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No importaba que tanto corriera el pasillo no parecía moverse, yo no parecía moverme.

En los pasillos completamente oscuros de la escuela no había nadie para escucharme gritar o pedir ayuda, y los pasos detrás de mi solo se hacían más ruidosos.

La puerta de salida estaba enfrente de mí, a unos pocos metros; pero el pasillo se alargaba de forma infinita. Estaba sudando, y el sonido de mis latidos eran tan fuertes que seguro que si hubiera alguien más aquí a parte de él, todos los escucharían.

Bum

Bum

B-

Mis pies chocaron entre ellos haciéndome caer de cara al suelo, y en el segundo en que traté de levantarme una vez más sentí un peso abrumador abalanzándose sobre mí. Me habían atrapado.

Mis pulmones apenas funcionaban y mi vista estaba nublada por las lágrimas, sentí como sostenía mi cuello de forma violenta entre sus manos, dejando el espacio perfecto enseñando mi nuca.

Sintiendo su respiración acercarse lentamente a mi piel, sabiendo que pasaría

Desperté.

...

Vaya puta mierda.

Nunca pensé que los "nervios del día antes del inicio de clases" podrían causar "nervios de ser un omega". Algunas personas tienen cerebros normales que duermen para descansar, el mío lo hacía para joderme.

Mi celular aun seguía al lado de mi almohada vibrando con el sonido de las campanas de los celulares Samsung. Nunca en mi vida había agradecido más el haber puesto una alarma.

Ya apagándola, mi primera parada sería el baño para darme una ducha y despertar un poco, tal vez así podría olvidarme de esa pesadilla.

Cierto, aun no te he contado quien soy, error mio.

Mi nombre es Samuel Brown, y como te imaginarás, soy una omega. No es que lo odie exactamente, pero si me dieran a escoger, preferiría no tener celos infinitos, solo llegaban como dos veces al año, tres con mala suerte, pero eso no le quitaba lo molesto que eran. Más que nada cuando duraban como una semana.

De todas formas mi nombre es Samuel como ya te dije, algunos me llaman Sam, y esos son todos mis apodos; si escuchas de otro están mintiendo, s-

—Sammie? ¡Te deje algo de té!

Okay.

Puede que exista otro apodo.

Pero su existencia solo la podemos saber yo y mi padre.

 Y...ahora tú también, supongo, ahg.

—¡Ya voy! —Le grité de regreso a mi papá mientras me dirigía en línea recta al baño.

Mi desordenado pelo negro me recibió frente al espejo junto con mi no-tan-amigable rostro. La cara perfecta para tu primer día en una escuela nueva, chef kiss.

Tras ponerme el uniforme (que solo consistía en la camisa, corbata gris, un suéter sin mangas, un suéter sin mangas beige y pantalones negros) cuando salí del baño y tome mi mochila fui a la cocina, siendo recibido por la tranquila cara de mi padre.

Éramos prácticamente iguales, el mismo color de pelo, pecas y ojeras. Solo que él se veía mucho más amigable que yo, además de que sus ojos eran celestes; básicamente yo tenía mala suerte y tenía los ojos del otro desgraciado...aunque a mi papá nunca pareció importarle.

—Buenos día- Porque me miras asi...?—Estaba a la mitad de sacar un tazón de la repisa, ya sabiendo exactamente porque me veía tan emocionado.

Mi Chica - Mi AlphaWhere stories live. Discover now