Capítulo 31 - Una promesa

31.7K 2.6K 232
                                    

◆SHAY◆

23 DE JUNIO DEL 2011

El cortometraje termina de reproducirse y el profesor Dixon simplemente mantiene esa expresión seria en su rostro mientras asiente. Miro de reojo a Calvin y a Debbie, creo que los tres estamos igual de nerviosos. Hemos invertido mucho esfuerzo y tiempo en el proyecto, quizá el señor Dixon no lo ve de esa manera.

Él cierra el reproductor y expulsa el pendrive, rotula una pequeña etiqueta y luego se la coloca en uno de los lados más amplios. Enarca una ceja cuando levanta la vista hacia nosotros, no sé si soy la única que está sintiéndose mal con esa reacción.

—Es... un buen trabajo —se pone de pie y cierra su ordenador portátil, lo mete en su maletín al igual que la carpeta con toda la información del proyecto que le entregamos hace unos minutos—. Voy a analizarlo en casa y la siguiente clase les haré saber mis comentarios, al igual que la calificación final.

El hombre no dice nada más, se cuelga el maletín en el hombro y sale del aula. Los tres dejamos salir el aire retenido al mismo tiempo cuando nos quedamos solos.

—No se preocupen —nos dice Calvin—. El señor Dixon nunca es muy expresivo, los demás dijeron que tampoco les dijo gran cosa.

—El señor Dixon es bueno haciéndote sentir que tu trabajo y esfuerzo no han valido la pena —digo, acomodándome el cabello detrás de las orejas—. Les juro que su cara seria me estaba matando.

—Ya somos dos —admite Debbie.

—De hecho, tres.

—¿Creen que pasemos? —pregunto, preocupada.

—Creo que no hay que estresarnos por eso justo ahora —sugiere Debbie, palmeándome la espalda mientras salimos del aula vacía—. Hicimos nuestro mejor esfuerzo, no tenemos que sentirnos mal si para él eso no es suficiente.

—Ella tiene razón —coincide Calvin y yo asiento—. ¿Vamos a la cafetería por un batido?

—En realidad... —compruebo la hora en mi teléfono celular— he quedado de ver a Reese y es un poco tarde. Los veo mañana, chicos.

Me despido con un movimiento de manos y comienzo a caminar a paso rápido fuera del edificio. Desciendo las escaleras a toda prisa y me dirijo hacia el lugar donde acordé ver a mi amiga. Ella está sentada en una de las bancas del área verde, no demoro mucho en ubicarla. Tiene un vientre redondo y voluptuoso para este momento, me contengo de ir a tocárselo en cuanto estoy lo suficientemente cerca porque sé que eso la cabrea. En cambio, la saludo con un beso en la mejilla y me siento junto a ella.

—Para ti —dice, entregándome un vaso de té helado con sorbete—. Llegas tarde.

—Sí, lo siento. Fuimos los últimos en pasar a entregar nuestro proyecto al profesor Dixon.

—¿Qué tal les fue?

—¿Honestamente? Ni idea —resoplo, retiro la servilleta que está cubriendo la punta del popote y le doy un sorbito—. El hombre tuvo esa expresiva cara de piedra todo el rato y lo único que nos dijo fue que "es un buen trabajo". Nos va a dar la calificación la próxima semana.

—Les va a ir bien —me asegura, frotándose el vientre con una mano—. Yo tuve dos exámenes hoy, ¿puedes creerlo? Estoy segura de que reprobaré uno.

—Oye, ¿qué? ¿Están locos? Deberían tener piedad de la mami pelirroja, qué desconsiderados.

Reese me frunce el ceño.

Plan BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora