Capítulo 2 - Abismo

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AXL

04 DE FEBRERO DEL 2011



El origen de todos mis problemas está en que le prometí a la chica que amo que seríamos solamente amigos cuando sé perfectamente que no hay ni la más mínima posibilidad de que yo la vea únicamente como a una amiga.

Desde el momento en que me hizo esa absurda petición supe que era algo que no podía cumplir y, sin embargo, acepté. Le dije que sí porque me lo pidió con tanta desesperación... y yo sólo quería verla feliz.

Aún quiero verla feliz. Aún me pregunto por qué ella no puede ser feliz conmigo. Joder.

Respiro hondo, conteniendo las ganas de decirle lo alejado que me encuentro de verla sólo como una amiga.

La convencí de venir a Black Panther conmigo, este lugar es donde el plan B inició, donde la besé por primera vez dándole esa excusa. Cierto que ella robó mi primer beso en la fiesta de mi cumpleaños número quince, pero ese no es un beso del que podamos hablar porque al parecer fue borrado de su memoria. Así que podría decirse que el primer beso en el que los dos estábamos conscientes ocurrió en este lugar.

Sé que estoy buscando desesperadamente una forma de mostrarle cuán correcto es que estemos juntos, valiéndome de cualquier cosa a mi alcance. El plan B es una de ellas. Esta noche quiero besarla de nuevo, lo necesito.

Black Panther no es muy grande, pero es bastante popular entre los alumnos de Westwood. Siempre está lleno, sobre todo los fines de semana, y este viernes no es la excepción. El olor a cigarrillo es fuerte, hay gente abarrotada por todo el lugar: algunos en las mesas periqueras, otros en las salas lounge y mucho más en la pista de baile, moviéndose al ritmo de la música a todo volumen.

Ubico la barra al fondo, tomo la mano de Shay y comienzo a abrirnos camino a través de la multitud para llegar allí. El pequeño contacto le causa un tirón a mi pecho, el corazón se me acelera y todo se siente más nítido.

Cuando llegamos a nuestro destino y ubico un taburete libre, me veo obligado a soltarle la mano. Le hago una seña a Mike, el barman, indicándole que nos sirva lo de siempre. Volteo a ver a Shay y ella me sonríe, hay algo falso en esa sonrisa, un velo empañando la seguridad que intenta demostrar. Le señalo el asiento y ella lo toma. No puedo evitar mirarla como si fuera lo más valioso del mundo, porque para mí lo es. Estoy tan jodido.

—¿Qué pasa? —me pregunta, estamos suficientemente cerca como para oírnos sobre la música.

Entorno los ojos, titubeando. Decirle la verdad es un movimiento arriesgado en este momento, creo que buscarla con ahínco e insistir en lo nuestro abiertamente sólo ocasionará que ella se aleje más de mí.

—Nada, es sólo que había olvidado lo bien que se ve tu trasero en mini falda —digo a modo de broma, ella me lanza una mirada envenenada y frunce los labios como si le hubiese dicho algo horrible.

—Mejor lárgate de una vez a comenzar tu cacería de hoy. Una vez que encuentres a una chica con la cual acostarte, me iré a casa. Y más vale que consigas una que tenga auto, porque yo me llevaré el tuyo.

Hago una mueca. Estoy seguro de que le importo, pero el hecho de que ella actúe tan indiferente me mata.

—Carajo, Shay. ¿Cuál es la prisa? Podemos divertirnos juntos un rato, hablar o no sé...

—Tenemos todo el tiempo del mundo para platicar en lugares menos escandalosos que este —me interrumpe, haciendo añicos mis palabras; me quedo callado y ella suspira con frustración—. Sólo... vete de una vez a lo que viniste, ¿okay? No tenemos que hacer esto.

Plan BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora