Capítulo 17

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Samarie

Dos semanas después...


Intento caminar entre la multitud de periodistas que me rodean, la puerta de entrada de Miller Inc. se ve demasiado lejos desde aquí pero realmente solo bastarían unos pasos más hasta llegar a ella. Sin embargo el trecho se hace el doble o hasta el triple de distante, las múltiples preguntas, micrófonos y flashes hacen que me sienta desesperada por respirar el aire fresco que necesito. No entiendo gran parte de los reclamos y las preguntas no hacen lógica para mi. ¡Yo no hice nada! Quisiera gritar para que me entendieran, para que dejaran de especular y se olvidaran de todo este nuevo escándalo.

El despertador suena logrando despertarme de la pesadilla. Vuelvo a cerrar los ojos mientras controlo mi respiración. - Todo estará bien. - susurro para mi misma pero sé que no será así. Tengo tantos problemas como jamás hubiese pensado tenerlos. 

Vuelvo a abrir mis ojos al cabo de unos segundos que se alargan casi hasta convertirse en un minuto, busco mi celular y reviso la hora. Nueve y diez de la mañana, demasiado temprano considerando que hoy me había propuesto no ir a la empresa y dormir hasta que mis problemas desaparecieran. Río sin ningún tipo de gracia mientras me levanto dirigiéndome al baño. Ni por más que durmiese mis problemas se resolverían, son demasiados y extremadamente serios. Se podría escribir más de un libro de ellos.

La tibia agua cae sobre mi haciendo que me sienta relajada aunque sea por solo un momento. Luego de unos minutos, y al terminar en el baño, paso a la cocina en donde busco algo de beber y me tomo unas pastillas. Después de todo tendré que cuidarme ¿no?

Busco una blusa suelta y unos pantalones de vestir que hagan juego, busco mis tacones favoritos y tomo mi bolso en donde ya están mis llaves, celular y cosas importantes. Subo al auto y me dirijo a la empresa, ya me he levantado "temprano" así que iré a hacer mi trabajo. El sonido de un nuevo mensaje resuena en todo el auto, presiono en la pantalla táctil para abrirlo y al instante una voz lee el mensaje: "Feliz día de acción de gracias, hoy agradezco lo nuestro. Te quiero y te extraño. ¿Nos veremos en enero?"

- Imbécil - suelto luego de escuchar el mensaje que Flex me ha dejado.

¿Cómo puede ser tan cínico? ¿Cuánto tiempo estuvo conmigo? ¿Una semana y media?

Quiero llorar pero no lo hago, no por ahora.

Flex ha regresado a Australia hace unos días con toda su familia; su excusa conmigo fue que quería estar más tiempo con Emma ya que necesita cuidados pero sé que eso es mentira. ¿Cómo en tan solo una hora ella se pudo haber puesto mal cuando estaba excelente? Claramente es una excusa de Keenan y todo por el nuevo escándalo que ha explotado en mi contra. Él es un cobarde que no puede ser gentil en estos momentos. Un cobarde que aunque dice que me quiere, en el momento en que lo necesito no está. ¿Y porqué no está? Por que no le gustan los encándalos ¿Y cree él que a mi me gustan? Muy bien sabe que yo no lo he buscado. En adición a eso, el temor de ser parte de un escándalo aún más grande por ser grabado junto a mi lo hace volver a su país con su familia. Lindo día el de hoy.

Camino en dirección al elevador sintiendo miradas sobre mi, es normal, con todo este escándalo de que "Sam Miller está envuelta en el lavado de dinero" no podría pedir que no me miraran a cada segundo. Pero...¿mirarme con miedo? No veo el porque. ¿A caso piensan que los voy a mandar a matar o algo parecido?

- Buenos días Xiara. - saludo cortés, no tengo porque volver a tratar mal a mi secretaria, ese no es mi estilo.

- Buenos días - dice con voz temblorosa.

¿Qué les pasa a todos hoy?

Abro la puerta de mi oficina y me quedo helada con lo que veo, entendiendo así el porqué de las miradas. ¿Qué hace él aquí? Intento respirar profundo mientras finjo estar bien, fresca, como si un mar de malas situaciones no me estuvieran atormentado.

- ¿Qué haces aquí Dominic? - lo observo desde la puerta, él ahora tiene barba. Y al parecer en los meses que han pasado ha nacido su hija y la de Miranda. - Es linda. - sonrío mientras observo a la niña de algunos pocos meses.

- Vengo a tomar mi lugar - frunso el ceño al escuchar su dura voz - Mi puesto como presidente de Miller Inc. - unas terribles ganas de reír a carcajadas se apoderan de mi ¿qué es lo que ha dicho?

- Vuelve a repetir eso. - pido pasando por su lado y dejando todas las cosas sobre mi escritorio.

(...)

Dejo escapar una lágrima seguida de un suspiro y así, finalmente, comienzo a llorar sin tener control alguno. ¿Porqué me pasa todo esto? Primero, la noticia que recibí hace unas semanas confirmando que tengo dos meses de embarazo aproximadamente. Luego, el regreso de Flex a Australia. Seguido del escándalo por supuesto lavado de dinero que hace unas horas mi hermano acaba de confesarme que ha sido él quien lo ha propiciado, y como si fuera poco su repentina llegada para ocupar la presidencia de la empresa. ¿Qué se cree él? A quien le toca llevar el mando de la empresa es a mi, la hija mayor de Went Miller, de seguro ha hecho todo como un boicot en mi contra.

Pero dentro de todos los problemas siento que estoy derramando lágrimas innecesariamente por Flex quien ahora está con su familia pasando un excelente día según una nueva foto que ha subido a su perfil. Estoy muy mal, aprovecho que no hay nadie en la empresa para llorar cual niña pequeña ya que todos se han ido al medio día por ser acción de gracias ya que algunos decidieron trabajar hoy.

- Deberías estar en tu casa. - volteo a ver a Sebastián con el ceño fruncido; otro gran problema para mi.

- Lo mismo digo. - respondo secando mis lágrimas.

- ¿Estabas llorando? - se acerca a mi como si realmente estuviera preocupado, ¡tonterías!

- Por su puesto que no - intento sonar relajada. - Tenía...

- Una basura en el ojo - completa por mi con negación. - ¿Por qué eres tan orgullosa? Estabas llorando, es obvio. Pareces un reno de Santa, mira tu nariz. - me hace reír y lo agradezco. - ¿Sabes? Hoy es un buen día para largarse de esta oficina y pasarla...

- No lo hagas - esta vez soy yo quien lo interrumpe. Él me mira confuso - No intentes hacer que me sienta mejor, no lo merezco. - digo con una sinceridad incalculable.

- No soy rencoroso Samarie. - se atreve a llamarme por mi nombre como hace muy pocas veces. - Si hay algo que he aprendido en esta vida es a olvidar, perdonar y no guardar rencor. Habla con nostalgia.

- Pero aún así Sebastián, insisto. Deberías guardarme rencor. Deberías odiarme. - mi voz tiembla ante esto último.

Niega con la cabeza. - ¿Qué sucede? - da un paso hacia mi - Algo definitivamente anda mal contigo.

- No es nada - me alejo de él sintiéndome incómoda.

- Mientes - se vuelve a acercar a mi. - Te ves débil, triste, preocupada, pálida... - el rubio continúa con su constante movimiento de labios pero yo me siento realmente débil, como si el viento pudiera hacerme caer, mis piernas se aflojan y mis ojos pesan, la claridad invade mi visión y pronto siento como caigo sobre unos brazos.

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¡Capítulo terminado!

Espero que les haya gustado, muchas gracias por leer.

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