Capitulo I: El comienzo de un final

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¡Nana! ¡Nana! —gritaba una pequeña que vestía un largo vestido de color blanco que en sus extremos inferiores estaba manchado de tierra al igual que sus zapatos también. —¡Mira, mira! —insistió con su inocente e infantil voz. Aun no llegaba al lugar donde le esperaba su abuela, pero corría con ambas manos hacia adelante con los ojos llenos de ilusión,

Una anciana de largo cabello blanco estaba sentada bajo la sombra de un árbol en el jardín del palacio, entre sus manos tenía un viejo libro sin título en su portada. La mujer de inmediato observó hacia adelante para ver a la niña de cabellos rubios y brillantes correr hacia ella. Su nieta, la princesa era la niña más inocente e infantil que conocía pues, todo niño criado en la realeza a esa corta edad ya están siendo disciplinados para reinar, y bien lo sabía pues así mismo había sucedido con su único hijo; Eskol Moon, el rey actual.

¿Qué sucede copito de nieve? —aquel apodo se lo había ganado la joven heredera después del primera día en que su madre le permitió salir a correr entre la nieve. Aquel día no solo su abuela sino también su padre le habían observado con gran felicidad al que algo tan simple la hacía feliz, pues ninguno de esos costosos regalos o muñecas de países extranjeros capturaron su atención como lo hizo la nieve aquel día.

¡Mira Nana! —jadeando llegó en frente de su abuela, en sus dos manos extendidas tenía un pequeño trozo de hielo que, al mirarlo más cerca, la anciana pudo notar que tenía la forma de una pequeña flor —Yo misma lo hice —admitió la pequeña con orgullo. El semblante de su abuela, aquella sonrisa por un segundo se desvaneció. —Nana... —musito la pequeña apenada agachando la mirada —¿No te gusta? —preguntó con decepción.

—Oh, Evey mi niña, es hermosa. —respondió de inmediato la anciana al escuchar la tristeza en la voz de la pequeña —¿Puedo tomarla? —preguntó extendiendo sus manos. En respuesta la pequeña sintió repetidas veces y depositó la pequeña flor en las manos de su abuela —¿Cuándo la hiciste cariño?

Hum... pues estaba jugando cerca de allá. —dijo señalando un pequeño jardín que estaba cubierto por una gruesa capa de nieve. Ese era su lugar favorito pues en cierta época del año las flores brotaban de diversos colores dándole un aspecto hermoso y alegre —Y extraño las flores... y-y-y lo hice, así. —la pequeña puso su mano sobre la otra dejando un gran espacio, una pequeña tormenta se formó entre sus pequeñas manos, sin embargo, nada salió —¡Ay! —Se ante su fracaso —No puedo hacerlo de nuevo...

Nana levantó su mirada y le sonrió con cariño a la muchacha —Querida, te creo, es una flor hermosa. —la anciana revolvió el cabello de la niña y le regresó la flor.

¿Crees que a mami le guste? —preguntó con completa ingenuidad.

Por ahora, mantengamos esto como un secreto entre tú y yo ¿sí? —No podía dejar que la niña entrara por las puertas del palacio y le mostrara lo que había hecho a Jaira, la mujer enloquecería. La pequeña Evey asintió —Ven cariño, vamos a tomar un chocolate caliente —la anciana se levantó y metió el libro entre su túnica, le ofreció la mano a la niña que alegremente la tomó.

Evey dormía en su habitación, Nana estaba en el palacio, en aquella sala que utilizaban para reuniones. Eskor, un hombre alto y de cabello rubio y destellante como el sol, ojos grises y barba en su rostro, estaba sentado a la cabecera. Jaira por su parte estaba sentada al lado de su marido, una mujer alta y delgada, con rasgos fijos y un par de hermosos ojos verdes, en sus labios parecía llevar una permanente mueca de disgusto. Nana sabía que lo que diría sería difícil pero quería ser ella quien pusiera al tanto a los padres de la princesa, no deseaba por ningún motivo que Jaira enloqueciera, había visto como trataba a veces a la pequeña, la mujer parecía incluso no tener un instinto maternal y aquello, era una razón de discusión entre ella y su hijo, Eskor, en varias ocasiones.

Nieve y Oscuridad [Segunda Parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora