6.

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No tenía absolutamente nada que esperar de él y era cierto, pero parecía inevitable no sentirme un poco humillada por su actitud, porque si bien no era mi tipo según él, ningún tipo besaría a alguien y se iría como un tarado. Haber puesto mis ojos en él había sido una estupidez aunque besara extremadamente bien.

Someterme a estar sola nuevamente no me importó tanto cuando mis amigas volvieron a irse, tenía que entender que para ese tipo de compañía ellas no servían y aunque no supieran la razón por la cual repudiaba todos los recuerdos de ese lugar, no iba a volver ahí ni para ser una buena amiga. Olvidarme de todo y de todos estaba en mis objetivos, ya que era muchísimo más feliz antes de que Ana nos introdujera a su mundo de cobardes.

—Entonces, ¿mañana nos vemos?—me preguntó Ema entrando a mi cuarto, asentí guardando lo último en la valija.

—Mi avión sale a las cinco, espero verlas antes.

—Voy a intentar venir antes, Ana acaba de irse.

—Sí la vi, espero que no venga borracha.

—Quizá ni venga.

—Estoy preocupada por ella. —le dije sentándome en la cama, ella me miró y frunció el ceño sentándose a mi lado.

— ¿Por qué?

—No sé, últimamente viene casi todos los días borracha y trae a cualquiera.

—Toma las pastillas.

—Lo sé, pero igual. Ni siquiera se acuerda con quién lo hace y con quién no, tengo miedo de que lo haga con alguien que pueda enfermarla.

—Hay que confiar en ella, se supone que lo suficiente madura para darse cuenta con quién lo hace. —dijo pero no apostaba totalmente a eso. —Tengo que irme ya, ¿estás segura que podes quedarte sola?

—Me quedé sola toda la semana Ema.

—Lo sé, pero vos fuiste la tonta en no invitar a nadie. —me burló y salió de mi cuarto. —nos vemos mañana.

—Nos vemos.

La campera negra estaba arrugada en mi cama y la levanté para doblarla, sin antes acercarla para sentir su olor todavía impregnado en la tela, como si fuese un perfume propio. Sin embargo, la consideraba mía desde que no la reclamó y yo no la devolví, había estado toda la semana durmiendo con ella y era un placer.

El timbre sonó sobresaltándome y mis pensamientos se esfumaron en un segundo, mis amigas tenían llave así que me obligué a levantarme por seguridad. Abrí la puerta y él estaba parado detrás de ella.

— ¿Qué haces acá?

— ¿Estás sola?

— ¿Qué querés?—suspiré llevando todo mi peso para apoyarme en una pierna, él se adelantó para entrar antes de que pudiera moverme. —Hey.

Me corrió para un costado y cerró la puerta por mí, iba a quejarme pero antes de que me diera cuenta me estaba agarrando de la cintura y acorralándome contra la pared.

— ¿Qué querés?—reclamé poniendo mis manos en su pecho para apartarlo, pero no pude. Era más fuerte que yo

—No sé. — susurró. Vi como sus hermosos ojos verdes se acercaban y su boca estuvo a centímetros de la mía, me quedé sin aire y me arrepentí de no haber respirado antes.

Me besó acortando el espacio entre nosotros y casi me devoró con tan simple toque, no pude evitar responderle y seguirlo, entró sin permiso y su lengua agresivamente busco la mía. Dejé de alejarlo y me desvanecí en su boca mientras seguía intensamente su ritmo, sentía sus manos en mi cintura mientras me sostenía contra la pared sin poder soltarme, no quería que me soltara pero me di cuenta que iba a hacerlo cuando fue bajando el ritmo y se apartó de mis labios, no de mí. Abrí los ojos y me encontré con sus ojos verdes muy enojados y a punto de estallar. Levantó su mano y con el puño golpeó la pared justo a mi lado, salté asustada y él maldijo.

Aprendiendo a Quedarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora