61: ¡Dovi al suelo!

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-Espero que este sea el último polvo antes de ser campeón del mundo.

-¿El último?- Pregunté, mirándole-. Son las diez de la noche, quedan muchas horas hasta tu carrera- Bromeé y luego volví a acomodarme sobre su pecho.

-Ya sabes a lo que me refiero- Dijo entre risas.

Era sábado por la noche, del fin de semana del último gran premio, el de Cheste. Marc había estado toda la semana muy centrado en sus objetivos, sobretodo des de que habíamos llegado al circuito. Le había prohibido pasar rato conmigo que pudiera aprovechar para entrenar. ¡Todo fuera por ayudarle! De mientras, yo estaba con su familia y sus mecánicos, emocionándome cada cinco minutos preparando su celebración como campeón. Imaginarme a Marc con su mente al fin en blanco, disfrutando de los frutos de tanto esfuerzo y feliz como una perdiz me llenaba de alegría.

Nada más acabar su reunión con el equipo me arrastró hasta el motorhome. Si. Querría desfogarse y desestresarse un poco, es normal; a demás yo hice lo mismo durante mi época de exámenes finales del curso pasado. Durante nuestra excursión hasta aquí yo no podía parar de reír. Pobrecito, necesitaba un descanso.

Ahora, más descansados y acurrucados en la litera, simplemente charlábamos con calma mientras esperábamos el momento en el que el sueño se apoderara de nosotros.

-Mañana va a ser un día increíble, Marc, ya verás- Le aseguré, subiendo la fina sábana des de abajo con el pie. Tenía frío.

-¿Y si no gano?

-¿Que?- Le había escuchado, pero me negaba a saber lo que había dicho.

-¿Y si no gano el campeonato?- Preguntó-. Me he caído un montón de veces este año. 

-No te vas a caer- Prometí, y luego le miré a los ojos-. Puede que te hayas caído muchas veces, pero las has salvado otro montón de veces, ¿no es cierto?

-Si, bueno...

-¡No te desanimes...!- Me incorporé, apoyando mi cuerpo en el brazo derecho-. Todo va a salir genial, ¡vas a ser campeón!- Lo besé con fuerza, colocando mi mano izquierda en su mejilla. Luego, aprovechando que la tenía ahí puesta, le acaricié la cara. Sonreí.

-¿Y si no lo soy?

-Si no lo eres- Dije-, no pasará nada. Seguirás siendo el puto amo.

-¿Soy el puto amo?- Preguntó con una amplia sonrisa.

-El putísimo- Alcé las cejas, divertida.

Marc se retorció y alargando sus brazos llegó hasta mi estomago. Ese era su blanco. Comenzó a hacerme cosquillas mientras yo no paraba de agitarme y dar patadas, gritando para que parara, pero con una sonrisa de oreja a oreja.



No podía aguantar la risa. Me lloraban los ojos y tenia la uña del pulgar entre los dientes para evitar reír: no funcionaba. Era la primera vez que veía algo así en las motos. Julià también se reía, pero mi nivel era tan grande que la gente del box se paraba a mirarme.

-¡No puede ser!- Levanté los brazos con fuerza y volví a carcajearme-. ¡Mi padrastro me repetía menos las cosas!

-Si es que ya se ha enterado. Que no lo haga ya es cosa suya.

Julià y yo nos referíamos al mensaje de "Suggested Mapping 8" que había aparecido en pantalla al menos cinco veces. Yo llevaba sin parar de reír des de la tercera vez, aunque des de luego no era la única que estaba completamente sorprendida con lo que estaba pasando con el equipo de Jorge Lorenzo y él mismo. Bueno, ahora el mensaje estaba aun más claro: des de aquí, Pit Lane, le habían sacado la pizarra pidiéndole que perdiera una posición. Claramente querían que le cediera su posición al candidato a campeón del mundo, pero al parecer Jorge no tenía intención de sacrificarse por su compañero de equipo.

Por atrás también se escuchaban los murmuros de los mecánicos hablando de las ordenes de Ducati.

Seguía concentrada en controlar mi risa cuando vimos dos imágenes similares, una detrás de otra. En la primera se veía a Marc deslizándose por el suelo, con la pierna fuera de la estribera y con el cuerpo totalmente en el suelo, mientras que en la de después se veía a Dovi en la grabilla. Muchos de los presentes ahogamos un grito, no sabíamos con exactitud que había pasado. ¿Se había caído Marc? ¿Se había caído Andrea? ¿Se habían caído los dos?

En ese momento pareció que habían silenciado el mundo: no se escuchaba a nadie y a nada.

Cuando vimos a Marc de nuevo en pista volvemos a mirarnos confundidos. Hacía menos de dos segundos estaba en el suelo. Me centré bien en la pantalla, ¿que estaba pasando?

Cuando de repente escucho un grito des del fondo del box: <<¡Dovi al suelo!>> y la imagen que veo de nuevo en la pantalla es la del italiano intentando levantar su moto. Dovi se ha caído, ¡Dovi se ha caído!

La celebración ya había comenzado en el box, saltando, riendo, chillando de alegría y abrazándonos todos con todos, ¡Y eso que la carrera aun no había terminado! Tras algunas felicitaciones volvimos todos donde estábamos antes, pero con expresión de felicidad plasmada en la cara. Con cuatro vueltas de margen me hicieron separarme de la televisión para preparar su celebración como campeón. El Big 6. La verdad es que no era el apodo más graciosos que podían haber escogido para este año, pero yo no iba a decir nada.

Vi como cruzó la línea de meta de milagro, ya que yo me dedicaba a llevar una gran pancarta hasta la curva donde estaba el fanclub. Àlex venía conmigo, y me encantaba verlo igual de contento que yo. Llevábamos una camiseta que habíamos estado haciendo ya puesta. Me iba más grande de lo que me pensaba, pero me daba igual. Habíamos colocado esa pancarta en el suelo mientras otros probaban la eficacia del dado trucado. Me hacía mucha gracia, esa situación. Casi me quedo sin tímpanos al escuchar a varios pilotos pasar, el motor rugía ruidosamente y nosotros estábamos a apenas veinte metros de ellos; a diferencia de los pilotos nosotros no llevábamos tapones en los oídos.

-¡Ahí está!- Exclamó alguien-. ¡¡UEEEE!!

Mientras Marc se acercaba a nosotros con su Honda, la afición se volvía loca des de las gradas, y es que no era para menos, pero me parecía muy curioso no estar yo ahí arriba.

Des de entonces no me quedó mas que disfrutar de cada momento, y sentirme más orgullosa imposible por el hombre que acababa de abrazarme, aún subido en la moto. Su espectáculo me ponía los pelos de punta, y vivirlo des de tan cerca me hacía tener ganas de llorar.

Tras esa celebración no lo vi en las horas siguientes, tuve que aguantarme las ganas de decirle lo genial que era, lo orgullosa que me sentía y lo mucho que le quería. Bueno, solo tendría que esperar a la fiesta de esta noche.


A mil latidos por hora (Marc Marquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora