08.

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Día 13.

Elizabeth.

Me apresuré por llegar al café en el que me había citado Yugyeom. La noche empezaba a caer sobre la ciudad y no pude evitar sentir un escalofrío cuando una ráfaga de aire me rozó y recordó que estaba sola.

Nunca me había gustado esa sensación. Estar sola me recordaba a esas noches en las que escuchaba a mis padres discutiendo y las cosas rompiéndose en el suelo, mientras yo me abrazaba a mi misma en una esquina de mi habitación y lloraba desconsolada.

Antes de Andrew, pasaba mucho tiempo con Yugyeom y Jinyoung para evitar estar sola, y si ellos no estaban en el país, siempre estaba la única persona que no fallaría jamás: mi madre.

- ¡Bettie! - me llamaron en cuanto entré a la cafetería y en cuanto vi, a pocos metros de distancia, a mi mejor amigo levantando la mano, no pude evitar sonreír.

Llevaba el cabello de color plata y aunque no era muy fan de los cambios de estilo tan drásticos, ese en especial me agradaba. Lo hacía ver distinto, pero de una forma que me gustaba.

Cuando me senté frente a él en la mesa, me detuve a ver su rostro. Se había quitado el delineador de ojos que le aplicaban en la compañía para resaltarlos más, pero que a mí me parecía innecesario. Yugyeom tenía los ojos más lindos, tranquilos y confiables del mundo. Sus labios estaban un poco opacos, probablemente por el frío, y la punta de su nariz estaba un tanto roja.

- ¿Estas enfermo? - me apresuré a preguntar y coloqué una mano sobre su frente. Él rió.

- Claro que no, Bettie. - replicó. - Solo un poco de alergia.

- ¿Estas seguro? - insistí y juro que si no tomaba mi mano en ese instante, me iba a buscar medicina.

Mi mirada bajó a nuestras manos sobre la mesa y me permití disfrutar de la calidez que me brindaba.

Nunca me había puesto a pensar en la cercanía de ambos. Sí, yo sabía que Yugyeom era la persona que más me apoyaba en el mundo. Pero nunca me detuve a analizar nuestra interacción, nuestra facilidad para abrazarnos o tomar la mano del otro. En mi país era normal, pero todos mis años en Corea me habían enseñado que aquello no era común entre personas que solo eran amigos.

- Te he citado porque necesito decirte algo. - dijo y me hizo volver a la realidad y mirarle. Él lucía tranquilo, por lo que no dejé que los nervios se apoderaran de mi. - Te he dicho mil veces que no considero que Andrew y tu deban estar juntos, mucho menos casarse, pero voy a estar contigo.

- ¿A que te refieres? - pregunté, aturdida por lo que acababa de decir.

Yugyeom pensaba que me molestaba cuando mencionaba el tema de Andrew, pero la verdad era que me hacía dudar a tal punto que intentaba defender mi decisión de alguna forma. En el fondo, yo sabía que Yugyeom lo decía por algo y qué tal vez tenía razón.

- Te ayudaré con los preparativos de la boda. - dijo de pronto y creo que si hubiese estado tomando algo, lo hubiese escupido en ese momento.

Con esas solas palabras, sentí como si alguien me lanzase agua helada.

Día 15.

- Me gustan estas, pero no se si sean apropiadas. - le dije a mis mejores amigos mientras caminábamos por una florería. Ambos jóvenes me miraron y rodaron los ojos. - ¿Qué?

- Dijiste eso de las flores de allá, y de allá, y de allá. - enumeró Jinyoung. Busqué los ojos de él y de Yugyeom, y luego de unos segundos en silencio, nos lanzamos a reír. - Estas mal, enserio.

- Yah, Jinyoung, háblame con propiedad. - le reproché informalmente, sabiendo que se molestaría por ello. Lo hice a propósito, me gustaba la forma en la que sus ojos se abrían de par en par y su boca se curvaba para gritarme.

Y así fue. Jinyoung abrió los ojos de par en par, se quitó la mascarilla negra que llevaba para ocultar su rostro de las fans, y curvó sus labios.

- ¡Oppa! ¡Es Jin-young O-ppa! - me corrigió y tanto Yugyeom como yo, comenzamos a reír a todo pulmón. Parecíamos focas retrasadas, pero no me importó en absoluto. - ¿Qué? ¿Qué les pasa?

- Que ha sido una broma y tu te lo tomaste enserio. - respondió Yugyeom mientras yo sostenía mi estómago. Jinyoung negó con la cabeza, intentando mantenerse serio, pero al cabo de unos segundos, ya estaba riendo con nosotros.

- Ustedes dos. - nos señaló. - Ustedes dos me vuelven loco.

- Tu vida no sería la misma sin nosotros. - le recordé al palmear su mejilla. - ¿Verdad, Gyeomie? - mi mejor amigo asintió con una sonrisa tímida que mostraba siempre que lo llamaba así.

- Son tal para cual. - añadió Jinyoung antes de que sigamos caminando.

Tal vez el comentario había sido solo algo suelto, pero a mi me había hecho sentir extraña.

¿Éramos tal para cual?

Día 17.

Jinyoung.

Mi mejor amigo estaba demente. No, él había perdido la cabeza.

¿Como podía ayudar a preparar la boda de la chica que amaba?

- Sigo sin saber cómo lo haces. - le dije mientras veíamos televisión en mi apartamento. - Sigo sin saber cómo tienes la fuerza de acompañarla a ver flores, locales y pasteles, sin sentirte como la peor...

- Bueno, vale, ya entendí tu punto, hyung. - se quejó al cruzarse de brazos.

- Te duele. - afirmé señalándolo. - Te duele hasta lo más profundo de tu ser, pero no dices nada. - añadí firme y solo entonces, se volvió a mi con los ojos enrojecidos. - ¿Por qué?

- Porque la amo, por eso.

¡No te cases! | Kim YugyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora