Capítulo Trece: Roto

3.3K 191 40
                                    

JUDAH

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

JUDAH

Admiro el reloj impaciente por décima vez, preguntándome dónde demonios se pueden haber metido los niños por tanto tiempo, habiendo pasado más de dos horas. Dijeron que solo iban al parque de al frente, y por más que me pareció inseguro, Derek me juró que es un lugar muy seguro, que Gino siempre sale solo y que nunca sucede algo inesperado. ¡Dios solo tienen siete años!

Subo la mirada encontrándome con el rostro preocupado de mi mejor amigo, quien al parecer ya está empezando a dudar sobre el bienestar de los niños. Khalessi y Claudia decidieron irse a dormir hace más de hora y media, pidiéndonos que les diésemos de comer a los niños cuando regresasen. El sentimiento amargo que se ha apoderado de mi pecho nadie me lo puede quitar, así que cuando tomo mis llaves, Derek camina hacia la puerta.

—¡Gino! ¡Campeón, dónde estás!

—¡Gia! ¡Mi amor! —Me uno a sus gritos cuando llevamos caminando alrededor del parque por más de diez minutos, mi corazón amenazando con salirse de mi pecho en cualquier instante.

Mis ojos se vuelven dos líneas cuando aprecio unas mochilas en el suelo al lado de unos columpios. Derek parece reconocer la de color azul, ya que sin dudarlo corre rápidamente hacia el juego infantil, yo corriendo detrás de él siguiéndole los pasos. Se coloca de rodillas y toma la maleta entre sus manos, su cuerpo empezando a temblar de inmediato.

—D-Derek, qué... —No me siento capaz de terminar la oración, porque no quiero creerlo, no quiero aceptarlo.

—¡Gino, dónde estás! —grita con más fuerza, mirando por todos lados. Un sollozo se escapa de sus labios, aferrándose a la mochila —. Cariño, ¿dónde estás?

Me acerco a la otra mochila de color púrpura a unos cuantos centímetros de lejos, recogiéndola del suelo. Acerco el objeto a mi rostro, no necesitando más que aquel delicioso y reconocible aroma a moras para saber que es de mi pequeña bebé. Mi pecho empieza a inflarse con demasiado aire, sintiendo que al mismo tiempo no entra lo suficiente. Un ataque de pánico se apodera de mí, mis ojos abriéndose de par en par sintiendo mi mundo alrededor no dejar de girar.

Las lágrimas salen de mis ojos sin poder evitarlo, pensando en que algo malo les ha pasado. Mi instinto paternal me lo dice, me lo grita y me pide que salga corriendo a buscar a mi hija por todos lados, no deteniéndome hasta traerla de vuelta a casa conmigo. Mi cuerpo tiembla de impotencia, recordándome que todo esto es mi culpa por haberla dejado salir sola, por haberla descuidado por tanto tiempo. Todo es mi culpa.

—Llama a la policía —le pido a Derek, quien con manos temblorosas hace lo que le pido entre sollozos.

Llegar a casa es todo un martirio, pero ninguno de los dos lo duda antes de correr hacia la habitación principal, lugar en el cual se encuentran ambas durmiendo plácidamente. Me da mucho miedo despertar a mi mujer y decirle lo que está sucediendo, pero no me queda otra opción.

Estando a tu lado ©Where stories live. Discover now