Capitulo 15.

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"No más aroma a lavanda y Romero. No más cabello negro, ni ojos plateados. Pelo rubio, ojos violeta..."

Se apartó tan rápido que Hotaru no tuvo tiempo de reaccionar.

—Lo siento, no debí haber hecho eso.

Hotaru habló con voz vacilante y se llevó la mano a la nuca, donde él había puesto sus manos momentos antes.

—Está bien —No, no estaba bien. Las emociones la embargaban: decepción, vergüenza, pesar, arrepentimiento— No pasa nada —mintió. Se había sonrojado y agachaba la cabeza—. Estás afectado por lo de Hinata. Lo entiendo.

—Hoti, yo...

Kiba interrumpió su lánguido intento de pedir disculpas.

—Bonita salida de escena, amigo. Gracias por dejarme plantado —fingía que no le había importado, pero su tono era cortante—. Por los menos una de las chicas me acompañó afuera.

Había una chica en la entrada del Bar despidiéndose de él.

—¿Quien es?

Naruto observó a la chica y levantó la mano. Hoti tenía la mirada perdida.

—No lo sé, pero es agradable. Me salvo del gentío.

—Mejor vayamos a casa —propuso Hoti.

Caminaron, hasta que Kiba percibió peso del silencio.

—Bueno, ¿que ha pasado? ¿Hinata tiene algo con ese tipo o no?

Naruto no quería pensar en eso, pero además estaba seguro de que Kiba quería pensar en sus propios problemas. No llevaba a Sara metida en la piel, sino en la cabeza.

Hoti caminaba un metro por delante, atenta a la conversación.

—No lo sé, pero eso me ha parecido —contesto el rubio, negarlo no tenía sentido.

—Ya deberíamos estar cerca —dijo Hoti, que estuvo a punto de tropezar con un adoquín.

Su relación había enrarecido. ¿Que tanto podría estropear un individuo en veinticuatro horas?

—Lo siento, colega —murmuro Kiba, poniéndole una mano en el hombro—. Es una verdadera... —se interrumpió, había tropezado con Hoti que había parado en seco—, eh, ¿que pasa HS?

—Lo siento, chicos. Pero os debo dejaros —los ojos de Hotaru brillaban inefables.

—Hotaru —Naruto se acercó con un esbozo de sonrisa y la abrazó—. Esperaba que nos acompañaras a casa —le dijo al oído.

El interior de Hotaru se estremeció al sentir el aliento cálido del chico rozar con su oreja. Naruto era un tonto, y sabía lo que estaba haciendo, ¿tenía acaso un poder en el que era un experto seduciendo a las chicas?

—Por eso has vendió, ¿no? —dijo de nuevo, bizqueando—. A despedirte...

Naruto era un demonio de los más fuertes, era lógico que podía tener aquel poder de atracción tan temperamental, por eso siempre estaba un poco perdida cuando hablaba con él.  Era capaz de ver todo cuanto había ocurrido o cuando iba a ocurrir. Era verdad. Los había acompañado para despedirse.

—Si, había venido para despedirme —susurró entre el pecho del chico.

Kiba estaba mirando a su alrededor, pero aún así advirtió que fruncía el ceño. Hotaru apartó la mirada, como lo hacía de costumbre.

—Me encantaría que nos terminaras de acompañar, así podrías ayudarme con la biblioteca y el carácter de Ino un rato —volvió a decirle, con aquella extraña voz convincente y dulce, luego se apartó de ella.

|Frenesí|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora