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No estaba muy segura si terminar de cambiarme o esperar a que Ema saliera del baño para deliberar si era buena idea o no, estaba indecisa sólo por ser el día de Ana, como cada semana que nos turnábamos para hacer algo que le gustara a cada una, el fin de semana pasado me había tocado a mí y yo las llevé al cine y a cenar. Este fin de semana, le tocaba a Ana y tanto a Ema como a mí, nos daba miedo, ya que la última vez nos había llevado a un boliche clandestino y tuvimos que emborracharla para lograr sacarla.

Tenía ganas de salir aunque también demasiada desconfianza, Ana era buena guía para distraerse y yo era buena para hacerlo sanamente, por lo que lo consideré y me puse los borcegos para estar preparada. Ema salió del baño refregándose el estomago, con el pelo desordenado y el semblante decaído.

—Se te corrió —le dije cuando se limpió la boca con el dorso de la mano, se acostó a mi lado y cerró los ojos. — ¿Qué pasó?

—Estoy hecha mierda, me siento re mal.

—No sé cuántas veces escuché eso en toda la semana ¿vomitaste de nuevo?

— ¿Por qué no te haces un test?—preguntó Ana, antes de que ella pudiera confirmármelo.

— ¿Un test?—pregunté, miré a Ema e hizo un gesto como si no fuese necesario. — ¿crees que puede ser eso?

—No, confío en Brian. —dijo todavía con los ojos cerrados. Brian era su, todavía no novio, llevaban dos citas reales pero se habían acostado más veces de las que podía contar con mis oídos, todas las noches.

—Bueno ya estoy lista.

— ¿Qué querés hacer Ema?

—Nada de quedarse, vamos a ir, este es mi fin de semana así que levantate ya. —le dijo Ana estirándola, ella se quejó pero se mantuvo de pie cuando logró levantarla.

—Ana, creo que si Ema se siente mal...

— ¡Te terminas de cambiar!—me gritó y para no discutir con ella, me fui a mi cuarto a terminar de arreglarme, después de todo quería salir y Ema siempre se las arreglaba para milagrosamente empezar a sentirse bien. — ¡Abru, dale!

Salí y ambas estaban listas y alineadas, lo que obviamente me esperaba, por lo que agarré mi celular y salí primera del departamento. La señora de al lado nos miró a las tres y sonrió en saludo.

—Buenos noches chicas.

—Buenas noches.

—Vieja estúpida. —dijo Ana cuando entró a su departamento. Me obtuve de decirle que no fuera maleducada, pero el mundo entero le caía mal a ella y ella al mundo, no lo iba a cambiar ni aunque lo intentara.

— ¿A dónde vamos? —pregunté y entrelacé mi brazo con el de Ema cuando estuvimos en la calle. Ana sacó un cigarrillo para ponérselo entre los labios y nos tiró el humo cuando lo exhaló.

—Hoy chicas...van a conocer, parte de mí que no conocían.

—Conocemos más de vos de lo que crees.

—No lo creo, crucemos antes de que el semáforo se ponga en verde.

La calle siguiente no siempre era la que tomábamos nosotras, al menos Ema y yo. Eran las más oscuras y las menos frecuentadas por toda persona que conociera. La parte más baja de la zona, donde no precisamente la gente era simpática.

— ¿No podemos tomar un taxi?

—No, es corto el camino. —me dijo, y no quise imaginar donde nos llevaba. Entramos a las calles oscuras y las casas empezaban a verse diferente, precarias en algún punto y que no por eso la gente que las habitaba debía ser peligrosa, pero normalmente lo eran. Y a medida que íbamos alejándonos de la avenida, más oscuro parecía todo.

Aprendiendo a Quedarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora