dos personas hechas de la misma rama, siendo completamente iguales. Gia es idéntica a él a pesar de que todavía su padre no lo vea por completo, ambos siendo uno bajo la luz del sol.  

Sonrío con mis mejillas sonrojadas al ver como ella se abalanza sobre él, su padre riendo inevitablemente ante ello. Se incorpora sentándose con sus piernas cruzadas, mi pequeña sentada sobre su regazo sin intenciones de bajarse de ellas.

Sube la mirada encontrando la mía a través del cristal del espejo, sus grandes ojos azules hipnotizándome como de costumbre, dejándome atontada por muchos segundos. ¿Cómo poder detestarlo? ¿Odiarlo cuando me ha dado la mejor maravilla de todas?

—Mira eso, pequeña leona —le pide a nuestra hija, quien rápidamente observa el espejo —. ¿Qué ves?

—Somos nosotros —responde ella confundida, no entiendo el por qué de su pregunta.

—¿Sabes lo que yo veo? —le pregunta arqueando una de sus cejas, a lo que mi pequeña niega —. Yo veo a una sola persona.

—Pero somos dos —replica.

—Solo hay una persona —le asegura Judah, colocando su frente sobre la de nuestra hija —. ¿Sabes por qué? Porque tú vives en mí, de la misma manera en que yo vivo en ti —le explica sonriendo —. Todo lo que ves en el agua, en tu reflejo... yo vivo en ti.

Gia sonríe encantada ante la metáfora de su progenitor, aquello provocando que me percate de que yo también estoy sonriendo, sus ojos azules clavados en los míos mientras abraza a nuestra pequeña leona, quien se acurruca contra el pecho de su padre como si la vida le fuese en ello.

Suspiro, pensando en todo lo que daría por pertenecer a ese cuadro familiar, por saber que él es mío y que yo soy completamente suya, ambos viviendo la etapa más dulce y amorosa de nuestras vidas juntos al tener a nuestra pequeña con nosotros. 

Pero no, no es mío y aquello rompe mi corazón de mil maneras. Duele saber que sin él es mejor, aunque al principio sea más que torturador. Me pregunto si mi hermano en realidad tiene razón al decirme que él siempre me ha formado a la manera que quiere, cambiando cada uno de mis pensamientos, mis deseos y mis inspiraciones, volviéndome algo que no soy en realidad.

Subo la mirada percatándome de que son las dos de la tarde, y que le prometí a Matthew estar lista antes de las cuatro, hora en la que pasará a recogerme. Me levanto de la mesa de sala como alma que lleva el diablo, llamando la atención de ambos, a lo que le ofrezco una sonrisa a mi pequeña mariposa, quien no necesita más que eso para entender que me refiero a su segundo padre, rápidamente corriendo hacia mí. 

Estando a tu lado ©Where stories live. Discover now