Capítulo 28 - La historia de los Jones

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◆AXL◆

30 DE ABRIL DEL 2011

Hoy es un día importante, finalmente los scouts van a dar una respuesta luego de vernos jugar una vez más en el partido de la tarde. Los chicos no hablan de otra cosa. Wilson me dio un buen regaño por haber faltado el lunes pasado, sin embargo no me arrepiento de haberlo hecho. Era algo que tenía que hacer y aplazarlo no me estaba ayudando.

—¿Nada? —le pregunto a Shay, ella niega con la cabeza y baja la mirada.

—Evade el tema. La primera vez lo negó, pero ahora solo me da respuestas evasivas cada que intento sacar el tema. No quiere hablar al respecto, no quiere —se pasa las manos por la cara y luego las deja caer a los lados con cansancio—. Y tampoco va a decirme dónde es que está, Axl. Ahora menos que antes.

—Tranquila —le pongo las manos en los hombros y me inclino a besarle la frente—. Ya hablará.

—¿Qué hay de tu padre?

Bufo, molesto solo por la mención del mismo.

—Como mucho ha atendido a dos de mis llamadas, pero no ha dicho nada importante.

Ella hace una mueca y, al mismo tiempo, oímos un grito de Wilson llamándome.

—Ve —me dice—. Olvida todo por un momento y concéntrate en ese juego. Lo harás bien.

Respiro hondo.

—Eso espero, nos vemos cuando termine.

Ella asiente y yo le doy un beso rápidamente antes de regresar al dugout. Mientras Wilson está hablando de las debilidades y fortalezas del equipo contrario, no puedo evitar fruncir el ceño y preocuparme por el hecho de que Matt todavía no llega.

—¿Alguien sabe dónde mierda está Adams? —Wilson nos pregunta, molesto, y parece molestarse más cuando le damos respuestas negativas.

Saca su teléfono del bolsillo de su pantalón y se aleja balbuceando muy cabreado.

El partido comienza y no hay noticias de Matt todavía. Trato de concentrarme en lo que pasa en el campo, diciéndome a mí mismo que él simplemente ha tenido un retraso, quizá por tráfico, aunque no suena muy probable.

Y no lo es.

Llegado un momento solo quiero salir del partido e ir a buscarlo porque estoy preocupado de que algo malo le haya pasado, sin embargo Wilson me detiene.

—Espera a que termine el juego, Jones —me ordena—. Major está buscando a Adams, si algo malo le pasó, te aseguro que lo sabremos pronto. No arruines la oportunidad que tienes aquí, porque es de esas que raramente se repiten.

A pesar de todo, me ordeno tranquilizarme y le obedezco. De verdad espero que Matt esté bien.

En la apertura de la parte baja de la novena entrada, a punto de finalizar el partido exitosamente, compruebo que Matt está bien. O mejor dicho está vivo, porque «bien» parece un término con el cual no le calificaría nadie en este momento.

—¿Matthew? —lo llamo, él me ignora al igual que a todos los demás, y sale del dugout rumbo a la loma de lanzamiento. Por la forma en la que camina tambaleándose me doy cuenta que él debe estar ebrio. Wilson le grita que salga del campo y Matt le ignora.

Se forma un silencio frugal mientras todos, incluido el público que nos acompaña, esperamos que se desate una guerra entre ellos. Sin embargo Wilson, con el rostro enrojecido por el coraje, mira en dirección a los scouts que observan interesados la escena, y entonces patea el polvo con impotencia antes de regresar de mala gana al dugout y dejar a Matt tomar la posición de lanzador.

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