Capítulo I

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Adiós

Alexandra

Cuando tomas la decisión de unir tu vida para siempre con otra persona, sabes que viene con virtudes y defectos, nadie en el mundo es perfecto, así que todos somos conscientes a lo que nos enfrentamos al tomar una decisión tan importante.

En mi caso, amo sin medida a Bastian, desde que tengo uso de razón fue alguien importante en mi vida, y eso no va a cambiar nunca, aunque no conozco el futuro, en mis planes está envejecer a su lado y ser feliz hasta que estemos muy, pero muy viejitos.

Hace 3 años habíamos decidido unir nuestras vidas de forma legal, fue solo por hacerlo oficial, pero nuestras vidas ya estaban unidas para siempre desde que nos conocimos. Muchos creían en aquel entonces, que por conocernos desde pequeños nos íbamos aburrir de estar juntos, que trataríamos de buscar nuevos horizontes, pero la verdad es que ninguno de los dos podemos vivir sin el otro.

Bastián, es un hombre con virtudes maravillosas, él ante mis ojos es un ser maravilloso que siempre ha cuidado de mi, pero como tiene cosas positivas también tiene aspectos negativos, y el principal es su maldito trabajo.

La dedicación que le pone a lo que ama, es una de las cosas que más me ha enamorado de él. Cuando nos casamos éramos muy jóvenes, cosa que no ha cambiado mucho desde entonces seguimos siendolo, pero el punto es que él siempre me ha prometido darme una vida buena, quiere lo mejor para mí y por ello se esfuerza el triple en su trabajo, y no porque sea mi esposo voy a mentir diciendo que es el mejor en lo que se dedica, pero la verdad es esa, a él le encanta su trabajo, y eso lo hace el mejor en ello.

Y aunque siempre lo he apoyado, llega un momento dónde se sobrepasa el nivel de paciencia que puedas tener, para todo hay límites, hoy es 24 de diciembre y nuestras familias nos esperan para pasar tiempo juntos, como es tradición queremos recibir la noche buena unidos.

En teoría, en una hora ya debemos estar en casa de mis padres, yo ya tengo todo preparado, pero él no se ha movido de su escritorio en todo el día, y no sé ve señales de que pretenda hacerlo, es un comportamiento que ya es repetitivo, se está perdiendo de la vida mientras se consume en esa maldita computadora, entiendo lo que piensa, pero no estoy de acuerdo, se está alejando de todos.

Hace dos meses, fue el cumpleaños de su madre, el cual solo le regaló una llamada de dos minutos, dónde básicamente se excusó de estar muy ocupado para ir a verla, se que quiere ser el mejor y ser reconocido, pero ¿Vale tanto ese sueño como para hacerle daño a su familia?

Y aunque he tratado de no molestarme, debo ser sincera conmigo misma, estoy molesta, odio tener que decirle algo que él ya sabe, no veo porque recordarle que debe alistarse para ir con nuestras familia, no es como si los planes no estuvieran hechos desde hace mucho tiempo, él está consciente que hoy no debería tener ese aparato encendido, pero aún así está ahí, sentado sin despegar los ojos de la maldita pantalla, es como si, no existiera otra cosa más importante en el mundo.

¿Es normal sentirme celosa de una computadora? Obvio que no es normal, pero acá estoy yo, sintiendo celos de un aparato, que pasa más tiempo con la persona que amo que yo, que patético suena, y que patética me siento, solo de pensarlo. Hemos llegado al punto donde una máquina me hace sentir envidia, increíble.

Pero, lo que más me molesta de todo, es que no parece notar mi enfado, no parece notar el dolor que causa en su madre, cada que rechaza unas de sus llamadas porque está ocupado, él de verdad no se da cuenta que nos está alejando, y nosotros nos sentimos desesperados sin saber cómo traerlo de vuelta.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora