—Dije a la noche y que me llames.

—Necesito esto. —dijo y agarró mi notebook para sentarse en la cama. Me senté a su lado sin hablarle y estuvimos sin decir nada hasta que el programa inició sesión

— ¿Vas a estar mucho más tiempo así?—pregunté y me ignoró totalmente. Me acerqué a él y de atrás le saqué la capucha, bufó y se la volvió a poner, me arrodillé en la cama por detrás y lo volví a hacer.

—Basta Abril. —se quejó. Me gustaba tanto enojado, suspiré y se la saqué de nuevo para abrazarlo por atrás y esta vez no dijo nada.

—Celosito, sos tan lindo. —le dije y escondí mi cara en el hueco de su cuello para darle besos que él no negaba. —sos muy tonto si crees que puedo llegar a mirar a otro hombre teniéndote a vos.

—Ajá. —dijo sin ninguna emoción, lo miré y él seguía con la vista en la pantalla muy serio hasta que ya parecía enojado. Bufé.

—Gian, te quiero a vos nada mas, ¿no lo podes entender?

No dijo nada tampoco, así que con mi mano lo obligué a mirarme y no se resistió.

—Vos sos mío y no quiero otra cosa que ser tuya, no seas tonto por favor. —me quejé, lo acerqué a mis labios y no se negó, me besó pero eran pequeños besos desesperados y cortos. Segundos después se apartó y volvió la vista a la computadora, suspiré y me dediqué a seguir, besé su cuello y su cara, pero se oponía a responderme a un buen beso, le hice dejar la computadora y me di vuelta para sentarme a horcajadas pero se acostó hacia atrás sin mirarme. Escuché la puerta principal cerrarse y fruncí el ceño, seguramente Ema había llegado porque pronto volvió a cerrarse la puerta del cuarto de al lado, el de ella.

— ¿Al menos vas a tocarme?—le pregunté y me agaché para acomodarme en su pecho.

—Me molesta verte con otros hombres. —dijo al fin, una pequeña sonrisa se formó en mis labios.

—Son celos, es inseguridad eso Gian.

Él bufó y me miró así que me aparté para estar a su altura.

—Dejá de decir que estoy celoso, no estoy celoso, dije que me molesta

—Son celos, no hay otra. —le dije y busque sus labios. —pero ya olvidate, no quiero que discutamos.

—Pero no estamos arreglando nada.

—No hay nada que arreglar, la seguridad la tenés que tener conmigo y podes dar por hecho que yo sólo quiero estar con vos

Al fin pareció bajar un poco y suspiró pasando sus manos por mi cintura, lo besé de nuevo y me respondió a un buen beso mientras me acariciaba la espalda y las piernas, iba a dejarlo fluir cuando escuché en el cuarto de al lado gemidos y eran de Ema. Me senté rápido y me miró confundido, sentía vergüenza ajena de amiga.

—Mierda.

—Ignoralos. —me dijo y me quiso acercar pero yo me alejé.

—No, es incómodo. — Me levanté sin que se opusiera de nuevo y me acerqué a la pared para golpearla. Segundos después ya no se escuchó tanto. —Perdón.

—A mí no me importa.

—A mí sí.

— ¿Por qué? —levantó una ceja. —Es normal... algo exagero quizás. —dijo y yo sonreí, porque era cierto. Se levantó y se acercó a mí agarrándome de la cintura. — ¿Yo te hago gritar así?

— ¡Ay Gian!

Lo quise empujar pero no me soltó y con su sonrisa se acercó a besarme.

—Solo te incomoda porque querés hacer lo mismo. —dijo y yo lo miré mal empujándolo.

—No seas tan estúpido.

— ¿Miento?

Rodé los ojos, él se acercó de nuevo a mí y me hizo mirarlo agarrándome del mentón

—No te preocupes hermosa, te puedo hacer gritar más que eso. —dijo y me dio un casto beso en los labios, me reí y me aparté para sentarme en la cama.

— ¿Vas a venir hoy?

—En mi casa, no quiero que te intimiden más.

— ¡Basta Gian!—me quejé y sonrió poniéndose la capucha. — ¿ya te vas?

—Ajá. —se acercó a mí y lo agarré de las mejillas para besarme. — ¿vas a cocinarme hoy?

—Sí pero no estoy incluida en algún tipo de postre. —le dije y sonrió mientras lo besaba.

—Eso lo vamos a ver hermosa. —me besó y me desvanecí en sus palabras. Tan pocas veces era así de tierno y me decía así que me encantaba cuando le picaba la ternura.


Aprendiendo a Quedarse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora