Día 4|

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ENERO 10 - au ✻ invierno ✻ anhelos.

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— ¡Mierda, sube! —Carraspea la voz de un voluminoso lobo cenizo.

En un acto rápido, Todoroki trepa su cuerpo sobre el lomo de este mismo. Aferró sus manos al grueso y tupido pelaje de ese lobo voluminoso. En cuanto el bicolor obtuvo un buen agarre, el lobo comenzó a trotar hacia las afueras de aquella ciudadela. El bullicio prosigue fuertemente mientras escuchas el choque constante del pesado metal, el silbido de las flechas al desplazarse y al ensartar en armaduras platinadas.

Detrás, el ruido de los trotes a caballo, los gritos en demanda persiguen a aquel par que busca el escape de todo el caos anterior. A los costados escuchas de nueva cuenta el sonido de las flechas al ser lanzadas con una puntería precisa, junto al sonido del crujido de los árboles, las hojas siendo golpeadas y cortadas por las espadas de aquello jinetes. El lobo cenizo toma precauciones cubriéndose con la naturaleza, frondosos árboles y dura madera de los troncos. Todoroki mantiene su respiración agitada después de batallar arduamente contra los defensores de uno de los reinos del sur y la propia adrenalina que la situación le generaba.

La naturaleza los acoge dentro de sus entrañas, perdiéndolos dentro de sí misma dificultando la búsqueda. Árboles verdes, tan grandes y llenos de vegetación. Pastizales debajo de las patas de Katsuki siendo destrozadas. El ambiente está ligeramente templado al ser horas vespertinas, con un aire leve que peina los cabellos de ambos al son del trote y el traqueteo.

— ¡Ve al noreste! —Le grita Todoroki al escuchar muy a lo lejos el traqueteo de aquellas personas que vehemente les seguían, ahora, después de brincar una enredadera y algunos árboles caídos, quedaron retrasados notoriamente al buscar un camino para cruzar con los caballos. Algunos trataron de seguir el paso, pero el trote de un lobo era más rápido que el de un humano.

— ¡No me des ordenes! —Le respondió aquel lobo, abriendo el hocico con cierto cansancio.

— ¡Solo haz lo que te digo!

Porque ese lobo no obedecía órdenes, escogió de lleno el camino hacia el norte, ignorando el puente que cruzaba aquella depresión, llevándolos a algunas montañas donde más adelante el propio hogar de Todoroki se situaba. El semi-albino bufó molesto ante la obvia desobediencia de Katsuki, siguiendo su trote hacía el frente.

—Lobo insolente. ¡¿Qué demonios estás haciendo?!

Katsuki no respondió ante ello, apresuró aún más el paso al ver que el sol comenzaba asomarse por el horizonte, despidiendo un tono anaranjado en el azulado cielo. Recorriendo el camino previsto, a través de los árboles, llegando a una cueva oculta por algunas ramas y hojas, detuvo el trote, arrancando ligeramente la vegetación del suelo con sus garras.

—Bájate.

Todoroki entrecerró los ojos pensando en las distintas posibilidades y pensamientos de aquel cenizo que le había traído hacía el norte, a lo que podrían ser cincuenta kilómetros de su reino. Estaba a punto de alegar contra él si es que pensaba abandonarle en ese lugar. Sintió cierto recelo al pensar en cómo él obedecía una orden de ese lobo, pero el contrario hacía lo quería ante sus órdenes sin importarle nada. Cualquiera se reiría de él.

El heterocromatico descendió con cuidado de su lomo, pisando el pasto sobresaliente de las rocas que adornan aquella cueva, con sus algo gastadas botas azuladas. El cenizo, por su parte, recuperó su forma humana, llevándose una mano al sudor de su rostro.

¡BakuTodo Week 2018! [7 al 13 de enero]Where stories live. Discover now