"Buenos días, bella. Todavía estás empapada." ¿Cómo podía ser posible? ¿Alguien duraba tantas horas estando húmeda? Lo dudaba, pero tampoco era como si fuese una experta en el asunto. "O tuviste un sueño mojado, ¿tal vez?" 

Ah...

No lo recordaba con exactitud, pero de ser así, la pequeña sonrisa con la que desperté tendría aun más sentido. Preferí cambiar de tema, a uno que, literalmente, había estado picándome ya por unos minutos.

"Di-dime que eso que roza contra mi... Y-ya sabes... N-no es la punta de t-tu polla." 

"Mhm." Rió. "¿Crees que puedes también aguantar otros dos o tres orgasmos?" Tragué saliva, cerrando los ojos al tiempo en que sus besos recorrían de mi espalda a mi hombro y brazo derecho.

"Lern... No me he duchado aún. Hu-huelo a-a sudor..." Zumbó, olisqueando mi cuello.

"Hueles a sexo, pero eso puede arreglarse." Sin una pizca de vergüenza, se levantó de la cama. Los rayos de sol dándole de lleno, de modo que cualquier persona pasando por aquel lago que teníamos en frente, la vería en toda su gloria.

Oh, y cuánta gloria.

Pensé cuando mis ojos se encontraron con la voluminosa erección mañanera, que por primera vez podía apreciar al desnudo. 

"¿E-estás loca? Por dios, las cortinas están abiertas, ¡c-cualquiera podría vernos!" Repentinamente, me di cuenta de lo expuesta que también estaba yo. Entré en pánico, alerta a posibles movimientos del exterior, temiendo que nos hallaran in fraganti. Lauren le dio la vuelta a la habitación, ignorando mis quejas. Las sábanas me servían para taparme de los ojos ajenos, o bueno, eso hacían, hasta que la claramente excitada pelinegra, decidió dejar a su lado más primitivo tomar las riendas.

"Es territorio privado, nadie tiene permitido el paso más que yo y los que vengan conmigo." 

"¡No todos siguen las reglas al pie de la letra, Lau-¡Oh mi dios!" Y con eso, arrancó de cuajo la fina tela blanca de algodón que me resguardaba, para por si fuera poco, alzarme como una bolsa de papas. La mujer de las cavernas en su interior podía ser intensa cuando se lo proponía.

"¡LAUREN! ¡SANTO CIELO!" Se carcajeaba, su pecho vibrando contra el mío. 

"Ahora tú me tapas a mí y yo a ti, ¿mejor así?" Hice lo mejor que pude por no prestarle atención a la presión de su pene, que se había instalado entre mis pliegues, enfocándome en que lo que menos necesitaba arruinando mi vida ahora, serían fotos de nosotras en una cabaña apartada, como dios nos trajo al mundo, esparcidas por los celulares de cada alumno del instituto. 

"¡AÚN PUEDEN VER NUESTROS TRASEROS!" 

"Meh." En aquella posición, todos pensarían que estábamos a punto de... 

Ay diosito.

Gimoteando, me aferré a ella más fuerte. Al menos así no caería sentada y abierta de piernas para las fotos. Me daban escalofríos de sólo imaginarlo.

Con un encogimiento de hombros, se agachó a abrir el primer cajón en la mesita de noche. El ruido que produjo lo que tomó, fue similar al de un paquete de jugo deshidratado, pero yo estaba demasiado ocupada hundiendo mi apenada cara en su cuello para ponerle cuidado. 

"¿Qué tal te suena un buen baño?" Asentí furiosamente, amando la idea del agua cayendo por mi cuerpo, llevándose consigo el delatador aroma a sexo, que si no se iba, mi madre olería a kilómetros como la entrenada sabueso que era. "Perfecto. ¿Y qué tal te suena el sexo en la ducha?" 

"¡Lauren!" Golpeé su espalda con mi puño. Ella no se inmutó, más que para reírse. Una puerta se abrió y después cerró detrás de nosotras. En segundos, Lauren presionó algunos botones y las gotas empezaron a pegar contra el suelo de la ducha. No se me ocurrió que en algún momento ella me liberaría mientras nos duchábamos, con lo cual, cuando lo hizo, me dejó sorprendida. El spray de agua humeante caía, pero nosotras no estábamos bajo su poder todavía, sino a un lado. 

Mates (Camren G!P)Where stories live. Discover now