Capítulo XX

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Capítulo XX
Pecas


Bastián

Sorprendenteme no me he sentido tan incómodo durante la cena, al principio fue algo difícil pasar de la incomodidad inicial a estar más tranquilo, pero con el paso de los minutos las cosas fueron sintiéndose más cómodas.

La comida y la conversación se sintieron maravillosas, sinceramente lo que nunca esperé fue terminar en este tipo de situación.

Los años no pasan en vano, por eso sé que durante toda mi vida he tenido muchas experiencias raras —de hecho con Alex viví unas cuantas borracheras extrañas —, pero nunca llegue siquiera a pesar que al invitar a Samantha está mañana que todo terminaría de esta manera; definitivamente no ví cuántas copas se tomó, pero no creo que hayan sido tantas como para que esté así.

Su móvil en mi mano me muestra que solo me queda una oportunidad más antes de bloquear el teléfono definitivamente, he intentado muchas veces diferentes patrones pero ninguno funcionó, si lo vuelvo a intentar es capaz de que pierda el móvil no quiero arriesgarme. Miro a la chica a mi lado y suspiro, sigue llorando y por alguna razón —que la verdad no me gusta —me recuerda a Alex, no me parece justo compararlas, pero siempre que Alexandra decidía tomar un poco sabía que terminaría consolandola.

Miro la hora en el reloj que llevo en mi muñeca y veo que es tarde, pienso en más opciones para averiguar su dirección y todas son muy engorrosas, no quiero ir a esta hora a la oficina a buscar entre los registros su dirección. Miró nuevamente el teléfono entre mis manos y suspiro, no hay más opción; no me puedo poner a inventar con Samantha en ese estado la llevaré a mi casa, con suerte Abby esté dormida y me puedo escabullir  con ella al cuarto de invitados.

Con la decisión tomada enciendo el auto y tomó la dirección a casa, el viaje es muy silencioso, Samantha se abraza a sí misma mientras sigue llorando y aunque suene cruel se ve graciosa, nunca me imaginé verla así, ella desde que llegó a mi vida se a mostrado ante mi como un ente perfecto, y aunque se que nadie lo es, es raro ver qué es vulnerable de esta manera.

Samantha sigue sorprendiendome, tiene capaz que poco a poco voy describiendo y sinceramente me parece una borracha tierna, que ya se que debo vigilar la próxima vez que le invite otra copa.

《¿La próxima vez?》 Me pregunto a mi mismo, la verdad es que si quiero que haya otras próxima veces, quiero saber qué más puedo llegar a descubrir de ella.

No sé a que llegue esto, no sé si está bien, pero tenía tiempo que no me sentía tan vivo, veremos qué pasa con el tiempo.

Las orquídeas eran las flores favoritas de Alexandra, por ello cuando me mudé a esta casa decidí tener en el jardín delantero una gran colección de ellas, es otra forma más para tenerla presente en mi vida, cada semana viene un señor que sabe cómo cuidarlas y me ayuda a hacerlo.

Llegamos frente a la casa y Sam detiene sus sollozos, sus ojos observan con detalle el jardín y puedo jurar que sus ojos destellan de una forma especial, la veo susurrar algo para sí misma que no logro oír y que decido ignorar porque seguramente no sabe ni qué está diciendo.

Apagó el auto y la miró, sigue hipnotizada con las flores, como si le trajeran tantos recuerdos como a mí; quizás tiene un significado especial también para ella.

Bajo del auto y rodeo hasta el lado del copiloto, abro la puerta y desabrocho su cinturón, la ayudó a salir y ella me lo permite pero cuando ya está fuera del auto decide que puede caminar sola cosa que es gracioso de ver. Por alguna razón sonrió y me siento vivo.

Me acerco a ella y aunque protesta un poco paso mi brazo por su cintura y la pegó a mí para darle estabilidad y así la guío hasta entrar a la casa. Una vez entramos sus ojos parecen escáner, ve todo lo que está a la vista como si estuviera tratando de grabarse el lugar.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora