veintiséis

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Punto de vista Anahi
Diciembre del 2012
Córdoba, Argentina

Desperté sintiendo cómo alguien movía mi brazo mientras dejaba besos en mi rostro y sonreí al darme cuenta de que era Paulo. Mis ojos se encontraron con los suyos y estuve apunto de derretirme en ese momento.

- Nos vamos, levantate amor. -dijo escondiendo su cara en mi cuello.

- Es muy temprano ¿no nos podemos ir otro día? -pregunté acariciando su pelo mientras volvía a cerrar los ojos.

Él negó con su cabeza para después alejarse de mi cuello y bajar hasta mi vientre, dónde dejó dulces besos. Estuvimos un par de minutos así hasta que Paulo se levantó para ir al baño y yo comencé a cambiarme.

Hoy nos iríamos a Italia, yo me iría a vivir con él hasta que el bebé naciera y ahí vería si volvía o no a Argentina.

Paulo había dicho que no quería que yo trabajará durante mi embarazo así que seguramente cuando me instale allá, buscaría algún curso de algo para por lo menos no ser una inútil.

Bajé a la cocina encontrandome con mamá tomando un café y vestida con el pijama, lo que me hizo reír. Ella estaba un poco angustiada porque me iba, quería ver crecer a su nieto y yo me sentía un poco mal por alejarme. Pero realmente quería irme a Italia por un tiempo.

- ¿Qué haces despierta? Son las cinco de la madrugada.

- Quiero poder despedirme de vos antes que te vayas. -dijo para después darle un trago a la taza de café.

Asenti acercandome para abrazarla y justo bajaba Paulo por las escaleras, así que aproveche ese tiempo para ir al baño. Cuando salí busqué los bolsos que habíamos preparado con Paulo y esperamos al taxi en la cocina.

Pasaron un par de minutos hasta que una bocina se escuchó en la calle y mamá nos acompaño hasta la puerta. Subimos los bolsos al taxi y antes de irnos, mamá me abrazo con todas sus fuerzas, dejando escapar algunas lágrimas de sus ojos.

Paulo se sumó al abrazo y nos tuvimos que separar cuando nos dimos cuenta de que el chofer nos estaba esperando. Subimos al taxi y éste arrancó, alejandome de mamá y de la casa en la que me había criado.

- Si no te querés ir todavía estás a tiempo de quedarte. -murmuró Paulo abrazandome por los hombros.

- No no, quiero ir. -respondí de inmediato.

Tardamos un par de minutos en llegar al aeropuerto y nos bajamos, bajando también las valijas. Entramos al interior del aeropuerto y desayunamos algo ahí antes de sentarnos a esperar el llamado de embarcación.

La tercera vez en un aeropuerto y ya me estaba comenzando a acostumbrar a pasar el tiempo ahí, no era aburrido si estaba con Paulo.

Esperamos, esperamos y esperamos hasta que por fin fuimos llamados para embarcar. Era raro que estuviéramos embarcando los dos juntos, era la primera vez que lo hacíamos y eso me hacía sentir tan feliz.

- ¿Tenés miedo? -preguntó Paulo una vez que ya estuvimos sentados en el interior del avión.

- No es mi primera vez en avión. -respondí riendo.

- Cierto, me había olvidado.

- Amor..

- ¿Qué pasa?

- ¿Te gustó mi fiesta?

- Me encantó, aunque me hubiera gustado más si yo entraba con vos. Ahí las enamoraba a todas. -respondió egocéntrico.

- ¿Así que querés enamorar a otras? -pregunté haciéndome la enojada.

- Es un chiste amor. -respondió agarrandome la mano para después darle un beso.

El despegue me daba un poco de miedo así que cuando llego el momento, agarré la mano de Paulo con fuerza y él me besó los labios con dulzura.

Cuando ya estábamos en el aire, me solté y me asomé por la ventana para ver las luces de la ciudad. Paulo se acercó para hacer lo mismo y sacó un par de fotos.

Estuvimos despiertos menos de una hora y el resto del viaje solamente dormidos, yo apoyada en el brazo de Paulo y él con su mentón en mi cabeza. Pero el momento de paz fue interrumpido por unas patadas en el asiento y gritos de un nene.

Paulo se removió en su asiento despertandose (cabe que decir que se veía como un bebé recién despierto) y se quejó cuando sintió como su asiento era pateado. De inmediato se dio la vuelta para ver que pasaba y se encontró con un nene pequeño que lo miraba pícaro.

- ¿Podes dejar de patear el asiento, por favor?

El nene asintió pero a los segundos volvió a molestar y Paulo suspiraba tratando de calmarse e ignorarlo hasta que se cansara, pero el nene seguía y seguía.

- Señora ¿puede decirle a su hijo que no moleste? -le preguntó a la mujer que estaba sentada al lado del nene.

La misma retó al nene dándole el sermón de su vida y Paulo sonreía victorioso mientras volvía a cerrar sus ojos para seguir durmiendo.

- ¿Así vas a ser con nuestro hijo? -susurré en su oído.

- Nuestro hijo no va a ser así.

- Si sale a vos seguramente si.

Él se rió mientras negaba con su cabeza y después intentaba seguir durmiendo. Yo volví a apoyarme en su hombro, durmiendo hasta que llegáramos a Italia.

"Mi Gloria" Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora