45.

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Despacio me levanté de la cama y con las piernas temblando las obligué a caminar, tampoco podía hacerme esto a mí, así que me acerqué a su lado y él miraba serio a un punto fijo. Me agaché a su lado y me sequé las lágrimas para mirarlo claro.

—Te amo muchísimo. —le dije casi en un susurro. —sos lo mejor que me pasó y no recuerdo haber sido tan feliz estando con vos, yo tampoco quiero perderte y no puedo permitirme dejarte ir, pero...

—Ya entendí Abril, no quiero escucharlo dos veces. —dijo y se levantó de la cama. Lo vi irse por la cocina y yo me apoyé en el colchón, respiré hondo y tragué el nudo en mi garganta.

Pensé en todo lo que habíamos pasado juntos y todo lo que nos costó desde el principio hasta ahora que no podía vivir sin él. ¿Pero cómo seguir sin él? Si había una forma para sanar el dolor y suprimir de mi mente todo lo que me llevara a él y apenas acordarme de que lo conocía, yo lo dejaría ir y lo tomaría como buena experiencia, pero lamentablemente no podía, porque lo amaba y me moría si no lo tenía. Me levanté y pasé entre todas las botellas y muñecos tirados, fui hasta la cocina y estaba apoyado dado vuelta en el lavaplatos, aunque me aguanté el llanto me acerqué hasta él y lo abracé de atrás.

—Te creo. —le dije con la voz quebrada. —no puedo dejarte.

Su pecho bajó exhalando el aire y besé su espalda desnuda, empecé a repartir besos por todos lados mezclados con lágrimas.

—Perdón por dudar. —le dije y lo apreté fuerte. —perdoname...por favor, perdoname mi amor.

Apenas se dio vuelta y me hizo meterme entre él y la mesada, me abrazó fuerte y antes de esconderme en su pecho sus ojos estaban lagrimosos, no pude evitar sollozar pero ya me sentía mejor teniéndolo conmigo, lo abracé tanto tiempo pude y me quedé así hasta que mi llanto cesó y mi garganta dejó de arder por tanto llorar, ahora sólo lo necesitaba a él y atendió a mi pedido al menos con un beso que despacio lo fuimos haciendo más intenso.

Me levantó encima y así fuimos a acostarnos a la cama entre todas las cosas que había tiradas en el suelo, pero habíamos llegados ilesos, la caída vino después cuando mi mente se puso en blanco y caí rendida a él entregándole hasta mi alma.


Sin bajarme de arriba suyo seguí dándole pequeños besos en la boca, no podía dejarlo porque habían pasado casi dos semanas desde que no nos teníamos el uno al otro y no hacíamos más que necesitarnos. Él me respondía a mis pequeños besos y mientras tanto me acariciaba bajo las sabanas y la oscuridad de la noche.

—Nos dijimos nuestros primeros Te amo. —susurré y él suspiró. —no fue especial, fue por desesperación.

—El tuyo. —dijo buscando mis labios. — ¿cómo te lo digo para que sea especial y me creas?

—Decímelo nada más y nunca me hagas olvidarlo.

—Te amo más de lo que te podes imaginar.

—Te amo. —dije sólo para que él me escuchara y sonrió sobre mis labios, yo también y dándole un beso me quise bajar, pero no me dejó agarrándome fuerte.

—No, no te vayas.

—No me voy a ir, estoy acá.

—Quedate así, no quiero soltarte.

Yo tampoco quería que me soltara, pero no quería incomodarlo durmiendo encima aunque como no le molestaba me quedé con parte de mi cuerpo encima del suyo, con mi mejilla sobre su pecho y todo de mí afianzado a él. Era la primera noche que me dormía sin mucho esfuerzo, y sin llorar.

El ruido del teléfono me hizo saltar y escuché un quejido, me aparté un poco de Gian y me estiré para agarrarlo y contestar la llamada, era mamá.

— ¿Hija dónde estás?—preguntó y noté su preocupación. Me acomodé a su lado y las sabanas estaban frías, pero él se dio vuelta y me abrazó.

—Hola ma, estoy con Gian. —le dije y él me miró con los ojos entrecerrados.

— ¿Quién?

—Gian, mi novio.

De su hermosa cara salió una pequeña sonrisa que yo me acerqué a besar en silencio, porque no quería que mamá escuchara.

—Ah pero...pero no...¿No vas a traerlo?—preguntó, su voz cómplice me hizo sonreír.

—No lo sé, después hablamos.

—Bueno hija ¿vas a ir al hospital?

—Más tarde, ahora me voy a quedar acá y después nos vemos.

—Mandale saludos... al chico.

Sonreí y corté dejando el teléfono de nuevo en la mesa de noche. Él me acercó para que lo besara y eso hice mientras me acomodaba a su lado.

—Buenos días.

—Buenos días mi amor. —me dijo y sonreí mirándolo a los ojos.

— ¿Cómo?—pregunté con una sonrisa de par en par, él me sonrió acercándose.

—Mi amor. —repitió dándome un beso en la nariz.

— ¿Soy tu amor?

—Más que eso, mi vida, mi luz, mi todo.

—Te amo así de romántico. —le dije dándole un suave beso. — ¿porque te dije que te amo no?

—Sí, ¿yo te lo dije?

—No sé. —me hice la desinteresada, él sonrió y me mordió la mejilla. —ay tonto.

—Te amo.

Me abracé a su pecho y cerré los ojos, su corazón latía tan fuerte que me hizo sonreír y abrazarlo más.

—Sos un sueño. —dije en un suspiro. —nunca me despiertes.


Aprendiendo a Quedarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora