Capítulo XXXI

6.8K 797 106
                                    

Capítulo XXXI
Dolor y miedo

Samantha

El dolor es una mierda total, no soy una persona que soporte mucho de ello, la última vez que me sentí tan adolorida tenía diez años y estaba despertando en un lugar desconocido para mí, parece que fue ayer que pasó todo aquello.

Intento voltearme pero el dolor me hace rechinar los dientes, es tan agudo que me toma unos segundos recuperar el aliento, mis músculos parecen que han sido molidos a palo o algo así y mi abdomen duele mucho.

Vuelvo a intentar acomodarme en la cama y esta vez un jadeo de dolor se escapa de entre mi labios, el dolor es insoportable, me da miedo despertar completamente y que sea mucho peor.

Escucho a mi madre a mi lado diciéndome que no me mueva que me estoy lastimando, mientras acaricia mi cabello. Al sentir sus manos sobre mi cabello me permito abrir los ojos poco a poco, en un principio la claridad que entra por la ventana me hace doler la vista, pero terminó acostumbrándome.

Por unos, no sé, quizás minutos o segundos me siento desubicada, no sé dónde estoy, mi mente parece confundida y abrumada por el dolor que estoy sintiendo, pero poco a poco todo empieza aclararse y reconozco mi habitación.

《Mierda, duele. 》

Mis costillas duelen mucho, es de ese tipo de dolor que no te deja pensar o razonar mucho, pero aún así mi mente logra recordar todo lo de la noche anterior y mi cuerpo en automático se pone en modo alerta haciendo que contraiga los músculos y otro jadeo de dolor se me escape, me duele jodidamente todo.

El día de ayer terminó horrible, si existiera una lista de los peores días que cada persona ha tenido, en mi lista, la noche de ayer estaría en el top cinco de los peores recuerdos, viene a mi con claridad el miedo que sentí, el dolor de los golpes y la angustia de no saber si sería capaz de contarlo, definitivamente es algo que no quiero volver a experimentar.

—Deja de moverte y afloja el cuerpo te estás lastimado —Esa es la voz de mi madre que me hace salir de los recuerdos de terror que viví la noche anterior. La miró por un minutos y de apoco trato de calmarme porque tiene razón.

—Duele —me las arreglo para responder, y ella sólo acaricia mi cabello asistiendo.

—Lo se cariño, ese desgraciado te ha golpeado muy fuerte. —Suspiro mientras me permito por unos segundos perderme en la caricia de mi madre, me siento como cuando niña y ella solía consolarme luego de un resfriado, aunque está vez es algo mucho más peligroso que un simple resfriado.

Un gruñido poco femenino sale de entre mis labios cuando mi cuerpo siente la necesidad de ir al baño, maldita naturaleza, necesito orinar y se que dolerá como el infierno.

—Necesito ir al baño —anunció haciendo una mueca por solo imaginar lo que me dolerá, el rostro de mi madre se transforma en uno de preocupación pura, se que odia verme así, ninguna madre se siente cómoda viendo sufrir a sus hijos.

Aunque deseo no levantarme, no puedo aguantar mucho más y hacerme en la cama no es de mucha ayuda. Mi madre suspira y se levanta del costado de mi cama.

—Eso es un problema hija, va a doler —su voz suena preocupada, y yo sé que dolerá como el infierno, pero no hay de otra, ella se coloca de tal manera que toma mis manos para ayudarme a levantar, solo pensarlo mi cuerpo se tensa. —Vamos te ayudo.

Con cuidado me tomó de ambos brazos y me ayuda a levantar, sin exagerar el dolor en mis costillas es tanto que por un segundo pienso que me voy a desmayar mientras me sostengo fuertemente de ella.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora