31: Dos palabras.

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Montmeló. Si. Había decidido ir, así que el mismo viernes, después de terminar mi último examen del semestre, volví a mi residencia y saqué el macuto lleno de ropa. Me metí en el lavabo y me duché, con agua fría, cada vez hacía más calor. Me volví a lavar la cara tras salir de la ducha. Estaba morena, más que ningún otro año, y tenía las mejillas rojas por el calor de Mayo. Me sequé el pelo y me hice una trenza.

Eran las tres de la tarde, y yo había quedado con toda la familia Marquez Alentà a las seis y media en la puerta del hotel. Se me hacía raro pensar eso. Me dio tiempo a recoger la habitación lo suficiente para que no se notara que había estado de exámenes. Luego, me senté en la cama y saqué mi lista de las cosas que tenía que llevarme, para asegurarme que lo había cogido todo.

-Entonces, este chico... ¿que?- Me preguntó Ari, dándose la vuelta del escritorio para mirarme. Tenía el lápiz puesto tras la oreja. Aun con pintas de estudiante en época de exámenes, estaba preciosa. A mí los moños hechos a toda prisa me quedan fatal.

-¿Marc?- Le pregunté, ella asintió-. Bueno, digamos que es... Complicado.

-Lo harás tu complicado- Dijo, y yo no acabé de entenderlo-. Quiero decir, y no sé si fallaré pero creo que el tema va así: a ti Marc te gusta, bueno no, te encanta, pero tienes el corazón encerrado en una jaula y la llave está en el fondo de un pozo, ¿no? Él sin embargo parece que esté más encaprichado que tú, que sienta amor.

-¿Amor?

-Sí, no sé, pero te trata como si fueras una copa del champagne más caro del mundo, y que el cristal fuera tan fino que con tocarlo sin cuidado podría romperse en mil pedazos- Esa comparación era digna de estar escrita en un best-seller-. Tú parece que lo trates más como un coleguita, y creo que es por miedo. Pero lo miras como si fuera la aurora boreal.

Había acertado de lejos y yo me quedé completamente patidifusa. Era verdad y parecía mentira que alguien a quien conocía de una semana pudiera adivinar eso de mi. Bueno, nos había pillado en un momento íntimo así que...

-¿Y dónde vas hoy?- Me preguntó, cambiando a un tema más trivial.

-Al circuito de Montmeló- Le expliqué, pero Ari puso cara de incomprensión-. Este domingo sobre las dos de la tarde, pídele al de la cafetería que te ponga el canal de MotoGP.

Su cara de no comprender se intensificó, pero yo, riendo, cogí la maleta, le di dos besos a Ari y me marché.

Mary Jane estaba esperándome limpia y preparada abajo, así que volví a cambiarme las botas, me puse la chaqueta de la moto, me crucé el macuto perfectamente, de forma que no se moviera, me subí en mi preciosa moto y me fui pitando. Había gente, aunque no un tráfico excesivo, pero claro, hoy era viernes no domingo. Aun así hice zigzag entre los coches y en menos de lo que esperaba ya me encontraba estaba delante del hotel. Había llegado pronto, así que dejé mi casco en el espejo retrovisor de Mary Jane, me saqué la cazadora y me cambié las botas por mis viejas bambas y me senté en el bordillo, frente al hotel. Me deshice la trenza cuando me harté de que se me soltaran los pelos por el aire. Me gustó el resultado: se me ondulaba sutilmente.

-Maya- Me llamó Roser des del otro lado de la acera. Yo me puse en pie deprisa-. Ya has llegado- Dijo viniendo hacia mí, estaba ella sola. Me dio dos besos-. Estás muy guapa.

-Muchas gracias- Sonreí agradecida-. ¿Cómo está?

-Ay, por favor, Maya, no me trates de usted- Me pidió-. Mi marido y los chicos están en el circuito, luego iremos con ellos, ¿te parece?

Cogí mi maleta y Roser me ayudó cogiendo las botas y la chaqueta de la moto. Nos adentramos en el hotel, bastante humilde, pero eso no me importaba, al fin y al cabo, pasaría muy poco rato allí. Subimos hasta arriba del todo, a una habitación familiar. Hasta ahora creía que los pilotos dormían en el mismo circuito. Y como si me leyera la mente, solucionó mis dudas.

A mil latidos por hora (Marc Marquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora