Noº1

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El agua se llevaba toda la sangre que quedaba en sus muñecas. No sabía porque lo hacía, solo se volvió adictivo desde la primera vez que lo hizo.

Una lágrima corrió por su mejilla, estaba tan solo, pero a la vez era una carga para todo el mundo. No servía para nada, lo único que hacía era cortarse y llorar en las noches. Él no quería caer lejos, aunque ya nadie lo podía evitar. ¡Y es que nadie entendía como se sentía en realidad!

-Nadie-dijo en un susurro.

Se miró las ya muchas cicatrices en su piel. Estaba gordo, él lo sabía.

-No-dijo queriendo alejar las voces en su cabeza.

No.

Ya es muy tarde.

-Tarde-susurró

Se sentó en el suelo, abrazando sus rodillas. Iba a contenerse. No volvería a pasar.

Desde que pasó, su madre lo obligó a dejar su pequeño departamento e irse a vivir con ella. Su madre no lo entendía, nadie lo entendía. Ellos no lo querían dejar irse. Si se dieran cuenta del favor que les haría...

Su cabeza empezó a doler. Migraña. Todo empezó a dar vueltas, y las sombras se acercaban cada vez mas a él. Siempre era así, esos ojos brillantes, con voces retorcidas hablaban un lenguaje que solamente era entendido por ellos.

El psicólogo le había dicho que sus ataquéis estaban disminuyendo, era verdad, hasta ahora. Hace un tiempo que no le daban ataques tan fuertes, pensó que al fin moriría.

Sintió golpes en la puerta y voces pidiendo ayuda.

La puerta se abrió, y entraron personas con siluetas borrosas. Lo tomaron de los brazos y luego todo se volvió negro.


Despertó en una sala de paredes blancas, acostado en una camilla. Sólo recordaba las sobras que lo agobiaban.

-Ya se puede ir a casa-escuchó la voz de un hombre detrás de la puerta.

-Gracias, doctor-ahora habló su madre.


Se encerró en su habitación. No podía más.

Pumpkin and cinnamon  //  ºtyshºDonde viven las historias. Descúbrelo ahora