No recordaba esta habitación. Miré el reloj digital en la mesilla de noche. Los números en rojo indicaban las tres, pero no si eran de la tarde o de la madrugada. A través de las espesas cortinas no pasaba ni un hilo de luz exterior, aunque las lámparas iluminaban la habitación.

Me levanté entumecida y me tambaleé hasta la ventana para apartar las cortinas. Era de noche, así que debían de ser las tres de la madrugada. Mi habitación daba a una zona despejada de la autovía y al nuevo aparcamiento de estacionamiento prolongado del aeropuerto.

Me sentí algo mejor al saber dónde me encontraba. Me miré. Seguía llevando las ropas de Esme. Recorrí la habitación con la mirada y me alborocé al descubrir mi petate en lo alto de un pequeño armario. Iba en busca de ropa nueva cuando me sobresaltó un ligero golpecito en la puerta.

- ¿Puedo entrar? -preguntó Alice.

-Sí, claro- contesté.

-Tienes aspecto de necesitar dormir un poco más- me dijo con voz preocupada.

Me limité a negar con la cabeza. En silencio, se acercó despacio a las cortinas y las cerró con firmeza antes de volverse hacia mí.

-Debemos quedarnos dentro -me dijo.

-De acuerdo -mi voz sonaba ronca y se me quebró.

- ¿Tienes sed? – me preguntó.

-Me encuentro bien -me encogí de hombros.

-¿Y tú qué tal?- pregunté.

-Nada que no pueda sobrellevarse-sonrió- te he pedido algo de comida, la tienes en el saloncito. Edward me recordó que comes con más frecuencia que nosotros.

-¿Ha telefoneado?- pregunté.

-No -contestó, y vio cómo aparecía la desilusión en mi rostro- fue antes de que saliéramos.

Me tomó de la mano con delicadeza y me llevó al saloncito de la suite. Se oía un zumbido bajo de voces procedente de la televisión. Jasper estaba sentado inmóvil en la mesa que había en una esquina, con los ojos puestos en las noticias, pero sin prestarles atención alguna. Me senté en el suelo al lado de la mesita de café donde me esperaba una bandeja de comida y empecé a picotear sin darme cuenta de lo que ingería. Alice se sentó en el brazo del sofá y miró a la televisión con gesto ausente, igual que Jasper.

Comí lentamente, observándola, mirando también de hito en hito a Jasper. Me percaté de que estaban demasiado quietos. No apartaban la vista de la pantalla, aunque acababan de aparecer los anuncios.

Empujé la bandeja a un lado, con el estómago repentinamente revuelto. Alice me miró.

- ¿Qué es lo que va mal, Alice?- pregunté.

-Todo va bien -abrió los ojos con sorpresa, con expresión sincera y no me creí nada.

-¿Qué hacemos aquí?- pregunté.

-Esperar a que nos llamen Carlisle y Edward- respondió.

- ¿Y no deberían haber telefoneado ya? – pregunté.

Me pareció que me iba acercando al meollo del asunto. Los ojos de Alice revolotearon desde los míos hacia el teléfono que estaba encima de su bolso; luego volvió a mirarme.

-¿Qué significa eso?¿Qué quiere decir que no han llamado?- pregunté preocupada.

-Simplemente que no tienen nada que decir- respondió.

-La falta de noticias son buenas noticias ¿no?- pregunté.

-Así es- respondió.

-Alice- dije extendiendo mis brazos hacia ella- necesito un abrazo.

Mi sol a media noche. (Edward y oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora