8.

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Era momento de volver a extrañar a toda mi familia y terminar con las vacaciones de invierno que había tenido no solamente por pedido, sino porque me habían hecho entrar dos semanas antes en el verano para reponérmelas en invierno. Desconectarme era lo que más necesitaba y fue muy beneficioso, ya que dejé de tener pesadillas con Kevin y aunque dormía todas las noches con la campera de Gian, él había dejado de ser parte de mis pensamientos constantes.

Tenía los objetivos muchísimo más claros, mi mente necesitaba reactivarse y volver a luchar por ese restaurante que quería poner en pleno Buenos aires, ahorrar para ello y trabajar duro, dejando atrás las fiestas locas de Ana, chicos abusadores y estúpidos, porque realmente estaba decidida a cambiar muchos aspectos de mi vida, y dejar atrás muchos otros que no me beneficiaban.

— ¡Amiga!—chilló Ana detrás del teléfono mientras yo intentaba entrar con mis bolsos. — Ema está con Brian y yo estoy trabajando, creo que voy a llegar a la noche.

—Está bien no te preocupes, tengo muchas cosas que hacer.

—Ok, llamala a Ema y decile que venga a la noche así cenamos juntas, las extrañé a las dos.

Me quedé boquiabierta cuando vi todo el lugar que creía mi casa todo desordenado, tirado y dado vuelta, respiré hondo y colgué el teléfono. Había platos sucios, ropa tirada por todo el suelo, paquetes de preservativos y ropa de hombre con ellos. Rápidamente volví a marcar el número de Ana y no la dejé quejarse.

— ¡Qué le hicieron al departamento, es un desastre!

—Si lo sé, pero voy a ordenar tranquila.

— ¿Y Ema dónde está?—corrí a mi cuarto y la puerta estaba cerrada con llave, respiré aliviada pero en realidad no lo estaba.

—No sé, fue sólo dos o tres veces a dormir, creo que se quedó con Brian todo el tiempo.

— ¡Más te vale que ordenes esto, es un asco!—me quejé mirando todo el lugar, la escuché reírse pero a mí no me causaba gracia, sólo aumentaba mi histeria.

—Sí tranquila, para la noche todo va a estar impecable, lo prometo.

— ¿Por qué sos tan sucia?

—No aseguraste una fecha y mucho menos horario, así que no tuve tiempo

—Ok, pero venís y limpias eh. —bufé y escuché su risa. —Nos vemos más tarde.

Corté y respire hondo, me tiré en mi cama y pude sentir el olor a perfume que tenían mis sabanas limpias, al menos todavía estaba conservado. Tocaron el timbre y me levante rápido para atender, salí y fui arrastrando con los pies toda la ropa en el suelo, metí debajo del sillón lo que pude y por lo menos los preservativos usados salieron de mi vista. Abrí sin mirar por el agujero y me perdí en el verde.

— ¿Qué haces acá?—pregunté bloqueando la puerta, estaba con capucha y sus ojos verdes estaban más hermosos de lo que recordaba perdidos por dentro, pero me negué a esos pensamientos, él era parte de dejar todo atrás.

—Dijiste dos semanas y fueron más.

—En ningún momento te dije que eran dos semanas, no tengo por qué darte alguna explicación, ¿qué querés?

—Dije que cuando volvías, iba a verte. —me explicó y entró a mi casa sin que le diera permiso, sacando mi mano del otro lado del umbral para bloquearle la entrada. Recordaba su mensaje, pero no lo había tomado tan literal.

—Mirá, ya no me importa —dije en un suspiro. —si nos besamos alguna vez, ya no lo recuerdo.

Él me miró y levantó una ceja, ni yo podía creer lo mentirosa que era.

Aprendiendo a Quedarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora